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David Gómez y EVA LLOBELL
Jueves, 9 de junio 2022, 00:23
«Nos invitáis por ser viejos, no nos engañemos», suelta Juan Ramón Calero, el histórico líder de Alianza Popular en la Región, nada más entrar a la Redacción de LA VERDAD, el pasado miércoles 25 de mayo, para participar en una tertulia sobre el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía de la Región de Murcia junto a antiguos adversarios políticos y ahora compañeros de batallitas: los socialistas José Plana y José Méndez, y el comunista Pedro Antonio Ríos. Los cuatro participaron, en mayor o menor medida, en el proceso que desembocó en la Ley Orgánica 9/1982, de 9 de junio, que todavía hoy es, junto a la Constitución, la norma máxima de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
Moderados por la periodista Eva Llobell, los cuatro demuestran que están hechos de otra pasta para el debate. Discuten de forma respetuosa, sin interrumpirse ni mucho menos insultarse, y solo cuando sale el tema de Vox saltan algunas chispas. Salvo Pedro Antonio Ríos, que con los años se pasó del PCE al PSOE y ocupa la Secretaría de Movimientos Sociales y Plataformas en la Ejecutiva de José Antonio Serrano en Murcia, los demás ven los toros desde la barrera desde hace tiempo, lo que les da mayor libertad para decir lo que se les pasa por la cabeza. En la tertulia exponen sus recuerdos del camino hacia el acuerdo, rememoran anécdotas de la época, reflexionan sobre lo que ha supuesto el Estatuto para la sociedad murciana y ofrecen su visión sobre la situación política actual de la Región. No muy esperanzadora, por cierto. Los padres del Estatuto examinan a una criatura que hace ya mucho que es adulta.
–Pedro Antonio Ríos: Yo me incorporé al proceso de negociación en el año 1981, tras fallecer en el accidente de Quintanar de la Orden Agustín Sánchez Trigueros, que era el que participaba por parte del PCE. Lo recuerdo como una etapa en la que se nos quería hacer partícipes de una discusión que estaba muy acotada. La discusión giraba sobre tres temas: cuál iba a ser el nombre de la Región, cuál iba a ser su composición, si una o dos provincias, si con Albacete o sin Albacete, y el tipo de competencias que íbamos a tener, si optábamos por la vía del 143 de la Constitución o por la del 151. Eso lo estuvimos discutiendo hasta el final. En la asamblea que los ayuntamientos celebraron en Totana, poco antes de remitir el Estatuto a Madrid, yo era uno de los que repartía papelicos para que Murcia fuera por el 151. No fue así.
–Juan Ramón Calero: Yo recuerdo que el sector social al que yo me dirigía como político en aquellos años quería democracia, sí, pero lo de la descentralización autonómica le era más ajeno. Lo veíamos con menos claridad. Entendíamos que Cataluña, País Vasco y Galicia necesitaban un tratamiento específico, pero no veíamos la razón de ser de que Murcia o La Rioja se constituyesen como autonomías. Yo explicaba a mi gente que la utilidad de la autonomía estaba en que ya no tendrían que ir a Madrid a realizar papeleos y me respondían: '¿Pero entonces cuándo voy yo al teatro?'. Murcia vivía cómoda en el centralismo. Participé en las reuniones, dirigidas por Ciriaco de Vicente, que era un enviado de Alfonso Guerra, y el modelo de Estatuto que seguimos fue el de Asturias. Tuvimos discusiones profundas y simpáticas. El color de la bandera, el nombre de la Región, la capitalidad parlamentaria... Mariano Yúfera, que fue alcalde de Mazarrón, proponía que se llamara Región Frutalense. Pérez-Crespo y Ruiz Risueño se encargaron de que no estuvieran juntas Murcia y Albacete. Lo ideal hubiera sido una Región del Sureste, con Murcia, Albacete, Alicante y Almería. Pero nos quedamos solos, residuales.
–José Plana: Hubo muchos estudios y debates. Recuerdo que fuimos a Navarra a ver cómo funcionaba aquello de los aforamientos y se pidieron informes a la Universidad de Murcia para ver qué clase de Estatuto se hacía. La creación de la autonomía significó un aumento de la participación del ciudadano en los asuntos públicos. Además, lo que se comenta, de que en vez de tener que ir a Madrid a pedir el permiso de Industria se pueda pedir en Murcia, representó en la práctica algo muy importante.
