![Coronavirus en Murcia: José María Moraleda: «La terapia celular puede servir para luchar contra la Covid-19»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202005/09/media/cortadas/moraleda-U11042200286HEE-U110108003021lKF-1248x770@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
![Coronavirus en Murcia: José María Moraleda: «La terapia celular puede servir para luchar contra la Covid-19»](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/202005/09/media/cortadas/moraleda-U11042200286HEE-U110108003021lKF-1248x770@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
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«La ciencia necesita tiempo», subraya el profesor José María Moraleda (Herencia, Ciudad Real, 1953), jefe del servicico de Hematología y Terapia Celular del hospital Virgen de la Arrixaca y catedrático de la Universidad de Murcia, cuando se le pregunta cuándo cree que estará disponible ... la vacuna del coronavirus o al menos una terapia eficaz para paliar la enfermedad. Volcado actualmente en el ensayo clínico con el medicamento defibrotide como remedio frente al distrés respiratorio que está acabando con la vida de miles de infectados, Moraleda también confía en las células madre como arma futura contra la Covid-19.
–El Grupo de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria (IMIB), que usted dirige, coordina el primer ensayo clínico realizado en el mundo para probar si el medicamento defibrotide sirve como terapia contra la Covid-19. ¿En qué fase se encuentra?
–Estamos ya en fase de reclutamiento, con cuatro pacientes incluidos. El estudio es multicéntrico, reúne a seis hospitales de toda la geografía nacional, principalmente de Madrid, donde están los centros más afectados por la pandemia: 12 de Octubre y Fundación Jiménez Díaz; en Barcelona, el Hospital Clínic; en Salamanca, el Hospital Clínico, y de Murcia, el Morales Meseguer y La Arrixaca. Pero en La Arrixaca, al ser el centro promotor, hemos empezado antes. El primer criterio de inclusión de estos pacientes en el ensayo es que sean enfermos Covid con PCR a tiempo real positiva; segundo, que tengan neumonía demostrada grave bajo el punto de vista radiológico, o sea, neumonía bilateral con afectación de oxígeno y que presenten biomarcadores de mal pronóstico. Todos los enfermos, unos ingresados en UCI y otros en planta, han de cumplir estos criterios. Nuestro objetivo era doble: evitar que estos pacientes llegaran a la UCI y disminuir la mortalidad entre los que ya estaban intubados. Las cifras de mortalidad que teníamos en esos momentos eran realmente escalofriantes, con un 50% o más de letalidad.
–¿Qué esperanzas tienen depositadas en este fármaco?
–Muchas, y por muchos motivos. El primero es porque tiene fundamento científico, fisiopatológico, ya que es un fármaco multidiana, no es un medicamento químico al uso, es una mezcla de polirribonucleótido. Actúa en diferentes dianas importantísimas en los efectos adversos de esta enfermedad. Y, por otra parte, es un medicamento muy seguro, se puede mezclar con cualquier tipo de sustancias, por ejemplo, antivirales, antiinflamatorios... Puede ser combinado con todos los que ahora mismo se están empleando para el tratamiento de la Covid-19; por cierto, en muchas ocasiones sin gran evidencia. El punto crítico de este medicamento es que protege el endotelio, que es el revestimiento exterior de los vasos sanguíneos que, según los datos experimentales que tenemos, juega un papel de director de orquesta crítico en el desarrollo del distrés respiratorio y del fallo multiorgánico que sufren muchos pacientes.
–¿Qué plazos se han marcado para obtener conclusiones?
–El ensayo establecido es de entre tres y cuatro meses. Son 120 pacientes divididos en dos grupos: los que no están intubados y los que sí (60-60), y de esos se estratificarán para que dos de cada uno de los grupos tomen el medicamento experimental, el defibrotide, y un paciente reciba suero fisiológico, placebo. Es la única manera científica de demostrar que un medicamento es eficaz. Este tipo de estudios son los que marcan el estándar de oro para que luego se pueda aprobar en la EMA (Agencia Europea del Medicamento) y así tenerlo disponible para los enfermos. La Agencia Española del Medicamento está haciendo un trabajo extraordinario, igual que el Instituto de Salud Carlos III. En unas circunstancias tremendas, están valorando estudios a una rapidez impresionante. Consideraron nuestro ensayo de alto nivel y lo aprobaron rápidamente para que pudiéramos administrarlo cuanto antes a los pacientes.
