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Los bocetos para la capilla de San José de la iglesia de Santiago ya están de vuelta en Orihuela. Caja Rural Central (CRC) se hizo con ellos en una subasta y, el pasado jueves, las dos obras, que más bien parecen cuadros totalmente terminados, eran presentadas oficialmente ante los congregados en la Biblioteca Pública Fernando de Loaces.
La restauración de ambas pinturas ha corrido a cargo de la oriolana Elisa Martínez Zerón. La especialista explica que las dos obras se crearon para presentar a los clientes cómo sería la apariencia final de los dos lienzos de gran formato que se encargaron para los muros laterales de esta capilla, muy conocida por ser la que alberga la imagen de la Sagrada Familia. Una obra brillante del murciano Francisco Salzillo y considerada por algunos estudiosos como la que reúne a la perfección todas las características de la escultura del imaginero más prodigioso del siglo XVIII español.
Los lienzos finales de estos dos bocetos, por su parte, se conservan actualmente en el Museo de Arte Sacro. En este sentido, la adquisición por CRC de esos dos dibujos se ha demostrado, según la entidad oriolana, muy importante para seguir investigando su compleja atribución.
El historiador del arte Jorge Belmonte fue quien informó a la entidad bancaria oriolana de su salida a subasta y recomendó que fueran adquiridas por tratarse de los bocetos previos que se presentaron para realizar las obras finales.
«Yo llevo desde hace unos años ya trabajando con CRC en la intervención de numerosas obras del patrimonio oriolano para poderlas recuperar y salvaguardar para las futuras generaciones», indica Martínez Zerón, que el año pasado ya intervino, por ejemplo, sobre otro cuadro propiedad del Patronato Histórico-Artístico llamado la 'Cena de Emaús'. Un encargo que no hubiera sido posible también sin los fondos aportados por CRC.
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En el caso de estos dos cuadros sobre la vida de San José, Martínez Zerón confiesa que le llamó mucho la atención el nivel de detalle que tenían para ser bocetos. «Podrían haber sido obras terminadas perfectamente», aprecia.
Su estado de conservación, señala, era «muy estable». «Se trata de obras que han pasado a lo largo de su historia por muy pocas manos y no presentan intervenciones previas. Algo que es bastante inusual en obras de esta época, las cuales suelen haber tenido una larga vida, haber estado en muy diferentes ubicaciones y expuestas a multitud de condiciones ambientales, manipulaciones e intervenciones inadecuadas», indica la restauradora.
Asimismo, señala que los marcos que tienen no son originales, pero valora que estéticamente «tienen una ornamentación clásica policromada que combina muy bien con las obras y les suman importancia».
Martínez Zerón explica que el proceso de restauración se ha centrado sobre todo en un exhaustivo estudio técnico de las obras en cuanto a sus materiales, sistema constructivo y técnica pictórica, así como en la documentación y evaluación de su estado de conservación.
Los tratamientos realizados, recalca, respetan los criterios de restauración profesional. En este sentido, la intervención, según explica, ha consistido en la limpieza en profundidad de las obras, tanto de la suciedad acumulada, como de los barnices y pátinas oxidadas por el paso del tiempo. Asimismo, cuenta que la obra presentaba un grueso estrato del hollín procedente seguramente de su ubicación durante muchos años en alguna estancia climatizada con chimenea e iluminada con velas.
Para rematar el trabajo, Martínez Zerón manifiesta que limpió los reversos de las obras, aplicó un tratamiento de desinsectación curativo y preventivo para solventar los pequeños ataques de insectos xilófagos, así como rellenó tanto los orificios como las aristas dañadas en los bastidores. «También se estucaron y reintegraron mediante 'tratteggio' las lagunas presentes tanto en los lienzos como en los marcos y, por último, se implementó un nuevo sistema de montaje con materiales de conservación adecuados para garantizar medidas preventivas que aseguren su estado estable a lo largo del tiempo».
Muy contenta con el resultado, Elisa Martínez Zerón señala que este tipo de restauración para cualquier profesional es un «auténtico regalo». «Son obras que se encontraban estéticamente muy oscurecidas, pero que, por suerte, no presentaban una problemática de conservación grave, por lo que el resultado final, una vez realizada la limpieza, es espectacular», se felicita.
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Martínez Zerón, asimismo, subraya que, gracias a su intervención, se ha podido recuperar la adecuada lectura de las obras y estas han permitido aportar mucha información útil para poder continuar el proceso de investigación y atribución de los lienzos. «Podemos ver ahora con claridad todos los detalles de las pinceladas y los matices de colores que antes ocultaba el velo del tiempo».
Además, en el caso de los marcos, añade que «al estar dorados al agua con oro fino en muchas de sus zonas, el brillo original y la luz que les aporta este material hace que las obras destaquen mucho más».
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