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Hace unos años, visitando las islas Azores, me desperté en uno de esos inhóspitos días de lluvia típicos de la zona. Recuerdo estar mirando resbalar ... el agua a través de los cristales de la recepción del hotel mientras repasaba todo lo que no podría hacer ese día. Cuando salí a la calle y me empapé, porque nadie piensa en el paraguas cuando va de vacaciones a una isla, un lugareño me contó que allí tenían un dicho: «Si no te gusta el tiempo que hace, espera treinta minutos». Me explicó que por las características y la ubicación de las islas, el clima es tan cambiante que, si te quedas parado un rato, es muy probable que lo que sea que esté cayendo del cielo se detenga por completo. Aquel hombre parecía extrañamente sonriente, así que confié en él.

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laverdad La espera