Secciones
Servicios
Destacamos
Llevo varios días hablando de Sergio y Andrés. De su amor y de su compromiso con la vida. Porque todas las historias de amor se merecen todas las oportunidades, también cuando salen a luz pública y son, de manera insolente, escudriñadas.
A lo largo de estos días hemos tenido que soportar las homófobas reacciones de quiénes consideran que la integridad y la dignidad de las personas LGTBI son poco más que un capricho que ahora nos ha dado por exigir, total... si ya nos podemos casar, ¿por qué protestar si nos pegan?
Vosotros, heteros, que nunca habéis tenido que pasar por el dolor físico y la impotencia de sufrir una agresión en base a vuestro amor, nos miráis de manera condescendiente y nos habéis dicho «no es para tanto», «qué le vamos a hacer» o el socorrido «ojalá se ponga bien pronto».
No es suficiente, no queremos vuestro apoyo en formato de palabra. Queremos vuestro compromiso de parar, al segundo, a quienes nos levantan la mano y a quienes legislan para que nos quedemos callados, quietos y encerrados en casa.
No le calláis la boca a vuestros colegas cuando hacen chistes de «mariquitas y bolleras», no os movéis cuando nos señalan y mucho menos os enfrentáis a un bestia que nos amenaza por darnos un beso un público. Vosotros, heteros que decís «qué le vamos a hacer», dais el mismo asco que quienes nos atacan.
Defender el amor ha sido siempre la mayor de las banderas. Sergio y Andrés son una historia de amor. Una historia de amor y libertad que la noche de hace casi dos semanas se vio parada en las urgencias de un hospital porque cuando los que odian pudieron agredirles, lo hicieron sin ningún obstáculo. Y vosotros, heteros, no hicísteis nada para defenderlos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.