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Myanmar vive una tragedia doble: la coyuntural está provocada por el terremoto del pasado día 28, cuya devastación ha elevado ya la cifra temporal de ... muertos a 3.354, un número que seguirá creciendo; la estructural arrancó tras la propia independencia de la antigua Birmania, en 1948, es mucho más complicada de atajar y vive su último capítulo desde que en 2021 la actual Junta Militar dio un golpe de Estado que puso fin al esperanzador proceso de democratización y reinició la intermitente guerra civil que asola al país.
Ahora, ambas tragedias suman su poder devastador y se ceban en la población. Afortunadamente, los diferentes grupos guerrilleros que operan en el país, y que controlan más de dos tercios del territorio, declararon el pasado martes una tregua unilateral para hacer frente a la crisis humanitaria provocada por el terremoto. En un inicio, los militares rechazaron el alto el fuego, pero la ola de críticas que han recibido de socios tan importantes como China les ha obligado a cambiar de opinión.
De hecho, los golpistas vieron la oportunidad de avanzar en las zonas donde todavía se buscan cadáveres y a las que no llega la ayuda humanitaria, y solo recularon cuando un suceso disparó todas las alarmas: militares dispararon contra un convoy de la Cruz Roja china. Nueve vehículos que transportaban ayuda humanitaria y medicamentos a Mandalay, epicentro del seísmo, fueron atacados con ametralladoras en el Estado Shan. No se produjeron víctimas, pero Pekín tomó nota. En un inusual comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China exigió que «todas las facciones den prioridad a las labores de ayuda tras el terremoto».
De momento, así está siendo. Y el general al frente de los golpistas, Min Aung Hlain, incluso ha llevado a cabo esta semana un viaje a Bangkok para participar en una cubre de países del sur y el sureste de Asia, donde se ha reunido con diferentes líderes de la región para buscar apoyos a las elecciones que tiene previsto celebrar en diciembre, y que muchos críticos consideran una nueva «farsa» para mantener a los militares en el poder.
Uno de los políticos con los que conversó Aung Hlain fue el primer ministro indio, Narendra Modi. Le aseguró, según la prensa estatal que controla el Ejército, que los comicios serán «libres y justos». El mandatario hindú, por su parte, le pidió que se haga permanente el alto el fuego tras el terremoto y le recordó que las elecciones deben ser además «inclusivas y creíbles». El primer término resulta especialmente importante en un país con 134 minorías étnicas reconocidas y grupos que no lo son pero que tienen gran importancia, como son los rohingya.
Mientras tanto, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos declaró el viernes que la Junta estaba restringiendo los suministros de ayuda a las zonas afectadas por el terremoto en las que los residentes no respaldan su gobierno. Además, la oficina de la ONU indicó que estaba investigando 53 ataques de la Junta contra la oposición, incluyendo ataques aéreos, de los cuales 16 ocurrieron después del alto el fuego declarado el miércoles.
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