!['Místicos': un impulso a la restauración de arte en Caravaca](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/201811/17/media/cortadas/131190819-U213734463482USD-U601597278626PpG-624x500@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
!['Místicos': un impulso a la restauración de arte en Caravaca](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/201811/17/media/cortadas/131190819-U213734463482USD-U601597278626PpG-624x500@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
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El jueves 20 de septiembre, en la iglesia de la Compañía, en Caravaca de la Cruz, se extendía una alfombra de tesoros por la elegante nave jesuítica. Cajas enormes con herrajes de seguridad eran vigiladas por agentes armados en espera de lo que en el mundo de los museos se denomina 'correos' que, por lo general, son restauradores y conservadores que viajan con la obra prestada para la exposición. En todo ese maremágnum aparente rige un orden metódico y toneladas de documentación previa para lograr cada préstamo. En el silencio impuesto por el respeto de todo ese volumen oculto, abrimos una caja y de ella emerge 'San Francisco recibiendo los estigmas', de El Greco. Las 15 personas presentes en la sala mantienen un atronador silencio cuando van cayendo las capas protectoras de plástico y va materializándose el cielo de Toledo que preludia al extático santo. La belleza surge de un cajón de madera y comienza un proceso de revisión con lupa y ultravioletas.
Un pelo del pincel muestra que el pintor era humano y se detalla en un informe el perfecto estado de conservación de la pieza proveniente de la colección de Juan Abelló, una de las más importantes del país. Este es el acaecer perfecto pero no siempre las piezas aparecen así. Al fondo de la sala hay una escultura formidable de José Risueño, uno de lo mejores imagineros granadinos: 'Santa Teresa escritora', del Museo de San Juan de la Cruz de Úbeda. La escultura viajó hace unos años a la Biblioteca Nacional y a la vuelta se produjo un desperfecto notable en la frente y así se conservaba. Frente a ella, con unas gafas como de ciencia ficción, Fuensanta López Rosagro trabaja ajena a la apertura de cajas de maravillas. Su trabajo es lento e importante, decisivo y duradero. Lucha contra un desperfecto visible con la presión de las fechas, la exposición se ha de inaugurar unos días después. Es la última de una serie de 10 obras que han sido, o serán restauradas, gracias a 'Místicos'.
Se suele considerar que el arte es crucial en la evolución del ser humano, el cual sería más perfecto cuanta mayor sea la comprensión de la creación y los creadores. Nada que objetar, es una realidad palpable, pero hay un estado que va más allá en esa evolución y es cuando esa sociedad, compuesta por hombres que aman y entienden el arte, se preocupa por su conservación o, cuando esta haya sido deficiente, de su restauración. Las sociedades bárbaras son iconoclastas desde los orígenes. La destrucción de pinturas y esculturas tiene normalmente una carga política en la amplia extensión del término, y religiosa yendo al fenómeno predominante. Gran parte de la creación artística se ha perdido o ha sufrido daños por lo que conocemos como 'Damnatio memoriae', que es, básicamente, destruir al oponente destruyendo su imagen. Las guerras de religión conllevan una iconoclasia que va de la bizantina a la demolición de los Budas de Bayjmiyan por los talibanes. El salvaje destruye, el hombre civilizado conserva y restaura. Ojalá todo en la vida fuese tan sencillo de entender.
Hace ahora dos años comenzaba el proyecto que ha culminado con la exposición 'Místicos. Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Luz en el Siglo de Oro', que se celebra en Caravaca estos días. Sacar adelante una iniciativa de esta enorme envergadura en estos tiempos es complejo y arduo especialmente en lo que a financiación se refiere. Una vez acotada cada partida, surge en el equipo de T20 Proyectos una cuestión: esta exposición debe servir para restaurar patrimonio. El presupuesto es carmelitanamente austero y la ambición inmensa, lo cual nos hace ser imaginativos para conseguir los fondos necesarios, pero primero necesitamos saber qué podemos restaurar y, dentro de eso, qué es lo prioritario, así que empezamos a trabajar en febrero en un listado que conllevaba un largo viaje por museos, conventos y colecciones particulares. Contamos para ello con los mejores compañeros, entre ellos el padre Juan Dobado, experto en arte de la Orden y comisario en la última edición de 'Las Edades del Hombre'. Nos da información constantemente que analizamos para pedir las obras en los conventos andaluces y nos propone una joya: la Virgen del Carmen que se guarda en el Museo del Convento del Santo Ángel de Sevilla, del que es prior, y que atribuye a Salzillo. Una vez traída y restaurada se eliminan las dudas e incorporamos una obra al más grande taller de escultura de la Región. Es otra de las aportaciones de una exposición así, los descubrimientos.
