![Rubén Blades, en su actuación en La Mar de Músicas este martes.](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2023/07/19/rubenblades-U1907801393859mB-U200804342626F0H-1200x840@La%20Verdad.jpg)
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La Mar de Músicas 2023
Rubén Blades, alma de poeta y altura de leyendaSecciones
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Rubén Blades, alma de poeta y altura de leyendaEn los contrastes habita la fortuna de lo imposible. La ceremonia de los reflejos difusos que, paso a paso, van adaptando su gesto definitivo. El diálogo que no se espera, la incógnita que se resuelve, la danza que acaba cuando, tras varios intentos, se alcanza ... el primer compás. Hablamos de desdibujar las reglas escritas, saltar sobre charcos escondidos en la zona de confort y rediseñar los márgenes que forman el hábitat natural. Cuando adaptamos estas ideas al ámbito musical, tanto en lo que respecta a la creación como a la forma en la que el resultado de la misma afecta al oyente, encontramos, por ejemplo, alegres estribillos pop que nos hacen llorar y tararear de manera simultánea, estampidas electrónicas orientadas al éxtasis que, sin embargo, paralizan el cuerpo por su impacto sensorial o, como ocurre con gran parte de la obra del primer protagonista de esta crónica, sublimes canciones agarradas al festivo corazón de la salsa que invitan a la reflexión, el análisis y el debate. Aunque eso no impida que, mientras tanto, vayamos sumando agujetas a la cuenta por culpa de la liturgia del baile perenne. Una serie de teorías y caminos que conducen, feliz e irremediablemente, a Rubén Blades.
Recogiendo el testigo de figuras esenciales como Omara Portuondo, Gino Paoli, Totó la Momposina o Youssou N´Dour, el panameño recibía el más que merecido premio La Mar de Músicas 2023 en una de esas noches celebradas en el Auditorio Paco Martín del Parque Torres cuya magia resulta tremendamente complicada de describir. A veces, las mejores, todo se resume en algo tan sencillo, y en cierto modo coherente, como un artista excelente acompañado por una banda fantástica que interpreta de manera impecable un repertorio sublime. Es un carrusel de adjetivos, soy consciente y me disculpo por ello, pero también representa el atajo más sencillo para comprender y resumir en pocas palabras el tremendo espectáculo que brindó Blades.
Antes de nada, eso sí, hay que señalar un par de elementos fundamentales para entender este rotundo éxito. Primero, la excelsa Roberto Delgado Big Band, formación de veinte músicos cuyo talento deslumbra en la sensibilidad de la balada, el garbo del swing y el jolgorio de la salsa. Y segundo, el calor del público. Y es que, si la química en el escenario resultaba evidente, lo que ocurrió en el resto de un auditorio que volvía a colgar el cartel de entradas agotadas fue todo un maremoto de energía atronadora y vitalista.
Desde el comienzo con 'Mambo Gil', 'Caminando' y 'Pablo Pueblo', traca inicial de infarto, fue impresionante comprobar y sumarse al estado de excitación y admiración general desde el cual se vivieron y gozaron piezas tan colosales como 'Amor y control', 'Te están buscando', una 'Todos vuelven' con emocionantísimo homenaje final a Paco Martín incluido o 'María Lionza', que siguen funcionando con la precisión del primer día. Una admirable destreza para escapar de las fauces del óxido y la caducidad que comparten con las canciones que terminaron erigiéndose como las estrellas más relucientes de la velada: 'En esa casa', ejemplo definitivo de la relación de fondo, forma y contrastes señalada al comienzo de este texto; 'Paula C'; 'Lluvia de tu cielo', recuperada para el directo de los tiempos de Willie Colón; la irresistible 'El cantante'; y las antológicas 'Pedro Navaja' y 'Maestra vida' como soñado desenlace.
Ante semejante colección de joyas, interpretadas además por un Blades al cien por cien de potencia y sabiduría vocal, no quedó otra opción que ovacionar de nuevo a uno de esos artistas que engrandecen cualquier festival. Si encima es uno de los más especiales, como ocurre con La Mar de Músicas, el triunfo resulta definitivo. Concierto a la altura de una leyenda que, cumpliendo con su palabra, entregó a Cartagena sus mejores pregones.
Aunque la jornada hubiera estado plenamente justificada con este excelente punto final, lo cierto es que el disfrute fue constante desde la notabilísima actuación de Hoonine con la que arrancó el martes. Todo lo que convence, atrapa y seduce en la escucha de 'Roca roja', debut de este nuevo proyecto de la compositora, productora y cantante murciana Carmen Alarcón, se convierte en arrebato, matiz, zarpazo e introspección en su salto al directo. Apoyada en unas letras y melodías donde brillan el equilibrio y el detalle, Hoonine se zambulle en cada canción como si fuera la última, perdiéndose y encontrándose en sus vértices y dotándolas de un calado que estremece y zarandea. Que emociona y revitaliza. Que vence y convence. En definitiva, un estupendo concierto para iniciar el recorrido que, a continuación, nos llevó hasta la ya tradicional fiesta de las ocho de la tarde en la plaza del Ayuntamiento. En esta ocasión, Queralt Lahoz fue la responsable de tomar el lugar con un explosivo directo donde demostró su habilidad para reinar con pulso firme en territorios tan diversos como el flamenco, el RnB, el rap o el son cubano. Una artista que, en su segunda visita a la ciudad portuaria, pisó con solidez y convicción el escenario hasta conquistarlo por completo con toneladas de 'flow' y canciones que desprenden libertad, mestizaje e inspiración.
Una embriagadora brisa de satisfacción que, lejos de abandonar, aumentó en el concierto que ofreció posteriormente en el patio del antiguo CIM la maravillosa Martha Wainwright, apellido que activa de inmediato las alertas de la expectativa. Con una trayectoria que supera las dos décadas y donde destacan los discos 'Come home to mama', 'I know you're married but I've got feelings too' y el reciente 'Love will be reborn', la canadiense firmó en Cartagena una preciosa actuación en la que su expresiva voz, la cual recuerda inevitablemente tanto a la de su padre Loudon y hermano Rufus, en pie, como, sobre todo, a las de su madre, la genial Kate McGarrigle, nos llevó en no pocas ocasiones hasta la lágrima imposible de retener. Sucedió, por ejemplo, con 'Factory', 'Far away' o las memorables versiones a piano y voz de 'Tell my sister' y 'Dinner at eight', momentos de una extraordinaria belleza que hicieron del concierto una experiencia realmente conmovedora, incluyendo así otro argumento para señalar esta jornada como la más completa hasta el momento de la vigésimo octava edición del festival.
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