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En Agosto de 2019, en este mismo escenario del Parque Almansa y Festival de Teatro, Música y Danza, una pequeña compañía de doce bailarines, chicos ... y chicas, sorprendía por la extraordinaria técnica clásica y contemporánea de energía extraordinaria que rebosaba en 'Imponderable', un programa variado de coreógrafos aparentemente dispares como Goyo Montero, Sidi Larbi Cherkaoui o Russel Maliphant, conquistando al público por el extraordinario virtuosismo que sorprendía en el dominio de danza urbana, gimnasia, giros. El nombre de su director, Carlos Acosta era un aval por la trayectoria profesional, por su libro autobiográfico 'No Way Home' ('Sin mirar atrás', 2007, Plataforma Editorial) o por la película 'Yuli' (Iciar Bolarín, 2017) en la nueva etapa que asumía.
Si el tiempo es oro, la 'Acostadanza' ya tiene su Oscar confirmando el prestigio ganado desde Cuba y el mejor ejemplo es esta suite, 'Tocororo', fábula inspirada en personajes y situaciones de La Habana, creada en 2003 y en la que el folclore y cultura popular configuran una coreografía de energía positiva marcada por la extraordinaria base de danza clásica propia de la Escuela Cubana de Alicia Alonso pero ya personalizada por Acosta. Introducción de ritmos, músicos de nivel, simpatía en la dramaturgia, y una locura de baile, acrobacia, dominio del escenario y comunicación bien planteada con el público integrándose poco a poco en la historia. Los toques tipo 'West Side Story' no se confunden. Recuerdan pero no son copia.
Todos los números son intensos, ágiles y con las parejas compenetradas para no fallar en variaciones muy complicadas. En los pasos a dos individuales, la técnica clásica se disfruta sin quedar obsoleta. Acosta ha ido aprovechando su excelencia ganada en los años del Royal Ballet, y ahora desde 2020 como director del Birminghan Ballet, para una creación coreográfica en la que el folclore se respeta adornado con una estilización muy atractiva y justificada. Y no es nada fácil lograrlo. En cuanto al trabajo físico, no hay nada peor que notar el agotamiento de los bailarines, y el cansancio de todas las piezas necesita un reposo solucionado con excelentes regalos musicales o la divertida intervención del personaje que mueve la historia y como buen showman se mete al público en el bolsillo con recursos conocidos pero no siempre logrados. Aquí, 'chapeau' calentando motores para ir arrancando las ganas de bailar con las que el final de la suite contagiaba al Auditorio puesto en pie y que, igual que en 2019, tampoco quería marcharse.
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