

Secciones
Servicios
Destacamos
Julio Arrieta
Domingo, 9 de marzo 2025, 18:52
Debes recordar esto: un beso es sólo un beso, un suspiro es sólo un suspiro», cantaba Sam, el pianista del Rick's Café, en 'Casablanca'. ... Pero la misma trama en la que se desarrollaba la escena indicaba que un beso es más que un beso y un suspiro... pues también tiene una relevancia que va mucho más allá. O sea, en este último caso no se trata de una simple «aspiración fuerte y prolongada seguida de una espiración, acompañada a veces de un gemido», como se puede leer en los diccionarios.
De hecho, el asunto ha sido objeto de complejos estudios científicos que han ido explicando qué son y cómo se producen estas aspiraciones. Las investigaciones han comprobado que todos los seres humanos suspiramos automáticamente cada cierto tiempo para mantener una función pulmonar adecuada. El denominado suspiro basal forma parte de la respiración normal y se produce de manera automática e inconsciente, sin que nos demos cuenta la mayor parte de las veces. Por eso, hay un dato que puede sorprendernos: de media, una persona suspira cada cinco minutos. Esto es, unas doce veces por hora.
Un estudio publicado en 'Nature', realizado por investigadores de la Universidad de California y de Stanford, identificó los dos pequeños grupos de neuronas en el tronco encefálico que son las responsables de transformar la respiración normal en suspiro. Es decir, identificaron la 'conexión' que lo 'activaba'.
«El centro respiratorio del cerebro también controla el tipo de respiración que hacemos», ha explicado Mark Krasnow, profesor de bioquímica del Instituto Médico Howard Hughes, en Maryland (Estados Unidos). «Está formado por un pequeño número de diferentes tipos de neuronas. Cada una funciona como un botón que activa un tipo distinto de respiración. Un botón programa respiraciones regulares, otro suspiros, y los demás podrían ser para bostezos, resoplidos, toses y quizá incluso risas y llantos».
Una investigación posterior, publicada en 'Cell Reports' y realizada por científicos de la Universidad de Michigan, también en Estados Unidos, fue más allá al explicar cómo el grupo de neuronas que controla los suspiros recibe sus instrucciones de distintas zonas del cerebro según el motivo que lo genera.
Además de cumplir su función fisiológica básica, los suspiros «son también respuestas conductuales a emociones que van desde el estrés y el enfado hasta el alivio». Los investigadores querían «entender cómo todas estas entradas diversas, tanto emocionales como fisiológicas, llevan al mismo resultado conductual», al suspiro, explicó el fisiólogo Peng Li, uno de los autores de la investigación. «Así que encontramos el circuito que regula todos los tipos de suspiros, pero los activa por diferentes razones utilizando señales de entrada de diferentes partes del cerebro». En resumen, describieron el «cableado» –Li lo definió así– de los suspiros.
Todo esto es el cómo, la explicación del 'mecanismo', ¿Pero por qué suspiramos? «Los suspiros son una manifestación fisiológica que tiene que ver con una manera de aliviar tensión, generalmente tensión muscular, o también para coger aire cuando nuestra respiración está siendo muy agitada», explica Vanessa Fernández, doctora en psicología y profesora en la Universidad Complutense de Madrid.
Curiosamente, los suspiros son 'contagiosos', como los bostezos. «Se han observado muchos fenómenos de imitación», añade Fernández. Muchas veces cuando vemos a una persona suspirando, la copiamos. Sucede en menor medida que en el bostezo, pero a veces también pasa.
El suspiro suele denotar diversos estados de ánimo. Según el diccionario de la RAE, pena, ansia o deseo. La tensión que alivia «puede estar asociada a muchos tipos de emociones –puntualiza la psicóloga–. Ansiedad, alegría, sorpresa, alivio, entusiasmo...». Varios estudios explican que las emociones «tienen un patrón de activación fisiológica similar y que es nuestra mente la que pone la connotación a lo que se llama experiencia emocional. Es decir, a lo que llamamos el nombre de la emoción».
Si nos paramos a pensar, «el nivel de activación que tenemos a veces ante el miedo es prácticamente igual que el que tenemos ante la sorpresa». ¿Qué nos dice que es miedo o sorpresa? «Nos lo dice nuestra mente asociando al contexto en el que estamos experimentando esa activación». Por lo tanto, «el suspiro responde a cualquier activación que pueda derivarse de cualquier emoción». Diremos que los suspiros son positivos cuando se relacionan con emociones positivas, «si lo queremos llamar así, y negativos cuando se relacionan con emociones displacenteras».
Como sabemos por propia experiencia, en ocasiones nos salimos de la media y suspiramos más a menudo, posiblemente en momentos de estrés, o para expresar hastío o pena. ¿Pero puede llegar a ser algo excesivo o malo? ¿Podría verse como un síntoma de alguna enfermedad? «No me atrevería a decir que ningún suspiro puede ser manifestación de algo patológico –aprecia la psicóloga–. No creo que haya situaciones donde se suspire demasiado o que esto pueda ser algo más allá de un patrón conductual repetitivo».
En este sentido, Fernández señala que «hay que intentar entender los suspiros como algo normal, que nos ayuda a relajarnos, como una forma más de expresión. No tendamos a psicopatologizar aquellos aspectos de la vida que incluso pueden ser reconfortantes para nosotros».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El rincón de Euskadi que te hará sentir en los Alpes suizos
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.