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Oh Dios mío, haz que me haga mártir. Estoy preparado para hacer la Yihad por la causa de Allah». El mensaje que Mohammed R. lanzó a través de su perfil de la red rusa VK hizo saltar todas las alarmas. Este veinteañero, detenido en el otoño de 2022 en Blanca, había hecho de las redes sociales su particular oratorio. La actividad de este supuesto yihadista -el último detectado en la Región- fue interceptada por la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST, la inteligencia marroquí), que alertó a la Policía Nacional sobre la presencia de un joven peligroso y altamente radicalizado en la Región. Tras seguirle la pista durante meses, los investigadores de Información acabaron derribando la puerta de su casa blanqueña para parar los pies a un joven que, destaca el cuerpo en un escrito, ya se perfilaba como «una amenaza real, actual y suficientemente grave para la seguridad nacional».
La detención de Mohammed R., actualmente interno en la prisión madrileña de Estremera, es uno de los frutos que ha dado en los últimos años la vigilancia permanente que Interior despliega en la Región para parar los pies a un yihadismo cada vez más joven y que encuentra en las redes sociales el caldo de cultivo ideal para su radicalización. Dos décadas después de que el atentado del 11-M destrozase el corazón del país con 191 muertos, la amenaza ha evolucionado y busca nuevas formas de abrirse paso.
«Agentes del servicio de información de la Guardia Civil y de la comisaría general de Información de la Policía Nacional mantienen una vigilancia permanente sobre la Región de Murcia y, en particular, sobre el Campo de Cartagena y la zona del Mar Menor», explica el analista Chema Gil, experto en seguridad, terrorismo y geopolítica y director de estudios de Seguridad en el instituto Universae. «No es un dispositivo 'ad hoc' para un momento caliente determinado». El comisario Rafael Pérez Garnacho, jefe de brigada en la comisaría general de Información de la Policía Nacional, en Madrid, constata la existencia de esa «vigilancia permanente» en la Comunidad, pero lanza un mensaje de calma y sostiene que la Región no es una zona especialmente caliente en la lucha contra este tipo de terrorismo.
Hasta ocho operaciones contra supuestos yihadistas, con trece detenidos, se han desplegado en la Comunidad desde el año 2012, de acuerdo a los datos facilitados por el Ministerio de Interior. Esta batalla ha golpeado en los últimos años en Murcia (6), San Pedro del Pinatar (1), Torre Pacheco (1), Lorca (1), Mazarrón (1) y las pedanías murcianas de Puente Tocinos (1), Los Dolores (1) y Los Ramos (1). Un vistazo al mapa de operaciones de Interior da cuenta de que el Levante y el Sureste español conforman una zona activa en la lucha contra el terrorismo islámico. La Región figura entre las provincias que superan la decena de arrestados en este periodo. Una lista que completan Málaga, Alicante, Valencia, Baleares, Tarragona, Barcelona, Girona, Madrid y Guipuzcoa. «Desde el punto de vista de las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado, la Región es más importante por lo que se mueve que porque haya terroristas», remarca Gil.
Este analista hace hincapié, no obstante, en que «el último ataque indiscriminado de terrorismo yihadista cometido en Europa se produjo en la pedanía pachequera de Roldán». Alude al marroquí Abdellah Gmara, que en septiembre de 2021 se estrelló contra las terrazas de dos restaurantes de Roldán llevándose por delante la vida de un hombre y acabando poco después con la suya propia a cuchilladas. En una entrevista reciente, Fernando Reinares, catedrático de Ciencia Política y Estudios de Seguridad en la Universidad Rey Juan Carlos e investigador asociado distinguido del Real Instituto Elcano, aludía al atropello de Roldán como un atentado terrorista, aunque inicialmente existieron dudas de si se trataba de la acción de un demente.
El comisario Pérez Garnacho explica que, más allá de los combatientes retornados y de las células que proceden de extensiones territoriales del Estado Islámico, una de las preocupaciones que tienen actualmente encima de la mesa son los actores solitarios, «individuos que se radicalizan a base de consumir compulsivamente en internet vídeos y consignas del Estado Islámico y de Al-Qaeda».
AUX STEP FOR JS
Un estudio reciente elaborado por el Real Instituto Elcano -en el que se han analizado los datos de los 195 yihadistas condenados en el periodo entre 2012 y 2023 en España y los diez que murieron en acción- advierte de que la radicalización yihadista está cada vez más interrelacionada con el mundo virtual. El analista Chema Gil hace hincapié en que «los mejores aliados de la Policía Nacional y de la Guardia Civil en la lucha contra este tipo de terrorismo son, sobre todo, los primeros musulmanes, que temen a este fenómeno que se reproduce gracias a internet».
Efectivamente, entre 2012 y 2023, la prevalencia del ámbito 'online' en los procesos de radicalización fue muy alta: está presente en el 86,6% de los casos, en un 40,4% de manera exclusiva. Esta tendencia marca un contraste con la realidad que se vivió entre 2001 y 2011, cuando los espacios virtuales estaban involucrados en la radicalización del 45,5% de los yihadistas condenados o muertos durante ese periodo y apenas el 5,5% de ellos se radicalizó completamente por medios digitales.
«Ya hemos roto con el paradigma en el que la radicalización se producía en determinados entornos, como mezquitas clandestinas o garajes. Desde hace más de una década, ya no es el caso», explica Moussa Bourekba, investigador principal de Cidob (Barcelona Centre for International Affairs) y profesor asociado en Relaciones Internacionales en la Universitat Ramon Llull y la Universidad de Barcelona. «La radicalización tiene lugar cada vez más 'online': en la 'darknet', en redes sociales como Telegram...».
