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Hay más pobres, y son más pobres. Es la demoledora conclusión del estudio sobre los estragos asestados por la pandemia a las tasas de pobreza en la Región presentado por el Observatorio de Pobreza, Desigualdad y Exclusión, que alerta además del incremento galopante de la desigualdad y de la escasa eficacia de las políticas públicas, el llamado escudo social, en la lucha contra la precariedad social.
Uno de cada tres murcianos está en riesgo de pobreza y exclusión social, un grupo de la población que ha aumentado tras la crisis sanitaria de forma notoria. La tasa de murcianos en riesgo de precariedad es seis puntos superior a la nacional: alcanza ya al 33,8% de los ciudadanos de Murcia, frente al 28% nacional y, lo que es peor, crece a más ritmo (cuatro puntos en solo un año, el posterior a la pandemia). Hay más pobreza y también más desigualdad: la pandemia ha ahondado la brecha y, si lo pobres son más pobres, los ricos son también más ricos. Según los datos aportados por Rosa Cano, presidenta de EAPN en la Región, y Juan Carlos Llano, director del informe sobre el estado de la pobreza, los sectores más pobres han visto reducidos sus ingresos entre cinco y diez puntos en la Comunidad, mientras que los más ricos los han incrementado en igual número.
La grieta se agranda en la Región, pero a su vez también lo hace en España: la pandemia y la crisis económica han ensanchado la brecha que separa el norte y el sur del país, con niveles de riqueza cada vez más desiguales. Andalucía, Canarias y Extremadura son las regiones con más ciudadanos en riesgo de exclusión, por encima del 38%; inmediatamente después, se sitúa Murcia, con casi un 34%. En el lado 'bueno' del mapa, el País Vasco y Navarra no alcanzan ni el 16%. Las personas en riesgo de pobreza o exclusión social (es decir, que viven bajo el umbral de la pobreza -para una persona sola, ingresar menos de 9.535 euros anuales; y para familias de dos personas adultas y dos menores, menos de 20.232- y padecen carencias materiales) tampoco se reparten en la Región con uniformidad: el Campo de Cartagena lidera la llamada tasa Arope (personas en riesgo de pobreza y/o exclusión, por sus siglas en inglés), mientras que la ciudad de Molina de Segura es la más desahogada.
Las cifras que alertan de la precariedad que ensombrece y dificulta la vida de miles de murcianos se amontonan en el informe: uno de cada diez murcianos sufren carencias materiales y sociales severas, la mitad no pueden permitirse una semana de vacaciones al año ni tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos, un 20% sufren por tener que retrasar los pagos, y dos de cada diez pasan frío o no pueden encender el horno porque padecen pobreza energética. Más datos sobre las necesidades materiales de los murcianos: casi el 12% llega con muchas dificultades a final de mes, el 5% no pueden permitirse una comida de carne o pescado cada dos días, y el 11,2% padece pobreza severa, lo que significa que no pueden permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año, una comida de carne, pollo o pescado al menos cada dos días, mantener la vivienda con una temperatura adecuada, afrontar gastos imprevistos, han tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda principal y no tienen coche.
«Son datos demoledores; la crisis anterior se resolvió en falso y, con la crisis por la pandemia, llueve sobre mojado; los datos no solo son malos, es que empeoran, y más aún en la Región de Murcia», alerta Llano, a quien le preocupa especialmente la brecha de desigualdad creciente y la pertinaz transmisión de la carestía. «La pobreza se hereda. El 80% de los universitarios son hijos de universitarios, el ascenso social es un mito. Se reproduce la transmisión de la pobreza. Se supone que vivimos en mundo de oportunidades, pero el reto de la lucha contra la desigualdad es planetario y hay cada vez más. Es urgente luchar contra la desigualdad», reivindicó ayer durante la presentación del estudio, en el marco del programa ODSesiones de la Universidad de Murcia.
El estudio evidencia de forma clara un empeoramiento de los principales indicadores de pobreza en 2021, aunque en menor intensidad si se tienen en cuenta las estimaciones realizadas al inicio de la pandemia. El llamado escudo social (el ingreso mínimo vital, los ERTEs...), que no ha contenido la sangría, sí la ha aminorado. En la Región, demanda Rosa Cano, las políticas públicas de lucha contra la pobreza son mejorables. «El acceso a la educación, a la vivienda, al empleo, son vitales. Lo que hacemos desde EAPN es intentar darle a los políticos la fórmula que se ha puesto en marcha en otras regiones para que se apliquen en Murcia políticas públicas transversales, y no solo a cargo de una Consejería», demanda.
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Los datos, alertan los autores del estudio, muestran «una insuficiencia en las estrategias tradicionales de protección y lucha contra la pobreza, contra el desempleo y de las políticas contra la pobreza vinculadas a la búsqueda de empleo. Además, se aprecia una pérdida de potencia de los factores tradicionales de protección: conseguir empleo y nivel educativo». La Consejería de Política Social, por su parte, aseguró ayer que se plantearán nuevas estrategias, «como la reformulación de la Renta Básica de Inserción (RBI), con el fin de continuar desarrollando diversas políticas transversales para hacer frente a los problemas que la pobreza plantea, especialmente en aspectos como la vivienda».
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