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Los temidos tres cohetes, que en Cartagena son la señal de disolución de una procesión que ya está en la calle, sonaron este Viernes de Dolores, cuando la Cofradía California echaba a la calle el cortejo del Cristo de la Misericordia y de la Virgen del Rosario, con el que se estrenaba en la Semana Santa de 2025. La causa fue la aparición de una tímida lluvia, un ligero chispeo, en el centro de la ciudad. Con el precedente del Domingo de Ramos de 2024, la cofradía que tiene como hermano mayor a Pedro Ayala decidió no asumir riesgos y ordenar el regreso de penitentes y tronos a la iglesia de Santa María de Gracia. No llovió mucho pero las predicciones que llegaron a la iglesia en esos momentos eran de posibilidad de lluvias más fuertes, originadas por un cambio de viento, explicaron participantes en la procesión. La Aemet aumentó la probabilidad de lluvias conforme avanzaba la noche. En plena confusión, un hombre sufrió un infarto dentro de la iglesia.
La disolución ocurrió sobre las diez de la noche, cuando la procesión llevaba una hora en la calle. Acababa de salir de la iglesia el penúltimo trono, el de Jesús de la Misericordia, que regresó de inmediato. Su tercio de penitentes llegaba a la esquina de las calles del Aire y Cañón. Los capirotes dieron la vuelta y corrieron a ponerse a resguardo con los enseres que portaban. Por delante llevaban al primer trono a hombros del cortejo, el de La Despedida de Jesús de la Santísima Virgen, que entraba a la calle Mayor. Así que tuvo que recorrer toda esa vía con un paso más vivo que de costumbre y dirigirse a la iglesia por la Plaza de San Sebastián.
La suspensión dejó dentro de Santa María a los capirotes y al trono de palio de la Virgen del Rosario. No obstante, cuando sobre las diez y veinte de la noche ya estaban a resguardo los participantes y el patrimonio, los portapasos sacaron a María a la rampa para cantarle la salve y rendirle honores por parte del piquete de la Sección de Honores de la Agrupación de granaderos.
Esa lluvia fugaz no fue la única desdicha de la noche para los procesionistas. En todo ese ambiente de tensión y nervios, los servicios sanitarios tuvieron que atender a un varón que sufrió un infarto dentro de la iglesia. El hombre, mayordomo californio, había cantado la salve con varios familiares y cuando entraba a la nave central cayó desplomado. Personal de Protección Civil que estaba en las inmediaciones le practicó una reanimación cardiopulmonar que resultó vital. Y pocos minutos después llegó una ambulancia del 061, cuyo personal médico lo estabilizó y trasladó al hospital.
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