Los murcianos se vuelcan con su Patrona

No podían faltar. Daba igual la amenaza de lluvia y también las largas colas que se podían formar, y que de hecho se formaron. «Nunca hemos faltado y no iba a ser este año una excepción; ya tuvimos bastante con el año pasado», manifestó ayer por la mañana Fuensanta, «devota desde que nací» a su Patrona, con la que comparte nombre.

La calle Azucaque y la plaza de la Cruz, por donde tenía la entrada la visita a la Virgen, se fueron llenando de fieles desde que a las 7.00 de la mañana se abrieron las puertas de la Catedral de Murcia para la primera misa, y que permanecieron abiertas todo el día para que los fieles pudieran venerar a la Virgen, que no abandonará el templo en todo el invierno. Juan padre y Juan hijo, Mari y Francisco, una familia de Alcantarilla, aprovecharon que en esta ciudad era festivo ayer también para acudir a venerar a la Morenica. «Este año hemos tenido suerte porque no trabajo y hemos decidido venir en familia», apuntó Juan. En el recuerdo, su madre, ya fallecida, «que le tenía mucho fervor a la Virgen; venimos también por ella», señaló.

Unos metros más cerca de la puerta, en una cola que avanzaba muy fluida, esperaban Antonia y su marido. «Yo, hasta que las piernas me lo han permitido, he sido romera, en la bajada y en la subida; hoy me he acercado a rendirle el homenaje que se merece porque le tengo mucha devoción», comentó, indicando que «para mí la Virgen lo es todo; siempre estoy 'empeñá' con ella», relataba haciendo alusión a las muchas peticiones de ayuda que le ha hecho a lo largo de su vida.

Juan Francisco y Pablo, dos jóvenes amigos, vecinos de Lorca pero que estudian en Murcia: «Estamos aquí por la fe que tenemos en general y porque este año es especial; esperamos que la Virgen no se olvide de todos nosotros», manifestaron, mientras que con ellos se confirmaba que la fe no tiene edad y que en la fila de espera podían verse devotos de todas las edades, solos o acompañados por amigos y familiares.

Igual sentimiento movió a Mari Ángeles y a su madre, del mismo nombre, que esperaban pacientemente a estar delante de su Patrona. Les acompañaban, por primera vez, sus hijos, Samuel y Marina. En la mano, un ramo de flores: «Es mi ofrenda porque le pedí una cosa y me la ha concedido», apuntó. Ella y su madre, romeras habituales, destacaron que poder estar en la mañana de ayer delante de la imagen de la Fuensanta era «un consuelo y nos hace especialmente ilusión que los niños vengan por primera vez».

Entre los participantes en esta romería especial por el entorno y el interior de la Catedral de Murcia se podían escuchar a extranjeros que esperaban su turno, y que no quisieron perderse compartir esta tradición murciana. El goteo de fieles no paró en todo el día, ni siquiera en la hora de la misa que en honor a la Virgen se celebró al mediodía en el templo, presidida por el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes.

Hubo muchos murcianos que decidieron celebrar su particular peregrinación y como cada año por estas fechas se pusieron ropa cómoda e hicieron la ascensión a pie, como manda la tradición, hasta el Santuario que la Virgen tiene en el monte, en Algezares. En familia o con grupos de amigos; por devoción, por tradición, por una promesa, o por gusto, el lugar tuvo sus visitantes, aunque en mucha menor cantidad.

El Ayuntamiento puso un dispositivo especial de seguridad en el entorno de la Catedral y del monte, pero no hubo ningún incidente destacable durante la jornada, salvo el corte del tráfico para facilitar el camino al monte de los peregrinos.

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