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Solange Vázquez
Lunes, 17 de marzo 2025, 18:59
A estas alturas de la película, todos tenemos sobradas razones para considerar el estrés como un enemigo temible. ¿Acaso hay alguien que no haya sufrido ... en sus carnes este problema? Quien más quien menos sabe de sus estragos. Es un viejo conocido, sí, y, sin embargo todavía nos quedamos cortos a la hora de percibir los daños que nos causa.Sobre todo, porque algunos se manifiestan «de forma silenciosa», indica Elena Gallardo Morillo, profesora del Máster en Neuropsicología y Educación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Es el caso de la inflamación del cerebro causada por estrés, que no se encuadra en el catálogo habitual de síntomas.
Suena terrible, ¿verdad? ¿Acaso el cerebro se puede inflamar por este motivo? Desde luego que sí. La experta lo explica: «Cuando tenemos estrés, el sistema inflamatorio se nos altera y esto suele empezar a manifestarse en el cuerpo. Primero se traduce en problemas digestivos (vientre inflamado y malas digestiones), después los efectos se notan en el corazón (que bombea más o menos sangre según nuestro nivel de tensión interna) y en tercer lugar deja huella en el sistema respiratorio... Es decir, el estrés 'dispara' a distintos lugares». Y el cuerpo, para defenderse, actúa como lo haría «ante un virus».
– ¿Y cómo llega al cerebro ese tsunami del estrés?
– Las células inflamatorias viajan por todo el cuerpo y, sí, suben hasta el cerebro, que es el maestro de ceremonias del cuerpo, e inflaman distintas regiones.
– Da miedo...
– A ver, no es como una inflamación corporal, no es como tener un flemón, se trata de algo interno...
Lamentablemente, este proceso de inflamación lo estamos alimentando todos los días. Tal y como recalca Gallardo, las pequeñas dosis de estrés mantenido que nos genera la multitarea –es decir, hacer varias cosas al mismo tiempo sin atender del todo a ninguna– están fomentando esa inflamación: «Fragmentamos nuestra atención constantemente y eso tiene un coste.Cuando estás haciendo algo que requiere concentración –trabajar, estudiar– y alguien te interrumpe, miras el móvil o repasas los emails, el cerebro tarda de 5 a 7 minutos en volver a centrarse», detalla. Y ese parar-arrancar tiene un precio: supone un desgaste para el cerebro.
Ahora que la experta en neuropsicología ya nos ha aclarado que no se nos 'hincha' el cerebro –sí, en nuestra mente el concepto de inflamación suele remitir al de hinchazón–, pasa a detallar cuáles son las zonas cerebrales donde se concentra esa inflamación y las funciones que quedan trastocadas por ello. Básicamente, son tres: la de la atención, la de la memoria lábil y la que controla las funciones ejecutivas.
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Al llegar las células inflamatorias a esta zona, se produce lo que se conoce como niebla mental. Nos cuesta concentrarnos y pensar con claridad.
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Es la memoria a corto plazo, «muy ligada a lo emocional», indica la experta.Cuando queda afectada, lo que ocurre es que tenemos dificultades para recordar datos por un espacio corto de tiempo.
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«Si el cerebro está estresado, la zona cerebral que se encarga de la toma de decisiones queda medio anestesiada –señala–. Esto implica que la capacidad de planificar queda trastocada. Solo seremos capaces de organizar el día a día, pero a medio plazo ya nos resultará complicado».Según detalla, esto implica también que estaremos en un estado continuo de hipervigilancia, porque notamos que se nos escapa el tiempo y no avanzamos. «Cuando notamos que tomar una decisión nos estresa y que nos cuesta planificar, es probable que el estrés ya esté haciendo de las suyas en tu cabeza», añade.
¿Hay algo que podamos hacer para desinflamar el cerebro?
Identifica y lucha contra los 'ladrones de tiempo' «Trabaja por bloques, es decir, ponte a tope con una tarea sin despistarte con otras y, de cuando en cuando, bloquea el móvil dos o tres horas para centrarte en otras cosas».
Atención plena Busca un hueco de cinco a diez minutos al día para estar solo, respirar profundo –por la nariz– y 'vaciar' la cabeza de problemas. Meditación, yoga, tai chi o, simplemente, tranquilidad... El cerebro lo agradecerá.
Silencio «El cerebro lo necesita para 'repararse'», sentencia la experta. Mucha gente necesita la música para relajarse, y eso está bien, pero el cerebro 'pide' unos minutos de silencio al día.
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