Una de las localizaciones más significativas en la historia del Carmelo Descalzo en España es Úbeda. Antiguo convento fundado por San Juan de la Cruz en su infinito caminar por los montes que lo llevarían de Segovia a Andalucía y de Beas de Segura a Caravaca, hoy posee un museo dedicado al divino poeta en el que se conservan algunas de las más importantes obras y testimonios físicos de su tránsito terreno. La santa con la que abrimos este reportaje habita el coro alto de la iglesia del antiguo convento fundado por San Juan. Es una de las obras señeras del rico acervo. El entonces prior, Fernando Donaire, experto a su vez en cine y colaborador de 'Místicos' con un bellísimo texto, plantea la petición que le hacemos para la exposición. No es solo esta talla importante; necesitamos el verdadero retrato, la casulla que el santo llevó en Andújar y lo más importante y, por lo tanto, difícil de recibir: la reliquia de los dedos de San Juan. Con la ayuda del padre Dobado, la comunidad decide prestarnos todo sin ninguna contraprestación. A su generosidad nosotros debíamos responder con la restauración de la obra, que hoy luce impecable en la muestra y así volverá a su convento.
La restauración es costosa, máxime cuando se trabaja con profesionalidades del calibre de López Rosagro. Cuando buscamos financiación encontramos a personas que entienden la importancia del patrimonio, el primero de ellos Miguel López Abad, director general de Global París, una empresa puntera en la Región. No es muy interesante el mecenazgo en España si somos objetivos. No tenemos una ley de mecenazgo, las exenciones fiscales son variables y mal definidas en su generalidad y apenas existe una cultura mecenática a la manera británica o americana. Eso hace del esfuerzo de Global París y las otras empresas implicadas en esta salvaguarda del patrimonio doblemente meritorio. En realidad, lo que reciben las empresas que actúan con verdadera responsabilidad social corporativa es mucho en una sociedad que valora este tipo de acciones. Nosotros tenemos la obligación de dar la mayor visibilidad a esfuerzos tan importantes.
El origen de las obras restauradas es amplio y, a veces, las encontramos en colecciones particulares. Es el caso de 'Las lágrimas de San Pedro' de José de Ribera 'El Españoleto'. La obra se nos presenta en malas condiciones de conservación. Remitida la imagen a Lorenzo Hernández Guardiola, comisario de 'La luz de las imágenes', autor de un tratado esencial para conocer la figura de Juan Do, el gran discípulo de Ribera y uno de los grandes expertos en pintura levantina de los siglos XVI y XVII. Concluye que es Ribera fuera de duda pero nos llama la atención sobre una de las manos, lejana a las otras dos versiones de esta obra (en Estados Unidos y Sevilla) y que distorsiona en un cuadro de tan alta calidad. El manto es plano, opaco, lo cual tampoco es de recibo, así que llegamos a la conclusión de que es necesario restaurarla, eliminar el paso de los siglos para entender lo que estamos viendo.
La pieza viaja al taller de Santa y comienza un proceso lento, laborioso, quirúrgico. Se le retira una pintura y reentelado modernos pegados al lienzo y se descarta la necesidad de reentelar la pintura. Dentro de la pésima conservación hay elementos positivos, uno de ellos que las capas de barniz y suciedad esconden un repinte en la mano izquierda, que en algún momento fue recortada, eliminando un tercio de la longitud de los dedos: ahí estaba la distorsión apreciada por Hernández Guardiola. Un restaurador del XIX pensó que los dedos eran demasiado largos y los recortó. Una vez limpia la mano, aparece como una presencia metafísica sobre el negro. El manto, una vez limpio, va mostrando líneas blancas que dan volumen y la parte inferior del cuadro se manifiesta como un bodegón de texturas y objetos impresionante en el que habían desaparecido las llaves que lo identifican. El día a día iba lanzando luz desde dentro del cuadro y reafirmando que nos encontrábamos ante una formidable pintura de Ribera poco común, apenas conocida en España, a donde no debieron llegar demasiadas copias. Un San Pedro poderosísimo destinado a centrar una de las secciones de la exposición.
Pocos días después recibiríamos una maravillosa sorpresa al encontrar en los quioscos la revista de arte de mayor tirada en España luciendo esplendorosa en la portada, casi a tamaño natural, el rostro de 'nuestro' San Pedro.
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