–José Méndez: El Estatuto lo redactamos en mi casa Pepe Plana, Ciriaco de Vicente y yo, con una vieja máquina de escribir. Copiamos el de Asturias y, donde ponía Principado, poníamos Región, ya que estaba muy marcado el marco de referencia, había poco que discutir. Realmente, el Estado autonómico fue una cosa de Suárez, que transformó un problema de catalanes, vascos y gallegos en una cosa de todos, con el famoso café para todos. La preautonomía en la Región empezó con unas directrices del Gobierno de UCD a su gente en Murcia, a los Egea. El PSOE no era partidario al principio de la autonomía, porque no sabía muy bien qué era, algunos pensaban que era un invento de la derecha para quitarnos el poder conseguido en las elecciones municipales de 1979.
–Ríos: PCE y AP fuimos invitados a participar, pese a que no teníamos representación por Murcia en las Cortes. Así como el Partido Cantonal y el de Mariano Yúfera, de Mazarrón. Hubo consenso, pero insisto en que el Estatuto fue más una carta otorgada que una verdadera ansia de los murcianos por conquistar la autonomía. Ahora se ha intentado una reforma para evitar que gobiernen los tránsfugas, para acabar con esa manta retalera en la que se ha convertido el Gobierno regional, y no ha sido posible.
–Calero: Es que establecer la descentralización autonómica fue muy complicado. Aquí se intentó hablar al principio del espíritu regional, de que éramos una región con identidad, pero en realidad no necesitábamos esa identidad regional para organizarnos territorialmente.
–Ríos: De hecho, seguimos sin himno.
–Calero: Bueno, tenemos 'La Parranda'.
–Ríos: No creo que eso guste en Cartagena.
–Calero: Pues qué se le va a hacer. El problema de fondo es el modelo de Estado. La Constitución intentó copiar la Constitución alemana, pero lo hizo mal y el Título VIII es un auténtico caos. Yo soy partidario de las autonomías, pero creo que hay que racionalizar la administración autonómica, centralizar competencias que están descentralizadas.
–Méndez: Lo que yo observaba es que la gente que trabajaba en la Administración sí quería más libertad, pero al resto del pueblo le importaba poco la autonomía. Y la clase política se apuntó a la autonomía porque vio que había puestos para todos, cargos para todos, sueldos para todos, despachos, secretarias y coches oficiales para todos. Por eso realmente hubo consenso.
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–Ríos: Como he dicho antes, me incorporé tarde al proceso de elaboración del Estatuto, tras el accidente de Quintanar. Mi principal recuerdo es el del acto de entrada en vigor del Estatuto, celebrado en el Palacio Almudí, donde intervine en representación de mi partido. El periodista Adolfo Fernández dirigía la ceremonia. Era muy estricto con los tiempos, cinco minutos me dio. Me acuerdo de que entramos a ritmo de Wagner. Estaban ahí todos los cuerpos y fuerzas de seguridad, el obispo, el capitán general... Yo acababa de ser elegido secretario general de PCE y sentí una intervención de mucho calor, muy emotiva. Todas las intervenciones lo fueron. Hablaron Luis Egea, por la UCD; Álvarez-Castellanos, por el PSOE; además de Andrés Hernández Ros. Cada uno, con su estilo. Para mí fue un acto muy impresionante, quizás había más boato que chicha llevábamos en el Estatuto. Pero la sensación era que se había dado un paso muy importante.
–Plana: Hay cosas que se dicen que son parcialmente ciertas. No hubo en realidad problema con la denominación de la Región. Hubo nombres raros y estrambóticos que estuvieron sobre la mesa, como los que planteaba el alcalde de Mazarrón, de la Región Frutalense, pero se quedaron en meras anécdotas, no hubo en realidad un debate serio sobre eso. Otro tema que se suscitó fue el de la biprovincialidad. Los cantonales quería que de aquí saliera la creación de la provincia de Cartagena. Pero nosotros ni siquiera teníamos competencias para fabricar eso. Probablemente, de ese debate surgió la bicefalia regional, la del Gobierno en Murcia y la Asamblea en Cartagena. Es probable que saliera de ahí.
