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ALFREDO RODRÍGUEZ LÓPEZ-VÁZQUEZ
Sábado, 14 de mayo 2022, 07:50
La primera noticia importante sobre el quehacer de Andrés de Claramonte nos la da un estudiante italiano, Girolamo di Sommaia, estante en la universidad de Salamanca durante el año escolar de 1604. En su minucioso 'Diario' da cuenta de todo lo que sucede en la ... ciudad y anota el paso de las compañías teatrales con sus repertorios; por él sabemos que en la primavera «glosó Claramonte tres loas a lo divino» en una sesión 'al repente', es decir, improvisando.
Claramonte está entonces en la prestigiosa compañía de Baltasar de Pinedo, que representa varias obras de Lope de Vega, entre ellas la espléndida 'La fuerza lastimosa', obra de amplio éxito en Europa y Turquía, de la que Lope se enorgullece. La idea de 'fuerza' alude al 'forzamiento' o, dicho de forma más directa, a la violación sexual y sus lastimosas consecuencias. Esta obra, y una de Claramonte ('El nuevo rey Gallinato') son las dos únicas obras de la compañía de Pinedo que repiten función en ambas sesiones salmantinas, la de marzo-abril y la de septiembre.
A comienzos del siglo XVII, Claramonte compite en el favor del público con el Fénix de los Ingenios y es ya autor avezado y de éxito. Entre 1604 y 1610 lo encontramos como actor en varias compañías de primer nivel: Granados, Heredia o Pinedo, hasta que en 1607 forma compañía propia con Alonso de Olmedo, una 'compañía de partes', en la que cada 'autor' aporta su repertorio previo. Que en el caso de Claramonte probablemente implica cierto número de obras propias junto a otras de Lope, Mira de Amescua o Vélez.
En torno a esas fechas escribe 'La católica princesa Leopolda', donde ya encontramos uno de sus usos típicos de pragmática teatral: la inserción en plena obra de un largo elogio en romance a una ciudad, Valencia, a cargo de un personaje con su mismo nombre, fray Andrés. Sabemos que la compañía de Claramonte actúa en Valencia, en el Corral de la Olivera, tanto en 1609 como en 1612. Lo notable es que la acción de 'La católica princesa' sucede toda en Bohemia. El largo elogio en romance a una ciudad es un rasgo típico de la historia del Tenorio, en sus dos versiones, en las que se alterna el elogio a Sevilla en 'Tan largo me lo fiáis' con el elogio a Lisboa en 'El burlador de Sevilla'.
Ya en 'El nuevo rey Gallinato' se había introducido un elogio a Zamora, no tan extenso como los de Valencia, Sevilla o Lisboa. Un buen ejemplo de pragmática teatral: la compañía se gana el favor del público insertando en la acción un pasaje de elogio a la ciudad en la que se representa.
En 1611 y 1612, Claramonte asiste en Madrid a la Academia Literaria del Conde de Saldaña, hijo del Duque de Lerma; los estudiosos de esta Academia, Willard F. King y José Sánchez, constatan ambos que es Claramonte quien mayor éxito tiene en ella, más que otros asistentes como Góngora, Cervantes, Quevedo o Vélez de Guevara.
Sin duda sus dotes de histrión y hábil repentizador y losador explican este éxito. Por esas fechas escribe su 'Letanía moral', impresa en Sevilla en 1613, libro que tiene el honor de entrar al año siguiente, en 1614, en el 'Índice de libros prohibidos por la Inquisición'. El libro se dedica a don Fernando de Ulloa, caballero Veinticuatro de Sevilla, e hijo de don Juan de Ulloa, primer Conde de Villalonso, de quien Claramonte afirma haber recibido 'mil mercedes'. La familia Ulloa, descendientes del Comendador.
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Por lo tanto, la relación de Claramonte con los Ulloa está muy bien documentada y llega hasta 1617, en que le dedica a Gaspar Arias de Saavedra, presidente de la Sala de Alcaldes de Sevilla, su 'Fracmento a la Purísima Concepción'. El mismo año en el que se estrenan dos obras muy ligadas entre sí: 'Tan largo me lo fiáis', versión original de la historia de don Juan Tenorio, y 'Deste agua no beberé', ambientada en la misma época (siglo XIV), en las mismas tierras sevillanas (el castillo de Alanís) y, de nuevo, con la familia Tenorio, Juana y Diego, como antagonistas de los héroes.
A ello hay que unirle 'El secreto en la mujer', representado también por Jerónimo Sánchez ese mismo año, en donde volvemos a ver la escena clave del engaño y seducción nocturna usurpando el nombre del novio de la seducida; es decir, el tema inicial de Don Juan suplantando al Duque Octavio para gozar de Isabela.
En 1617 el autor murciano está explotando, con leves variaciones, todos los temas esenciales de la historia de Don Juan, salvo uno: el de la estatua vengadora. Ese es el tema que Claramonte desarrollará en años sucesivos en sus obras 'Dineros son calidad' y 'El rey don Pedro en Madrid', la primera atribuida a Lope y la segunda tanto a Lope como a Calderón, hasta que en el siglo XIX, Hartzenbusch la publicó a nombre de Tirso, basado únicamente en sus paralelismos con 'El burlador de Sevilla'. En los quince o veinte años que siguen a su muerte en 1626, las obras de Claramonte se imprimen indistintamente a nombre de Lope, de Tirso, de Guillén de Castro, de Montalbán y de otros autores. Entre esas obras está 'El burlador de Sevilla', con ese título o con el de 'Tan largo me lo fiais', atribuido a Calderón y a Tirso, 'La estrella de Sevilla', atribuido a Lope, 'El rey don Pedro en Madrid', impreso a nombre de Lope o de Calderón, la primera versión de 'El alcalde Zalamea', impresa a nombre de Lope y también la primera versión del 'Médico de su honra', llamada 'El honor en la sangría y médico de su honra', atribuida también a Lope. Estas dos últimas obras dejan clara la deuda del teatro de Calderón con la obra del dramaturgo murciano. Y, al mismo nivel de excelencia de todas ellas, 'Deste agua no beberé', 'El valiente negro en Flandes' y 'La infelice Dorotea'. Un repertorio continuador de Lope y precursor de Calderón.
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