Chema Gil, codirector del Observatorio Internacional de Seguridad, explica que actualmente la primera fase de captación se da en el entorno de las redes sociales. «Actúan los facilitadores que buscan a merodeadores, aquellos chavales más o menos jóvenes, adolescentes que dan 'likes' a determinadas cuestiones islamistas y que son seleccionados para ver si son un perfil viable de captación iniciática», explica. «La captación secundaria se da en un espacio más opaco, en un cara a cara, para poner en marcha la radicalización».
AUX STEP FOR JS
«Efectivamente, las redes sociales han cobrado una importancia desmesurada», recalca el comisario Pérez Garnacho. «Todo ahora mismo pasa por la red y nosotros también estamos en ella, patrullando». Este profesional incide en que, en las dos últimas décadas, desde el 11-M, «la Policía ha adelantado muchísimo». Los investigadores, relata, despliegan ahora «unos procesos de análisis de información bestiales» con la anticipación como principal objetivo. «Tratamos de instalarnos siempre en la estrategia que nosotros llamamos desarticulación temprana de la amenaza», explica el jefe de la brigada. «En cuanto vemos que hay varios elementos que están extremadamente radicalizados, la verdad es que preferimos dormir tranquilos y vamos a desactivar».
El aumento de la radicalización virtual conecta directamente con un fenómeno en el que coinciden todos los profesionales que trabajan en esta materia: el rejuvenecimiento del perfil del yihadista. El Real Instituto Elcano, en su estudio, advierte de un crecimiento en la radicalización de menores de 18 años con la esfera digital como espacio favorable para el desarrollo de estos proceso. El informe apunta a que las personas que inician su radicalización en el yihadismo, predominantemente jóvenes, lo hacen cada vez a edades más tempranas. Durante las dos últimas décadas, algo más del 71% de los yihadistas tenían menos de 30 años en el momento de su radicalización. Los militantes que se radicalizan con menos de 18 años han pasado de representar el 17,1% de los condenados o fallecidos entre 2001 y 2011, al 23,4% entre 2012 y 2023, según explica el estudio.
Rafael Pérez Garnacho (Grupo de Información de la Policía) «Las investigaciones en las que tenemos menores vinculados se están triplicando»
Moussa Bourekba ('nvestigador del Cidob) «La radicalización tiene lugar cada vez más 'online': en la 'darknet' o en redes como Telegram»
Chema Gil (experto en Seguridad y Terrorismo) «Los principales aliados de la Policía son musulmanes de primera generación, que temen este fenómeno, que se reproduce gracias a internet»
«Las investigaciones donde tenemos menores vinculados se están triplicando», advierte el comisario Pérez Garnacho. «Los menores son una colectividad realmente muy vulnerable, muy influenciable e imprevisible. Son chicos de 16 y 17 años y esa es una generación que ha nacido en internet. Se mueven mejor». El especialista explica que su brigada comenzó a detectar una mayor incidencia en menores a partir de 2022 y que el fenómeno continuó dejándose notar el pasado año.
«Si partimos de la idea de que hay agravios preexistentes -marginalización socioeconómica, exclusión política...- que fomentan el proceso de radicalización, los jóvenes pueden constituir el segmento más vulnerable», explica Bourekba. «Además, hay actores radicales que enfocan sus estrategias de propaganda y comunicación sobre este sector de la sociedad. Buscan reclutar a actores cada vez más jóvenes».
La radicalización de los más jóvenes no es el único asunto que trae de cabeza a los profesionales de la comisaría general de Información de la Policía Nacional. «Nos interesa también particularmente el tema de las prisiones, porque hay posibles radicalizaciones que se pueden estar produciendo con presos comunes en las prisiones», explica Pérez Garnacho. En los últimos años, Interior ha desplegado varias operaciones tras detectar reos que trataban de desplegar dentro de las cárceles mensajes yihadistas. En 2018, la 'operación Escribano' contra una red de radicalización con 25 presos yihadistas implicados sacudió 17 prisiones del país. El líder era Mohamed Achraf, uno de los presos más radicales de Campos del Río, actualmente fugado.
Para paliar esta amenaza, Bourekba incide en la necesidad de actuar contra los factores desencadenantes de los procesos de radicalización. «Se trata de actuar de forma preventiva y no reactiva, promocionando narrativas inclusivas y fomentando un espíritu crítico en los jóvenes mediante la educación». Este analista advierte, por último, de que «también el racismo y la islamofobia que existen en nuestras sociedades son ampliamente explotadas por estos grupos para alimentar sus propagandas y convencer a las personas que van a reclutar de que uno no puede ser, por ejemplo, musulmán y ciudadano de un país occidental a la vez». Una idea, subraya, que «tenemos que desmontar» entre todos.
Isabel Cutillas, profesora asociada del Departamento de Sociología de la Universidad de Murcia (UMU), hace hincapié en que «no existe un problema de radicalización entre los y las jóvenes de origen migrante». Esta especialista, doctora en Sociología, sostiene que hay estudios y trabajos que desmontan la existencia de ese fenómeno.
Cutillas considera que, como sociedad, el foco se debería poner en «por qué estos jóvenes, que nacieron y crecieron en este país, siguen obteniendo unos peores resultados en el ámbito académico, muestran una tasa mucho más alta de abandono escolar temprano o presentan unas trayectorias laborales más precarias». Este colectivo, remarca, también está «sobrerrepresentado en trabajos que se entienden para migrantes o experimentan racismo o violencia, incluso institucional, como el retraso en el acceso a la nacionalidad».
Mar Saura y Admir Bahtagic
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