–Calero: Seguro que salió de ahí, Pepe. Hubo anécdotas graciosas. Nos reunimos muchas tardes, que eran muy calurosas. Yo aprendí mucho en esos debates, porque Ciriaco de Vicente nos llevaba muy bien, es un hombre muy inteligente. Hubo un debate sobre el rojo cartagena de la bandera. Yo cité a Benito Pérez Galdós, que tiene dos episodios nacionales, uno de la Primera República y otro del Cantón de Cartagena, donde cuenta el origen del rojo cartagena. Según dice Galdós, el rojo cartagena fue la bandera con la que la fragata 'Numancia' salió al mar una vez que el Gobierno declaró piratas a los cantonales. Era la bandera del pirata Barbarroja. Ese es el origen. Eso lo expuse en los debates, pero Ciriaco de Vicente prefirió que no constara en acta.
–Méndez: Cuando se planteó la capitalidad, Andrés Hernández Ros, que era el presidente del Consejo Regional y secretario general del PSOE en la Región, pensó en dar algo a Cartagena. El mismo problema que nosotros lo tenía Extremadura con Cáceres y Badajoz, pero le dieron la capital a Mérida. También en el País Vasco, con Bilbao y San Sebastián. La capital se quedó en Vitoria. Andrés estuvo pensando muy seriamente llevar el Gobierno regional a Cartagena. No se atrevió. Alguien le convenció con el argumento de que entonces la carretera era muy mala, que cómo se iban a ir para Cartagena los funcionarios transferidos. Si Hernández Ros hubiera tenido valor en ese momento, hubiéramos encontrado una solución para el tema Cartagena-Murcia, con lo bien conectadas que están hoy por autovía y por ferrocarril. Fue una ocasión perdida.
–Ríos: Yo recuerdo a Andrés Hernández Ros en un acto en la puerta del Ayuntamiento de Cartagena, en presencia del hoy Rey emérito Juan Carlos I y con el Estatuto de Autonomía ya aprobado y en vigor, hablar con claridad de la provincia de Cartagena.
–Calero: Cuando fui diputado en Cortes, me llevé un día al líder de los cantonales al Congreso, se lo presenté a Manuel Fraga. Le dije: 'Don Manuel, Cartagena están pidiendo la provincia'. Me respondió: 'Mi querido amigo, esto de la provincialidad ha recorrido su trayectoria histórica, pero no hay inconveniente en darle la provincia a Cartagena». Le pregunté si entonces podíamos meterlo en el programa electoral y me respondió que sí, así que lo metimos en el programa de las elecciones de 1987.
–Méndez: En cambio, yo recuerdo que en el año 1984, en un acto al que vino el ministro Ernest Lluch, en una reunión con el entonces alcalde de Cartagena, Juan Martínez Simón, este se levantó y le dijo: 'Ministro, yo como socialista y cantonal, quiero decirte que...'. Y Ernest se volvió hacia mí preguntándome cómo casaba eso de socialista y cantonal.
–Ríos: Pues Lluch solo tenía que haber pegado la oreja a los debates de sus compañeros del PSC, porque a lo mejor se hubiese llevado una sorpresa.
–Méndez: Lluch siempre tuvo un gran sentido de Estado. En la Transición, el PNV hablaba de la confederación de Estados ibéricos y los catalanes se referían al Rey como conde de Barcelona, etc... Ernest se posicionaba contra estas cosas. ETA lo mató por eso, sobre todo por su gran capacidad intelectual, por su capacidad de persuasión.
–Calero: Es que en esos años se decían muchas cosas de esas. Está la anécdota de una de las primeras Diadas que se celebraron en Valencia durante la Transición, que había un joven tocando la guitarra cerca del escenario donde se celebraba el acto. Le dijeron que subiera a tocar y el chico, que era de Albacete, subió y reivindicó «una Mancha socialista, libre y con salida al mar».
–Ríos: La mujer tuvo poca participación en la elaboración del Estatuto de Autonomía porque, en aquellos años, apenas había brotes individuales de presencia femenina en la política. Entonces estaba María Antonia Martínez, que fue vicepresidenta y llegó a ser presidenta, y en la primera Asamblea solo había dos diputadas, Teresa Pérez Picazo y Teresa Alcaraz. Pero uno de los logros de la autonomía es haber facilitado la incorporación de la mujer a todos los ámbitos de la vida pública. En la universidad hay mayoría femenina, aunque todavía hay menos decanas que decanos. En sanidad, hay muchas doctoras y enfermeras, pero menos mujeres en las jefaturas. En la administración pública, igual. La autonomía, como asentamiento en el territorio, sí vino bien a la incorporación de la mujer. Y otra cosa que ha influido mucho han sido las cuotas. Se han criticado, pero ayudan al crecimiento de la mujer en los cargos directivos. Aunque queda mucho camino por andar.
