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EVA LLOBELL
Jueves, 9 de junio 2022, 08:56
Carlos Collado Mena (Orleans, 1938) es el hombre tranquilo de la política regional. Este profesor de Filosofía jubilado consiguió ganar dos elecciones regionales por mayoría absoluta bajo las siglas del PSOE, algo que no ha vuelto a ocurrir.
–¿Cómo vivió el nacimiento del Estatuto de Autonomía?
–Nunca he vuelto a ver un consenso como el que se consiguió con el Estatuto. Lo echo de menos en la política actual. Los murcianos no saben quiénes son sus diputados ni qué están legislando. Solo se transmite un enfrentamiento continuo.
–¿Había una identidad murciana en aquel momento?
–No nos movía una conciencia regional superlativa, pero sabíamos que era el momento y no nos podíamos descolgar de otros que nos llevaban la delantera, como los catalanes, vascos y gallegos. Ha costado mucho llegar a un orgullo de murcianismo.
–Intentó ampliar el territorio de la Región con Albacete y Almería.
–Sí y más allá (ríe). Incluso planteé que Orihuela estuviese en nuestra Región. Teníamos cosas en común. Al final, fue un fracaso.
–Usted ganaba en la Región por mayoría absoluta y eso se acabó, ¿por qué?
–Al principio, los socialistas estábamos unidos y tuve el mejor gobierno que se pueda soñar. Gente preparada con ganas de trabajar por los ciudadanos. Luego, llegaron los problemas.
–Un asunto que le puso en la palestra judicial y del que quedó absuelto...
–Cada vez que recuerdo que mi propio partido me llevó al abismo, siento auténtico dolor. Nunca le tuve miedo a la oposición. Sentía miedo de mis propios compañeros socialistas. Dicen que me quitaron de la Presidencia y yo siempre recuerdo que dimití, no me quitaron. Veintidós diputados de mi partido me dieron la espalda. No digo nombres porque los traidores ya no tienen nombre.
- Carlos Collado siempre ha lucido una melena abultada de profesor heterodoxo. Dice que le gusta así, salvaje. Sin embargo –en la entrevista mantenida en su casa, rodeados de cerámicas de Larios– luce repeinado. «Lo del pelo no ha sido cosa mía», aclara. Recuerda para LA VERDAD momentos en los que se despeinó con motivo y mucho gusto:
- «Cuando tomé posesión de la presidencia de la entonces Diputación Provincial, dije que llegaba con dos carnés, uno en cada mano: el de UGT y el del PSOE. Fue para darle en la cara a un falangista».
- «Otro momento histórico fue cuando ordené la finalización de los vertidos de Portmán. Desde lo alto pronuncié ese 'corten vertidos' que, por desgracia, no acabó con el problema».
- «Con el exministro Carlos Solchaga tuve unas palabras por las negociaciones industriales en Cartagena. Él me dijo que por sus cojones General Electric se iría a Asturias y yo le dije que por los míos vendría a Cartagena».
- «En el asunto de mi dimisión recuerdo mi encuentro con Felipe González. Me llamó a un lado y me dijo: 'si el partido no te apoya, no puedes forzar ni gobernar'».
–Habla de su dimisión como presidente de la Región de Murcia como una etapa «dura y triste».
–Estuve cuatro años sentado en un sillón por las noches sin dormir y preguntándome qué motivó una conjura que urdieron durante años a mis espaldas. Ahora puedo decir sin miedo que yo estaba en la inopia. Aquellos tontos me quitaron de en medio porque pensaban que podían seguir ganando elecciones, y no fue así.
–Usted fue absuelto de todas las acusaciones. ¿Qué pasó después?
–No pasó nada. Le envié a todos los políticos y medios de comunicación la sentencia y salió publicada en un pequeño espacio, después de los ríos de tinta.
–¿Arrastra el partido esas dolencias?
–Aquellas intrigas hundieron al Partido Socialista y no se ha recuperado.
–¿Sigue creyendo en el partido?
–A los murcianos hay que decirles que confíen en el PSOE, pero no en todos los militantes. Me dolió que Diego Conesa no llegase a gobernar.
–Pedro Sánchez aguantó también los chaparrones y ahí está.
–Pedro Sánchez es único, ese hombre es el ave Fénix. Nada que ver conmigo ni con Diego, por desgracia.
–La Asamblea le ha otorgado la Medalla de Oro, ¿con qué ánimo la recibe?
–La recibo con una inmensa alegría porque yo monté la Asamblea y me siento vinculado a su nacimiento, a su sede, a todo lo que ocurrió allí.
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