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El Día de la Región se celebra una vez al año, mientras que la desgracia del Mar Menor la tenemos presente todos los días. En ... los últimos seis años para ser más precisos, invocamos a diario el Mar Menor para medir y cronometrar la catástrofe medioambiental, esperando soluciones que todavía no se ven. Lamentablemente, el sentimiento por la laguna se ha incrustado en el ADN social con más fuerza y rapidez que nuestra propia identidad autonómica. Y no digamos la proyección puertas afuera. Ya no vale con describir la magnitud del desastre o pedir menos ruido político. Nuestro Estatuto de Autonomía se encuentra, a sus 40 años, en un limbo parlamentario debido a una reforma frustrada, y hasta ahora tampoco ha sido muy útil para ayudar a dirimir las competencias y obligaciones para salvar el Mar Menor; una situación que irrita a los ciudadanos, que no entienden la falta de coordinación entre administraciones. Pretender solucionarlo a estas alturas con un «gran pacto», como propuso ayer López Miras, es solo munición para los discursos. Si reclamamos autonomía, hay que ejercerla con todas las consecuencias.
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