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XXIV Festival taurino con picadores a beneficio de la AECC.

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XXIV Festival taurino con picadores a beneficio de la AECC. N. García / AGM

Vigésimo cuarto milagro taurino contra el cáncer

El festival solidario de Murcia volvió a ser un éxito, con trece orejas, dos rabos y mucho público

Francisco Ojados

Murcia

Domingo, 22 de abril 2018

El tradicional festival a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Murcia volvió a congregar en la tarde de este domingo a mucho público en la plaza. Buena noticia para la asociación, que un año más llena sus arcas con una buena recaudación, y también para el toreo en Murcia, cuya afición, que volvió a vivir una tarde triunfal, responde a esta llamada.

Vídeo. Resumen del festival taurino. N. García / AGM

Abrió plaza un utrero de Los Espartales, que salió barbeando tablas y que lidió el rejoneador Sergio Galán, quien brindó su faena al público. Con un solo rejón de castigo cambió de tercio, para dar paso en banderillas al tordo 'Embroque', con el que dio la lidia adecuada para mantener al astado a centímetros de la cabalgadura, eligiendo bien los terrenos para clavar en lo alto. Luego, con 'Titán', tras colocar los palos a favor de querencia, adornó la suerte con piruetas en la cara de la res. La rueda de cortas final y el rejonazo fulminante, cobrado al segundo intento, llevaron a las manos del caballero las dos primeras orejas del festejo.

El primer toro para la lidia a pie, de La Palmosilla, correspondió en suerte a Rafaelillo, que volvía a la plaza de su tierra tras larga ausencia. Lo hacía en sustitución de El Cordobés, lesionado. El murciano, a la primera oportunidad demostró la disposición con la que compareció ante sus paisanos. Dos faroles de rodillas, otras tantas verónicas genuflexo y una revolera, con el astado apretando hacia los adentros, fue su tarjeta de presentación. Luego en varas, quedó enhebrada la pica y costó retirarla del animal, lo que no le hizo ningún bien. Tras el tercio de banderillas, Rafael, mientras el toro escarbaba, se dirigió a los medios para brindar, con recuerdo a los cielos incluido, y de nuevo, rodillas en tierra, comenzó la faena.

Ya en el tercio planteó el toreo en redondo ante un ejemplar que no fue fácil, por reservón y orientado. Rafaelillo, que no puede relajarse ni en un festival solventó la papeleta con buena técnica y orgullo torero, sorteando aquellas embestidas que le vinieron al cuerpo y ganando la pelea a base de llevar muy tapado al de La Palmosilla, que acabó por rajarse. El final de faena tuvo garra, con tres molinetes de rodillas y una tanda diestra ligada bajo el tendido de sol, rematada con el doble de pecho y el de la firma. Como viajó recto detrás de la espada, que cayó tendida, pese a acabar de un certero descabello, paseó las dos orejas que pidió el respetable y que a la postre fueron de los premios más justos del festejo.

El festejo

  • Plaza de Toros de Murcia XXIV Festival taurino con picadores a beneficio de la AECC. Casi lleno.

  • Ganadería Un toro para rejones de Los Espartales, y seis de La Palmosilla para la lidia a pie. Bien presentados.

  • Sergio Galán (Rejoneador) Dos orejas

  • Rafaelillo Dos orejas

  • El Fandi Dos orejas tras aviso

  • Cayetano Dos orejas y rabo

  • Ureña Dos orejas y rabo

  • Ginés Marín Dos orejas

  • Ramón Serrano (Novillero) Una oreja tras aviso

  • Incidencias Se guardó un minuto de silencio por el accionista de la plaza, Jesús Guijarro, y por el que fuera presidente de este coso, Francisco Cuadrado

El Fandi fue el tercero en actuar. Lanceó con limpieza a la verónica, y tras un fuerte puyazo, el granadino dio fiesta con un quite por chicuelinas y después en un espectacular tercio de banderillas en que llegó a colocar cuatro pares. Brindó al público. Con oficio, tapó los defectos de un toro que no fue un dechado de virtudes y al final tiró de recursos para calentar el graderío con molinetes de rodillas y un circular agarrado a la grupa. Mató al tercer intento tras escuchar un aviso por el largo metraje del trasteo y el palco fue generoso al conceder el doble trofeo.

Cayetano sorteó al cuarto de la tarde, al que recibió con buen aire a la verónica y toreó por delantales en el quite sobrevenido al puyazo. Brindó a los asistentes y comenzó con una serie prometedora. No le sobraron fuerzas al colorado, que embistió rebrincado, motivo por el que le costó acoplarse al torero de dinastía. Aún así, su nobleza permitió a Cayetano dibujar algún natural bien trazado, de uno en uno, adornando su labor con detalles para la grada, como un desplante rodilla en tierra. Acertado en la estocada final, paseó los máximos trofeos en otro exceso presidencial.

El quinto fue para Paco Ureña. Toro blanco, salpicado y botinero que salió con pies, tuvo buen son y resultó muy flojo de remos. Lo lanceó bien a la verónica el de Lorca, que brindó al público. La faena fue de suavidad en las formas. De caricias. Y Paco se gustó, toreando a cámara lenta y dibujando los muletazos más bellos de la tarde. Una serie con la diestra, llevando cosido al burel a los vuelos y acompañando con la cintura el viaje sutil de la muleta, rematando con el pase de pecho de costadillo, fue un primor. Para acabar, se echó de rodillas para torear en redondo y como el estoconazo hizo rodar al toro sin puntilla, abierta por el palco la veda de los máximos trofeos, se pidieron con fuerza las dos orejas y rabo concedidos.

Debut

Debutaba en esta plaza Ginés Marín. El joven extremeño, bien vestido para el evento, entraba en este festival avalado por sus triunfos en grandes ferias. Le cupo en suerte un bravo ejemplar al que lanceó con gusto a la verónica. Brindó su ejemplar desde los medios y como la bravura es exigente, no le resultó fácil acoplarse. El trasteo quedó en voluntarioso, tirando de recursos en los epílogos bajo el tendido de sol y como la estocada tuvo máxima eficacia paseó las dos orejas.

Cerró plaza el novillero de San Javier Ramón Serrano. El alumno de la Escuela de Murcia no dudó en cruzar el ruedo para recibir a su novillo a porta gayola. Con dos largas cambiadas dejó patente su actitud. Igualmente lo hizo después de brindar a su maestro, Pepín Liria, cuando, de rodillas, comenzó su faena toreando en redondo e improvisando una arrucina imposible que metió completamente en su labor a la plaza. Sonó la 'Parranda' para aderezar la faena de un torero por hacer -no faltó la voltereta motivada por las ganas y las falta de oficio- pero con detalles de torería que hacen vislumbrar aptitudes para funcionar. Falló con el descabello después de una estocada al encuentro al segundo intento, por lo que se esfumaron los máximos trofeos.

Colofón a un festival exitoso que ya camina hacia su XXV edición.

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