–¿Cree que se están empleando demasiados medicamentos ineficaces contra el virus?
–Hay un alto grado de incertidumbre en los medicamentos que se aplican. Todos los fármacos que se están usando en este momento se considera que tienen fundamento científico. Nos hemos enfrentado a una situación dramática en la cual fallecían muchísimas personas, y los grupos sanitarios que se han enfrentado a ella han empleado todas las medicinas que estaban a su alcance aunque tuvieran poca evidencia contrastada. La mayoría de los medicamentos que se han empleado en esta pandemia han sido fuera de ficha técnica, es decir, que estaban aprobados para otra cosa. Los ensayos clínicos posteriores han demostrado que algunos no eran tan eficaces como se suponía. Por eso son tan importantes estos ensayos; por eso es fundamental que cada persona que esté tratada en un hospital acepte ser incluida en un ensayo clínico.
–¿Cómo valora las expectativas generadas con el remdesivir, un compuesto que ya se utilizó para tratar el ébola?
–No soy infectólogo, pero en base a lo que estamos leyendo todos los miembros de la comunidad sanitaria, sí que parece que acorta el periodo de la clínica, pero tampoco los resultados que de momento han salido son espectaculares. La ciencia requiere su tiempo. El arma crítica para los medicamentos es el ensayo clínico aleatorizado y doble ciego. Nuestro ensayo con defibrotide cumple todos esos criterios y vamos a poder decir si es eficaz o no. Partimos de los experimentos dirigidos por el investigador David García Bernal con los cuales, en un modelo animal, demostrábamos que el uso de defibrotide lograba aumentar la supervivencia en casos de inflamación, distrés y daño multiorgánico, con un porcentaje de éxito del 80% con respecto a los que no eran tratados.
–¿Serviría entonces el defibrotide para mitigar los dañinos efectos de esa 'tormenta de citoquinas' que tanto preocupa a los médicos?
–Si protegemos el endotelio, podemos hacer que disminuya la pérdida capilar y los microtrombos que se producen a nivel de la circulación que son culpables de este aspecto crítico de la enfermedad que es el fallo multiorgánico. Y, efectivamente, el defibrotide protege el endotelio.
–La agresividad del SARS-CoV-2 en los pulmones, pero también en otros órganos vitales como el corazón, está siendo devastadora. ¿Ataca este virus a las células de forma distinta a como lo suelen hacer otros?
–Las células endoteliales del miocardio, igual que los neumocitos y otras células del cuerpo, tienen receptores AC2. El receptor del virus está repartido por todo el organismo, también en el miocardio, en los riñones, en el sistema nervioso central... Por eso esta enfermedad es sistémica. Los pacientes que tienen más de 65 años y presentan problemas cardiovasculares previos (hipertensión arterial, diabetes, infartos, insuficiencia cardiaca) o patologías pulmonares, como EPOC, tienen más del doble de posibilidades de sufrir un Covid grave y fallecer. En las pocas necropsias que se han hecho se ha visto que las células del endotelio en el corazón, en el pulmón y en el riñón están llenas de virus y además hay microtrombosis.
–¿Puede haber alguna línea futura de tratamientos con terapia celular para luchar contra el coronavirus?
–Otra luminaria, otra posibilidad importante para disminuir la inflamación, aparte del defibrotide, son las células madre mesenquimales. Sin duda ninguna, es reconocido por la comunidad científica que estas células madre adultas tienen un enorme poderío antiinflamatorio y uno modulador del sistema inmunológico. De hecho, la Red Española de Terapia Celular, que coordinamos desde la Región de Murcia, con más de 400 investigadores, ha lanzado un ensayo clínico de terapia celular –hay cinco en España en estos momentos–, el más potente desde el punto de vista del número de pacientes que se van a incluir, a base de estas células madre inyectadas intravenosamente que llegan al pulmón fundamentalmente y que modulan la respuesta inflamatoria e inmunopatológica tan relevante que causa la enfermedad producida por el coronavirus. Las células madre mesenquimales, en definitiva, pueden jugar un papel muy importante en la lucha contra la Covid-19 y los datos preliminares que tenemos son muy esperanzadores.
–¿Qué cree que se logrará antes: la vacuna o un medicamento eficaz contra el coronavirus?