–Plana: Había muy pocas mujeres en los años de la elaboración del Estatuto. Recuerdo a una alcaldesa en Yecla y a otra en Ricote, pero poco más.
–Calero: Nosotros valorábamos el mérito y la capacidad, no las cuotas. Cualquier mujer que quería entrar en Alianza Popular, entraba. En AP las mujeres contaban mucho, tenían mucha influencia, pero no todas querían ocupar los puestos políticos. La presidenta de Nuevas Generaciones entonces era María Isabel Valcárcel, que trajo a su hermano Ramón Luis, no sé si os suena, al partido. Yo le hice la ficha. Cuando la mujer quiere mandar, manda. En mi casa manda mi mujer. Lo veíamos con naturalidad, los seres humanos son iguales, pero el mérito y capacidad deben regir.
–Méndez: En la Transición, en el PSOE no había muchas mujeres dispuestas a afrontar cargos en un Ejecutivo. En el PCE sí, porque había muchas más mujeres concienciadas. La tarde en que se legaliza el PCE, me paseé por Galerías Preciados y vi a Elvira Ramos o Mercedes Reverte celebrándolo. En el PSOE solo había mujeres en Madrid.
–Ríos: Pero claro que las mujeres no estaban en disposición de ocupar cargos políticos en esa época, si entonces llevaban exclusivamente sobre sus espaldas el peso del hogar, del cuidado de los hijos. No existía la igualdad, no podían implicarse.
–Calero: Pero insisto en que mandaban mucho y aportaban mucha sensatez. Yo participé en muchas reuniones en la casa de José María Aznar, en las que nos dedicábamos básicamente a conspirar. En una ocasión, mientras hablábamos, aparece su mujer, Ana Botella, que luego fue alcaldesa de Madrid, y va y nos dice: 'Todas las cosas de las que habláis, luego ninguna se cumple'. Y tenía razón. Esto demuestra que la mujer tenía una lógica totalmente distinta, mucho más sensata.
Diputado en 1982 (PSOE)
Denominación: «Hubo sobre la mesa nombres estrambóticos, como el de Región Frutalense, pero no hubo debate serio sobre eso» | Amenazas: «La autonomía necesita retoques, pero no creo que sea frágil ni que esté en peligro»
Líder del PCE en 1982
Acceso a la autonomía: Hasta el último momento los comunistas defendimos ir por la vía del 151. No fue así» | Reto del futuro: «Hay que sumar a la población a un proyecto regional que ilusione, con un liderazgo que hoy no existe»
Líder de AP en 1982
Recelo de la derecha: «El sector social al que yo me dirigía no veía clara la autonomía. Murcia estaba cómoda con el centralismo» | Propuesta: «Lo ideal hubiera sido una Región del Sureste, con Alicante, Albacete, Murcia y Almería»
Político del PSOE en 1982
Anéctoda: «El Estatuto se redactó en mi casa, en una vieja máquina de escribir, copiando el de Asturias» | Crítica: «La clase política se sumó a la autonomía porque había cargos y sueldos para todos»
–Plana: El actual Gobierno de la Región de Murcia tiene varios retos. Principalmente, resolver el problema del agua y que terminen de llegar los transportes. Tenemos buenas autovías, pero aún faltan las infraestructuras ferroviarias. También tiene el reto de conseguir algo de ayuda para arreglar un poco el Mar Menor. Son las tres grandes cosas que veo como prioritarias. Además, falta dinero, hay muchos servicios públicos infradotados, como Sanidad y Educación.
