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La bola del mundo

CHUVAS DE VERÃO ·

Viernes, 31 de julio 2020

En el escritorio tengo una bola del mundo que me regalaron por mi comunión con una luz que me gusta mucho y que solamente me ha hecho cambiarle la bombilla un par de veces en 30 años. Creo que es el único objeto al que ... quiero. Lo quiero, lo miro y pienso «quiero a esa cosa». No quiero que le pase nada malo a mi bola del mundo. Quiero que siga teniendo esa luz, que la luz que le cambie dentro de 10 años no sea demasiado blanca y entonces pierda calidez, o que sea demasiado potente para su frágil plástico y se queme 'Yugoslavia', o que se siga desconchando la pintura y perdamos para siempre 'El Chad'. Quiero que esa cosa esté bien. Eso es querer a algo. Me divierte mirar los países y pensar si aún existen. Me gusta no saber. He decidido valorar muchísimo mi propia ignorancia. Le doy un valor sagrado a lo que desconozco y no voy como un gilipollas a Google a teclear dónde está un sitio o cómo se llama en este momento.

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