–Las dos cosas no son incompatibles. Es posible que antes de la vacuna tengamos algún otro remedio que nos ayude a paliar, no a curar, las consecuencias de esta enfermedad. Pero vuelvo a mi aseveración inicial: la ciencia requiere tiempo. Por eso necesitamos tanto a nuestros investigadores, tener financiación para ellos y hacer estudios paralelos biológicos.
–En la línea de esto último que usted dice, el prestigioso científico Mariano Barbacid ha criticado recientemente que los principales centros de investigación bioquímica del país estén cerrados a cal y canto justo ahora cuando España más necesita a la ciencia para salir de la situación sin precedentes a la que se ha visto abocada por el coronavirus. ¿Ha desaprovechado el Gobierno el talento de los científicos españoles en esta crisis sanitaria?
–Comparto parte de las premisas del profesor Barbacid. Efectivamente, en este país hay mucho talento y se necesita hacer mucha investigación y mucha ciencia, más cuando tenemos desafíos de este tipo, pero también es verdad que hay mucha incertidumbre, muchas cosas que desconocemos. Y las autoridades tienen que balancear los riesgos de las personas, sean o no investigadores. Y me da la impresión de que las autoridades sanitarias han puesto por delante la salud de las personas, la preocupación por que no haya más contagios. No siempre el balance riesgo beneficio está claro y es muy fácil juzgar a toro pasado, cuando ya se tienen datos. Creo que tenemos que ser rigurosos a la hora de valorar las decisiones a gran escala y saber que lo más importante es el bien común; lo que tiene que primar es la solidaridad, que no haya más contagios, cortar la correa de transmisión de esa horrorosa línea ascendente que teníamos hace unas semanas y que afortunadamente ha bajado. Por tanto, también podemos decir algo bueno de las decisiones que se han tomado y es que han sido eficaces. ¿Que también tenemos que aprovechar a nuestros científicos? Sí, sin ningún tipo de duda. ¿Que quizás podíamos haberlo hecho mejor? Posiblemente. Pero en el momento urgente de tomar decisiones es muy difícil establecer esos balances y todos nos podemos equivocar.
–La ciudadanía y la clase política confían en la ciencia como principal herramienta de acción contra esta pandemia. Sin embargo, España no figura precisamente entre los países que más cuidan a sus científicos. Si me permite la expresión, ¿nos acordamos solo de Santa Bárbara cuando truena?
–Espero que este periodo tan terrible que hemos pasado todos sirva para que la sociedad sea consciente de la importancia de la ciencia. Porque este ha sido solo un episodio, pero van a venir más, estoy convencido de ello. Los chinos no van a dejar de tomar alimentos animales, va a haber mutaciones en los virus... Tenemos investigadores con talento y laboratorios de primer nivel, pero nos falta cuidar a nuestros científicos y darles financiación. Tengo la esperanza de que esto no sea transitorio y que pongamos la ciencia entre nuestras prioridades, al menos al mismo nivel que el fútbol.
–Durante estas semanas que ha estado en estrecho contacto con sus compañeros de la UCI y de otros servicios, ¿qué situaciones límite ha presenciado?
–Frente a este tipo de desafíos es importantísima la colectividad, la colaboración, y a mí me ha emocionado el equipo que hemos sido capaces de enhebrar con esta pandemia y cómo todos los colegas se han volcado para batallar contra un enemigo común. En estas circunstancias especiales me he quedado sobrecogido de la mortalidad que ha tenido esta enfermedad. Como médico hematólogo, muy acostumbrado a lidiar con enfermedades muy graves, la Covid-19 ha sido espantosa, me ha causado mucha impresión.
–Existe preocupación por las posibles secuelas del coronavirus en aquellas personas que han superado la enfermedad. ¿Desde su perspectiva de hematólogo, cómo valora estos riesgos?
–El ensayo clínico con desfibrotide ha suscitado expectación internacional. Hemos compartido experiencias y casi todas coinciden en que miles de pacientes muestran secuelas cardiovasculares a largo plazo; que ya están empezando a haber pacientes que se han ido de alta y de pronto vuelven con insuficiencia cardiaca, problemas coronarios e isquémicos. Y esto nos reafirma en el papel crítico del endotelio y la idoneidad del defibrotide.
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