
El escritor nos lleva al París ocupado de su novela
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El escritor nos lleva al París ocupado de su novela
Viernes, 07 de Marzo 2025, 10:02h
Tiempo de lectura: 10 min
Pintores hambrientos, escritores golfos, periodistas tramposos, falsificadores, bailarinas, torturadores nazis, timadores, actrices de talento, contrabandistas y políticos dignos desfilan en la segunda parte de la monumental y esperpéntica novela de Juan Manuel de Prada Mil ojos esconde la noche (Editorial Espasa). La primera entrega ha protagonizado un llamativo éxito de ventas, algo poco frecuente en una novela de 800 páginas «muy literaria, con un tono insólito, visceral, brutal», según su autor.
En esta continuación –Cárcel de tinieblas (de 840 páginas)–, gentes de todo pelaje pululan por el París ocupado por los alemanes durante las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, los consume el hambre y les acecha el miedo a morir en un bombardeo o en un atentado de la resistencia; la ciudad se ha entenebrecido; prosperan los gánsteres que manejan el mercado negro; la guerra ha empeorado para los alemanes, y eso dispara su ensañamiento y afecta también a los personajes afines a ellos. Y en el centro de la trama, los españoles: exiliados, corresponsales, artistas, escritores y el protagonista de la novela, Fernando Navales, un falangista resentido y canalla al que el avance de la guerra está trastornando. A todos los enfrenta Juan Manuel de Prada a la dura experiencia de la supervivencia en una ciudad oscura y acorralada. Viajamos con él a París y el escritor nos explica in situ las vicisitudes de la ciudad y las peripecias de sus personajes, casi todos reales, atrapados en Francia, un país que, confiesa Prada, «me fascina y me repele».
«La colaboración horizontal, que así se llamaba, estaba mal vista. Pero la realidad es que las francesas tuvieron muchas relaciones con los alemanes. Muchas. Luego las cosas cambian. Esas relaciones se van convirtiendo en más vergonzantes».
«Y a estas mujeres que habían tenido líos con alemanes luego las castigan de forma feroz, también a las famosas, como la actriz Arletty. En los pueblos y ciudades de Francia las rapaban al cero, las ultrajaban, las sacaban desnudas por las calles».
«Se ha destacado mucho la salvación de judíos del embajador español en Hungría Ángel Sanz Briz, pero hubo muchos diplomáticos españoles que trataron y consiguieron salvar al menos a los judíos que tenían una ascendencia española, sefarditas. Concretamente en París, el cónsul Bernardo Rolland rescató a bastantes judíos. En esta época, Europa es furibundamente antisemita. Por ejemplo, la legislación francesa antisemita, al menos hasta el año 42, es más dura que la alemana. La redada del Velódromo de Invierno –la más importante realizada en Francia contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial– la hace la Policía francesa. En mi modesta opinión, a los españoles esto les parecía mal».
«Un episodio que tiene mucha importancia en la novela es el juicio a Felipe Solms, un periodista español de sangre judía al que otro periodista, Mariano Daranas, acusa de ladrón y judío. Se organiza un tribunal de honor de la prensa española en París y se resuelve que es un español y, por lo tanto, se le aplica la legislación española. En este juicio, Gregorio Marañón tiene una conducta muy loable y dejó claro que no había posibilidad de aplicarle ninguna legislación antijudía. En España no había legislación racial, a diferencia de lo que ocurría en Francia y en tantos países europeos».
«Hubo corridas de toros en el París ocupado. Además, se celebraban normalmente en el Velódromo de Invierno, en un sitio tristemente famoso por la redada de judíos de 1942. Se organizaron varias corridas, pero no mataban a los toros. La cultura española siempre ha sido atractiva en Francia. Esto siempre ha ocurrido. Los franceses siempre han despreciado a los españoles, los consideran como medio africanos, pero al mismo tiempo el pintoresquismo español está muy presente. Sienten como la atracción del fango, les parecemos muy bestias. Pero esa bestialidad en el fondo les gusta».
«El folclore andaluz provocaba verdadera sensación en la época de la novela. De hecho, uno de los fenómenos más graciosos de estos años es que hay un montón de falsas bailarinas de flamenco en París, incluso rusas. Serían una cosa realmente patética. Y un personaje de mi novela, Nana de Herrera, la gitana de Montmartre, aunque era peruana hacía baile español. En la novela, yo la imagino con un culo portentoso». [Se ríe].
«Entre los exiliados hay personajes dignos y otros que son unos crápulas y unos cabroncetes. Las mujeres, sin embargo, yo creo que son personajes positivos: la actriz María Casares, la poeta Ana Martínez Sagi, la bailarina Ana de Pombo lo son. Y Victoria Kent, que tiene una dignidad brutal. Hoy en día se reivindica una República con derivas insalvables, pero hay personajes republicanos, como Victoria Kent, de una dignidad acojonante y lo he querido resaltar».
