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Pues así, como si nada, hemos cruzado el Rubicón, esa frontera imaginaria del puente de agosto que a mí me pilla siempre en la ciudad por una razón sencilla: soy alérgico a los sarpullidos de sombrillas, unas encima de otras, champiñones fosforescentes de sol que ... parecen eslabonados de tantos como hay y no dejan saber ni de qué color es el agua. Ni la ves y casi ni la oyes, no sabes dónde está si no fuera por el chapaleo en la orilla, salvo que pertenezcas a la aristocracia de la playa, o sea, primera línea. No, yo me quedo en casa. Veo así retazos de una entrevista a Trump de Elon Musk. En X, claro, su red social, donde apenas entró restauró la cuenta de Trump candada tras el asalto al Capitolio por incitar a la violencia. Supongo que con los usuarios que tiene la habrá visto un porrón de gente. Ya lo dice John Connolly: lo mejor de internet es que es fácilmente accesible y está a disposición de la mayoría de la gente. Y añade: lo peor, por otra parte, es que es fácilmente accesible y está a disposición de la mayoría de la gente. Así que no hay duda: público hay de sobra para una entrevista entre estos dos, uno más zafio y otro más ladino, pero parecidos, y que solo habrá servido para dos cosas: para que a sus partidarios se les caiga la baba con la profusión de carantoñeo y a sus detractores les hierva la sangre. Poco más.

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laverdad Agosto, pero menos