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No soy feliz con lo que tengo y con lo que hago, pero lo exhibo, porque lo que tengo y lo que hago los demás ... no lo tienen y no lo pueden hacer. No soy feliz, pero engaño a los demás para que piensen que sí lo soy». ¿Un arranque de sinceridad de algún usuario de Instagram? No. Una cita de Séneca, uno de los padres del estoicismo, una filosofía que, pese a predicar la virtud como valor, está hoy muy de moda. «Es admirable y casi sobrecogedora la actualidad de esta reflexión de Séneca», llama la atención Antón Cascón Dorado, autor de 'Lecciones de estoicismo' (Arpa), un repaso por el pensamiento estoico con alusiones sorprendentemente vinculadas a lo que vemos hoy en redes sociales. A propósito de las poco virtuosas redes, propone el autor una primera reflexión: «Pregunten a sus amigos si viajarían a sitios exóticos en caso de no poder contarlo después. Yo hice esa encuesta y muchos me dijeron que no lo harían. Tenemos necesidad de contar que hemos estado aquí o allá y tenemos envidia si Menganito ha ido más lejos, aunque no sepamos siquiera si se lo ha pasado bien. Nadie te dirá: ¡qué horror de viaje! Y si te lo dicen es porque han ido cerca, al norte de España, como mucho. Pero si han ido a Vietnam todo estará fenomenal».
«Presumir y aparentar en todo momento marca el comportamiento de una abrumadora mayoría de las personas», advierte Antonio Cascón, profesor de Filología Latina en la Universidad Autónoma de Madrid. Y este 'postureo', dice, es casi seña de identidad en redes sociales. Pero no nos llevemos a error. Esta ansiedad de la que nos prevenía Epicteto, «surge de nuestros complejos y estos, a su vez, de opiniones equivocadas sobre la vida y nuestro papel dentro de ella».
No es que la gente estuviera curada de vanidad en época de los estoicos, pero estos no se cansaban de predicar contra lo que consideraban «un defecto importante». No tiene hoy, sin embargo, tal consideración. «Lo tenemos por un pecadillo menor, decimos: 'es vanidosillo'». Cuenta el autor que cuando era joven, la vanidad no estaba bien vista, «pero hoy es virtud». «Desde el principio, nuestros padres, los profesores… nos dicen que es necesario triunfar». ¿Y qué es triunfar? Tener cierta riqueza, posición social y, si eres famoso, ya ni te cuento».
Qué mejor escaparate para alimentar nuestra vanidad que las redes sociales. «Necesitamos cierto reconocimiento porque estamos en un mundo en el que lo que se valora es el triunfo sobre la derrota, ganar y no perder. Por eso, necesitamos pequeños triunfos. No solo eso, necesitamos hacerlos visibles en las redes sociales para que nos den cuatro 'likes' y nos sintamos enormemente satisfechos».
Marco Aurelio no sería hoy un influencer, desde luego. Su «menosprecio» de la vanagloria le haría insensible a los 'me gusta'. Respecto a esta cita, reconoce el autor del libro que el estoicismo era una doctrina «un poco despótica, porque pensaba todo por el bien del pueblo, pero sin el pueblo. Su filosofía es tan sumamente racional que la consideraban difícil de entender. Por eso, animaban a no hacer caso al 'golpeteo de lenguas', es decir, al ruido, a la voz popular». Aplicada la enseñanza a las redes sociales, el golpeteo de lenguas serían «los comentarios superficiales, tanto el aplauso como la crítica, de la multitud». «Lo que nos dice Marco Aurelio es que no nos podemos sentir afectados por lo que digan de nosotros ahí».
Cuánto más felices seríamos si aplicásemos esta enseñanza estoica. ¡No existirían los 'haters'! «Esta idea de dar la espalda a quien nos injuria está muy lejos de nuestra educación y de los valores vigentes», lamenta Antonio Cascón. «Nos han educado en responder a la injuria. Lejos de encogernos de hombros y darnos la vuelta, nos han dicho que hay que responder y, si la respuesta es violenta, casi mejor». No hay más que ver a nuestros políticos y los rifirrafes que protagonizan, ya sea en el Congreso, en los micrófonos o desde sus perfiles oficiales en las redes sociales. «A una afrenta, los políticos responden con agresividad porque piensan que eso es lo que esperan de ellos las personas que les han votado».
Hay decenas de citas estoicas denostando la riqueza, hoy un valor al alza. «Damos por bueno que ser famoso y rico te hace feliz y así funcionamos». No nos convence, dice el ensayista, ni ver de cerca que no es así. «Casi todos tenemos alrededor a gente que tiene mucho más dinero que nosotros. Pero les veo y no considero que sean más felices que yo», señala. Y rescata Cascón una anécdota para ilustrar el asunto. «Fue un domingo por la mañana. Había salido a andar en bici y, pese a que era aún temprano, escuché a alguien cantar el 'Porompompero'. Era el barrendero. Era domingo, había madrugado, pero le daba hasta para ponerse a cantar. En ese momento pensé: '¿Habrá ahora mismo algún ricachón cantando en su ducha caliente el 'Porompompero'? No lo creo».
Le proponemos a Antonio Cascón Dorado un juego: ¿qué pondrían como frase de estado Séneca, Epicteto, Marco Aurelio y Musonio si hubieran compatido en su tiempo un grupo de WhatsApp? «Podría ser algo así: 'El arte de vivir se asemeja más a la lucha que a la danza'». Y añadirían un emoticono, claro que sí. Cascón no tiene duda sobre cuál sería. «Una roca de acantilado con las olas golpeando porque hay que ser inconmovible, no inmutarse aunque nos golpeen».
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