«El doctor Marcel Petiot fue un asesino múltiple que mató a mucha gente durante la ocupación. Los engañaba. Les hacía creer que les iba a facilitar el modo de salir de Francia o de escapar de la zona ocupada. No creo que fuera un sádico, era un asesino que tenía un móvil pecuniario. Los citaba para escapar y la gente que se quería marchar del país iba con todas sus joyas, con sus ahorros. Los mataba para quedarse con el dinero. El sufrimiento es un negocio para algunos. Siempre lo ha sido».
«¿Por qué atrae tanto la Segunda Guerra Mundial? Creo que lo que fascina es el nazismo. Me he dado cuenta de que el nazismo y las ideologías totalitarias, el comunismo, el fascismo, a la gente le fascinan porque fueron posibles Europas que no tuvieron continuidad, pero que de alguna manera están latentes en nuestro mundo, en nuestra democracia. Yo creo que en el hombre contemporáneo hay una mezcla de repulsión y de atracción hacia ese mundo. Hay una fascinación. Y creo que en todo demócrata anida un nostálgico de los totalitarismos. Sí, de forma misteriosa y freudiana».
Este edificio —actualmente la sede del Instituto Cervantes en París— ha sido recientemente noticia debido a que el Gobierno español le ha concedido la titularidad al PNV. Buena parte de la trama de la novela de Prada transcurre en ese edificio.
«En ese palacete tiene su despacho Fernando Navales, el protagonista de mi novela. Era la sede de la Falange Española en París, donde había un servicio de repatriación de españoles, estaba Auxilio Social de Falange y el Hogar español, donde los españoles podían ir a la biblioteca, leer la prensa y participar en actividades culturales que tratan de ser poco sectarias. Por ejemplo, en... Leer más
«A mí como escritor me interesan los momentos difíciles, convulsos, crispados, porque me interesa la literatura en donde asoma este magma terrible del hombre en lucha por la supervivencia, que yo creo que es un tema constante en mi literatura. La atracción por los bohemios, la atracción por el barro, la sangre, las vísceras está presente en toda mi obra y tiene que ver con ese sentimiento agónico de la vida que para mí es donde se encuentran las grandes historias».
«Los alemanes sentían fascinación por Francia, pero esto también les ocurre a los americanos. Sienten esa fascinación por pueblos que tienen una cultura mucho más elaborada, ligada a las cosas de la vida, desde el comer al vestir. Originariamente esta es una reflexión de Hilaire Belloc en un libro que se llama Europa y la fe, donde sostiene que los bárbaros del norte siempre han sentido envidia de los países latinos iluminados por la luz de Roma. Y esto es algo cierto. En realidad, los países del norte nos han impuesto a los países del sur un complejo de inferioridad porque nos han metido en la cabeza que tiene más valor inventar cacharros que pintar o escribir, que es una cosa totalmente grotesca, absurda y arbitraria. ¿Es más importante un descubrimiento científico que el descubrimiento de la perspectiva en pintura? Seguramente son cosas incomparables, pero es verdad que los países del norte, que son mucho más negados para todo lo que tiene que ver con la sensibilidad, con las artes, han inculcado en los del sur esta creencia de que nosotros somos inferiores».
«En realidad hay un fondo de envidia de conciencia, de inferioridad a la que se le da la vuelta. Esta reflexión de Belloc se puede traer hasta nuestros días y sirve para entender lo que ocurre hoy. Por ejemplo, lo que pasa en el seno de la Unión Europea. La Unión Europea es un organismo creado para humillar a los pueblos del sur e imponerles las formas de vida y los esquemas mentales de los pueblos del norte. Y Francia se ha quedado ahí, entre dos aguas. Francia, en realidad, es un país que de alguna manera renegó de sus orígenes. Como está ocurriendo ahora en España. Son países en los que los pueblos del norte tratan de injertar su visión de la vida, que es una visión mucho más aciaga, más fatalista, más pragmática también».
«La ocupación de París es diferente a la de otras capitales europeas. Al Tercer Reich le interesa mostrar una dominación amable; de hecho, a los artistas que trabajan en París no se les aplica lo del arte degenerado. En París siguen pintando. En un principio los alemanes cumplen las órdenes estrictas de tener un comportamiento irreprochable con la población. Pero todo va cambiando. El gozne es el año 42, cuando la legislación contra los judíos se endurece. Los últimos años de la ocupación son ya muy duros. Poco a poco va surgiendo una Francia que ya no es colaboradora. Y eso genera un ambiente de guerra civil en el propio pueblo francés».
«Luego, De Gaulle tiene la creación magistral de hacer creer a los franceses que la resistencia fue un movimiento colectivo y que frente al pueblo francés resistente estaba una minoría rectora que era colaboracionista. Pero esto es una fábula, es completamente falso. Francia fue mayoritariamente colaboracionista y solo en los últimos años surge una Francia resistente. La realidad es que cuando los aliados desembarcan en Francia, hay una guerra civil. La resistencia fundamentalmente comete atentados contra otros franceses y es perseguida por franceses. Hay una guerra civil».