–Ríos: El reto fundamental es sumar a la población a un proyecto regional que ilusione, con un liderazgo político y un liderazgo social que hoy no existen. La Región tienen un 3% de la población nacional y un 3% del PIB nacional. No queremos ser más, pero queremos ser parte del proyecto nacional. Somos tan importantes como Asturias y La Rioja, pero no lo parece. Tenemos complejo de región pedigüeña. El Mar Menor, culpa de Madrid. El agua, culpa de Madrid cuando gobierna el PSOE, porque cuando está Rajoy nos callamos. Y mientras, aquí, el Gobierno regional más preocupado en que no se enfaden sus tránsfugas de Vox y Ciudadanos, para así conservar el poder. Por otra parte, tenemos que ser más austeros. Cualquier consejero tiene diez o doce asesores. Se ha politizado demasiado la Administración. Para llegar a jefaturas lo que importa es la decisión del Gobierno. Además, tenemos problemas de gestión de la sanidad, la educación, la dependencia y la política social. Porque no respondemos al cuerpo legal. Hay un desfase entre lo que se regula legalmente y lo que el ciudadano percibe, lo que les produce desazón.
–Méndez: La clase política de la Región es incompetente y no sabe dirigir a los ciudadanos. Como dice Pedro Antonio, cada consejero tiene 4 o 5 asesores, y los reúne cada mañana para trazar estrategias. Pero no hay más que coger los periódicos y leer que no se han gastado el dinero que tienen, que no son capaces de gestionar su propio presupuesto. Por ejemplo, se anuncian ayudas para instalar placas solares que luego nunca llegan, y lo mismo pasa con las ayudas sociales, los incentivos a empresas, las ayudas a la dependencia o la discapacidad. La Administración regional no funciona, no sé qué pasa, no se me ocurre otra cosa que la pura incompetencia.
–Calero: Yo no soy de los que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. Todo lo contrario, la Región es ahora mejor que hace 40 años. La sociedad murciana ha cambiado muchísimo. Antes teníamos 1 millón de habitantes, ahora 1,5. Había muchos déficit de infraestructuras en los pueblos, mucha miseria. Como diría Guerra, a la Región de Murcia no la reconoce ni la madre que la parió. Es cierto que gran parte de este progreso se debe a los fondos europeos, pero no hay ninguna duda de que la sociedad actual es mejor que la de principios de los años 80. Tenemos problemas, pero los mismos que todas las autonomías. El estado autonómico necesita una reestructuración. Insisto en que o reformamos el título VIII o esto se va al garete. O mantenemos el Estado de Bienestar o el Estado autonómico, no es posible mantenerlos ambos. Yo apuesto por el de bienestar. Hay que racionalizar la gestión autonómica, clarificar las competencias. El Estado español tiene unas competencias que no son delegables ni transferibles, por mucho que se empeñen los separatistas catalanes y vascos. Se deben gestionar para garantizar la igualdad de todos los españoles. No es lo mismo la sanidad catalana que la extremeña. Eso no puede ser. Igual que la educación no puede estar en manos de políticos que la utilizan para romper España. Si se racionaliza España, Murcia ganará. Y su Estatuto será lo que razonablemente decidamos entre todos.
–Méndez: La democracia es muy débil, necesita mucha protección, mucha colaboración de los partidos. La de la Región de Murcia es muy ligera, puede caer en cualquier momento, así que espero que no gobierne Vox, que no solo quiere cargarse las autonomías, sino todo el sistema de libertades públicas. Es un gran peligro para la democracia.
–Plana: La autonomía necesita retoques, pero no creo que sea frágil ni que esté en peligro. Tendrá la fragilidad que tenga el sistema democrático.
–Calero: No debemos dramatizar. El problema de las autonomías es la falta de solidaridad social y territorial. Murcia es víctima de la falta de solidaridad territorial con el agua, lo estamos viendo ahora con el Trasvase Tajo-Segura. Vox se moderará conforme vaya gobernando.
–Ríos: Como todos los populismos, Vox conecta con la gente por la desazón que existe. Quieren cargárselo todo, están en contra de todo, aunque luego no dicen qué medicina aplicarán a los problemas. Afortunadamente, en España, los dos grandes partidos todavía tienen un peso estructural en todo el Estado. Es curioso que Santiago Abascal quiera cargarse las comunidades autónomas cuando ha estado muchos años viviendo de un ente vinculado a una Administración autonómica.
–Calero: Hablamos mucho de Vox, pero Podemos quiere cargarse el régimen del 78 y lo vemos con total naturalidad. A mí me parecen más peligrosos que los de Vox.
–Ríos: ¿Pero cómo dices eso, Juan Ramón? Yo no lo creo así.
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