La estrofa, el puente, el estribillo
UN CHICO DICE COSAS ·
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Me paran subiendo las concurridas y polvorientas avenidas de tierra del Low. Festival vecino. Me paran y me dicen: íbamos a veros cuando no erais famosos. La gente piensa que la fama es una medalla. Que brilla y llama la atención. Y te señala y ... confiere un contexto. Pero la fama es una calcomanía. Y se borra si la señalas y te la tocas todo el rato. Si la lames. O si te duchas. En todo caso el concepto de fama que todos manejamos es efímero, como siempre fue, por otro lado, y poco consistente. Nada nuevo. Subo por el puente que va a la 'Pool Party', a la derecha una banda incipiente que toca tarde, rápido y mal, como siempre hemos hecho nosotros, restriega ropas baratas contra un escenario pequeño, éxtasis de falta de luces y gente tan despistada como entregada que mañana no los recordará. No recordará nada. Bebo despacio del vaso de plástico y giro la cabeza hacia el otro lado. A lo lejos, un escenario nave nodriza gime un sonido brutal de cabeza de cartel chocando con el de la banda emergente. Yo en medio. Como siempre. Los estribillos se parecen. Todos son siempre el mismo estribillo. En todos los escenarios. Melodías anhelando la fama. Esa calcomanía. Buscando esa perla que la gente llama pervivir en la memoria, alcanzar la gloria, pernoctar para siempre en las estanterías del futuro. Ese lugar aséptico y aburrido, que ni tú ni yo, ni los que hacen esas canciones, veremos nunca. Y que, querida, me importa un bledo.
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