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Nunca se van

Rojodefinido ·

Lunes, 24 de agosto 2020, 09:03

Dicen quienes me conocen que de mi abuela Carmen, una cumplida andaluza, se me pegó el acento que nunca perdió a pesar de haber vivido ... desde chica en esta tierra. De mi abuela Isabel heredé el amor por el lugar donde vivo y saber que la casa no se barre cuando ha caído el sol porque se le va la alegría. A las dos les debo el sentido de la lealtad al hogar. A mi abuelo Julio, el guardia, le debo mi presentación al mundo, que es mi nombre y mi sentido del humor. Por último, conocí a mi abuelo Manuel a través de cartas y fotografías casi perdidas en un archivo, pero yo nunca lo vi ni hablé con él, se lo llevó la cruel enfermedad de los mineros sin haber nacido yo. Es una paradoja que precisamente fuera él quien me inculcase el valor de la memoria.

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