

Secciones
Servicios
Destacamos
Escucha la noticia
24 min.
Las convulsiones febriles posiblemente sean uno de los episodios que más asustan a los padres de niños pequeños, sobre todo la primera vez que les ... pasa. Por eso cada vez que a un crío le sube mucho la fiebre, las familias entran en una especie de pánico por temor, precisamente, a que el pequeño empiece a temblequear y pueda llegar a perder el conocimiento. «Lo primero que debemos entender es que se trata de una respuesta benigna del cerebro ante una elevación repentina de la temperatura corporal, así que mantén la calma porque pasará en unos minutos y no tendrá mayores complicaciones», tranquiliza la doctora Galán, conocida en redes sociales como 'Lucía, mi pediatra', antes de aclarar qué es lo que se debe hacer ante un cuadro de estas características.
Las crisis febriles son el trastorno convulsivo más frecuente en la infancia y pueden llegar a afectar hasta al 5% de los niños de entre 6 meses y 5 años. «La mayoría solo las padecen una vez en su vida, pero la realidad es que causan una gran preocupación en las familias porque los síntomas suelen ser muy escandalosos y, además, se presentan de forma repentina», admiten en la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEAPAP).
El niño está normal y de repente presenta movimientos bruscos de manos y piernas, acompañados habitualmente de una pérdida de conocimiento. «El crío no responde a estímulos un máximo de cinco minutos, pero para sus padres se hacen eternos. Las convulsiones suelen aparecer el primer día de fiebre, antes incluso de que nos demos cuenta de que el niño se está poniendo enfermo y, generalmente, en el primer pico de subida de la temperatura», explica la autora de 'El Gran Libro de Lucía, mi pediatra' (Ed. Planeta). «Alrededor del 20% de las crisis ocurren en la primera hora del proceso febril y más de la mitad, de la primera hora a las 24 siguientes al inicio de la fiebre, normalmente cuando la temperatura del niño supera los 38,5ºC», añaden en la SEAPAP.
Estamos hablando en todo momento de crisis febriles simples, que son el 75% de los casos. «Es decir, niños que no tienen una infección o inflamación del sistema nervioso central, ningún problema metabólico ni antecedentes de epilepsia», precisa la doctora Galán. Estos son las respuestas de los especialistas a las principales dudas sobre este cuadro que tanto asusta a las familias.
Una de las primeras reacciones de los padres cuando su hijo tiene fiebre es tratar de bajársela por todos los medios. 'Le doy paracetamol y así no convulsiona', piensan algunos: «Pues no es cierto. Dar paracetamol de forma preventiva no reduce el riesgo de convulsionar. Si está predispuesto, convulsionará».
'Si yo he tenido crisis febriles, ¿mi hijo tiene más posibilidades de padecerlas?': «Sí. El riesgo es un 20% mayor cuando un hermano también las ha tenido y un 30% cuando ambos padres y un hermano las han padecido».
'La convulsión, ¿es síntoma de una infección grave?': «No. Un niño puede convulsionar por un catarro o con una gastroenteritis sin importancia».
'Si mi hijo ha tenido un cuadro de crisis febril, ¿puede volver a repetirse?': «Sí, en un tercio de los casos las convulsiones se repiten. Y, recuerda, lo hacen normalmente en el primer día de la fiebre».
'¿Pueden tener secuelas?': «No. En el caso de las simples, se trata de un proceso benigno que desaparecerá tal y como vino antes de los 6 años y sin complicaciones».
'Si un niño tiene convulsiones, ¿significa que tiene más riesgo de ser epiléptico?': «Es ligeramente superior, pero muy poco más. La probabilidad de que un crío desarrolle epilepsia tras una convulsión febril simple es de un 2%, mientras que para el resto de la población es de un 1%».
'¿Hay que hacerle pruebas al niño?': «Salvo que se sospeche de una infección del sistema nervioso central como, por ejemplo, una meningitis o un trastorno neurológico, no hace falta hacer ni una analítica, ni una punción lumbar, ni un electroencefalograma.
'¿Necesita ser valorado por un neuropediatra?': «En general, no es necesario».
Mantén la calma, pasará en unos minutos
Quédate con el niño y contabiliza el tiempo: para los pediatras, la duración de la convulsión es muy importante. No suelen prolongarse más de 5 minutos.
Asegúrate de que no tiene ningún objeto en la boca: la vía aérea debe estar despejada, así que fuera chupetes.
Posición de seguridad: pon al niño de lado, apoyado sobre un costado.Retira la saliva: usa una gasa o un pañuelo.
Nunca metas ningún objeto en su boca: «Ni un lápiz, ni un palo, ni mucho menos tu mano o un dedo. Una persona jamás se puede tragar su lengua. Eso es un mito», insiste la pediatra Lucía Galán.
Si es la primera vez... acudid a un servicio de urgencias para que lo exploren. Lo más probable es que cuando lleguéis, el niño ya se encuentre bien.
Si ya ha ocurrido más veces... «A veces se le entrega a los padres una benzodiacepina para administrarla en el domicilio si la convulsión se prolonga».
Si lo véis adormilado o alterado, tiene dolor de cabeza o vomita después de una convulsión, consultad con un servicio de urgencias.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Este podcast es exclusivo para suscriptores. Disfruta de acceso ilimitado
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.