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El faro de Cabo Tiñoso, al que se llega a través de una tortuosa carretera. P. SÁNCHEZ / agm
Castigo en mitad de la nada

Castigo en mitad de la nada

faro a la vista ·

A la apartada atalaya de Cabo Tiñoso podían ir a parar los guardaluces que debían purgar alguna mancha en su expediente

Domingo, 8 de agosto 2021, 08:03

La clasificación oficial, siguiendo el modelo francés, ordena los faros en seis categorías, según las necesidades de iluminación de la costa. Pero un código no ... escrito –y bastante más sencillo– reduce el listado a solo dos tipos: faros de castigo y faros de descanso. Cuenta el técnico Armando Rodríguez que a los primeros estuvo adscrito el de Cabo Tiñoso (Cartagena). Su apartada ubicación, en mitad de la nada y colgado en un acantilado a 136 metros sobre el nivel del mar, le acreditaba como destino al que, obligados, podían ir a parar los torreros que debían purgar alguna mancha en su expediente por negligencia, desliz o trapicheo. Por ejemplo, «si uno de estos guardaluces era cazado sisando aceite de oliva de la lámpara de la linterna, lo más probable es que le esperara uno de estos destierros», ilustra el cartagenero José María Lima Reina, autor del blog 'Los faros del mundo'.

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