![María José Llergo canta entre el público de La Mar de Músicas, este viernes por la noche.](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/07/27/1484159446-kpmF-U2208283088892tG-1200x840@La%20Verdad.jpg)
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Ocurrió pocos minutos después de que los relojes encarasen la última recta antes de alcanzar las dos de la mañana. María José Llergo, quien, a esas alturas, ya había firmado un concierto notable, inauguró el apartado de bises colándose entre el público del Auditorio Paco ... Martín del Parque Torres al compás de '¡Ay pena, penita, pena!', la majestuosa copla compuesta por Quintero, León y Quiroga a comienzos de la década de los cincuenta.
Cercana y (muy) cariñosa, imposible calcular la cantidad de veces que gritó lo mucho que nos quería a todos los presentes, la cordobesa iba repartiendo gestos de amor y notas imposibles cuando, de repente, se acercó a una mujer situada en una de las primeras filas del último sector del recinto, se arrodilló frente a ella y, agarrando sus manos, le cantó una de las estrofas. Al terminar, entre lágrimas y vítores, se fundieron en un abrazo de los que detienen el tiempo. Y, en ese preciso instante, las palabras desaparecieron. Y todo adquirió sentido, razón de ser, motivo y memoria.
Artistas Mavica / Johan Papaconstantino / Ángeles, Víctor, Gloria y Javier / Rita Payés & María José Llergo / Gaye Su Akyols
Lugares Plaza del CIM / Plaza del Ayuntamiento / Patio del antiguo CIM / Auditorio Paco Martín del Parque Torres / Castillo Árabe
Calificación Muy bueno / Decepcionante / Sobresaliente / Notable / Bueno
Aunque dedique mi vida entera a intentarlo, no me cansaré de repetir que los momentos más especiales de un concierto son aquellos cuyo alcance emocional no se puede describir. Imagino que, al fin y al cabo, de eso se trata, ¿no? De sentir como el corazón se queda mudo y ensancha sobre su propio puño al escuchar: «Yo no quiero flores, dinero, ni palmas. Quiero que me dejen llorar tus pesares y estar a tu vera, cariño del alma, bebiéndome el llanto de tus soleares». Más allá, creedme, solamente queda murmullo y bruma.
Una poderosísima imagen con la que ya quedó justificada por completo la noche de LA VERDAD, otra de las fechas marcadas con especial ilusión dentro de la vigésimo novena edición de La Mar de Músicas.
Abrió la cita Rita Payés, quien, tras regalar una sobresaliente carta de presentación en su anterior visita al festival en 2022, regresó a Cartagena para compartir 'De camino al camino', un nuevo trabajo que supone un grato salto de madurez y donde incorpora a sus dos pilares fundamentales, el jazz y la bossa nova, otras sonoridades que enriquecen un mapa musical en constante movimiento, aprendizaje y crecimiento.
Acompañada sobre el escenario por las guitarras de su madre, Elisabeth Roma, y Pol Batlle, así como por Horacio Fumero al contrabajo, Juan Berbín en la percusión y un cuarteto de cuerda que engalanó y mimó cada pieza con maestría, la trombonista, cantante y compositora catalana ofreció una actuación de enorme elegancia y finura. Puestos a destacar alguna pieza por encima de otra, aunque recalcando el sentido unitario del concierto como elemento fundamental para entender el alcance artístico y sensorial del mismo, las elegidas serían 'El panadero', 'Tantas cosas' y la conmovedora 'Por qué será'. Canciones como estrellas fugaces que, antes de continuar con su rumbo, dejaron parte de su encantadora estela en el firmamento cartagenero.
Volviendo a la protagonista del comienzo de esta crónica, hay que dejar claro desde el principio que María José Llergo no está sobre el escenario. El escenario está bajo los pies de María José Llergo. Ha llovido mucho desde que recibió el I Premio Paco Martín a la artista revelación de las músicas globales en 2021, pero cada una de las gotas originadas por el fluir de los almanaques parece haber dotado a la cantante y compositora andaluza de más virtudes, atrevimiento, aplomo y personalidad. Se mantiene intacta, eso sí, esa privilegiada garganta acicalada de la tradición de sus genes y la hondura de su tierra, pero abandona los corsés, siempre más incómodos cuando los aprietan las manos de los puristas, y se deja envolver por el riesgo y la épica que se observan constantemente desde el retrovisor de la libertad.
Basado de forma casi íntegra en su segundo trabajo, el aclamado 'Ultrabelleza', el directo de Llergo propone un festejo y reivindicación de los sentidos, una declaración de intenciones y hambre de futuro y la confirmación de que, actualmente, su trayectoria se encuentra en una etapa de transición hacia la grandiosidad, la experimentación y el deletreo de la palabra diva. Y lo cierto es que la metamorfosis, así definió la propia artista su actual situación profesional en una de las múltiples interacciones que tuvo con los presentes, va por muy bien camino si tenemos en cuenta interpretaciones tan arrolladoras como las que dejó en el festival, con 'Visión y reflejo', 'Aprendiendo a volar' 'Juramento' y 'Tanto tiempo' a la cabeza.
Hace tres años, La Mar de Músicas creyó y apostó con firmeza por ella. El tiempo, claramente, le ha dado la razón. Y María José Llergo un notabilísimo concierto a modo de enésimo agradecimiento.
El mismo que deberíamos mostrar a Ángeles, Víctor, Gloria y Javier por el espectacular concierto que ofrecieron unas horas antes. Pero, antes de nada, las presentaciones. Este proyecto está compuesto por la cantaora Ángeles Toledano, el genial multi-instrumentista, productor y compositor Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly), la batería Gloria Maurel (Ana Tijoux, Raquel Lúa) y el músico y productor Javier Martín (The Low Flying Panic Attack). Desde luego, el nombre escogido para la aventura artística no es el comercial, tampoco original, pero nada importa cuando esta particular liga de los artistas extraordinarios se pone manos a la obra sobre el escenario. En esta ocasión, fueron las tablas del patio del antiguo CIM las que merecen una sonora ovación por sostener tal cantidad de talento unido y en permanente estado de ebullición a lo largo de sesenta minutos que se vivieron con los escalofríos correspondientes al hallazgo y el prodigio.
Con la sombra inabarcable y omnipresente de Federico García Lorca acariciando cada tema, todos ellos pertenecientes al debut de la banda, el asombroso 'Tengo tres estrellas y veinte cruces', cada uno de los componentes nos sumergió en una poética espiral de jazz (Gloria), flamenco (Ángeles), pop psicodélico (Víctor) y electrónica (Javier). Una fusión entre distintos géneros musicales planteada desde la sensibilidad y el respeto, pero ejecutada desde la más rabiosa entrega, rimando la visceralidad con la precisión, el arte con el impulso, la intensidad con la delicadeza.
Si finalmente cumplen con su palabra de despedirse tras su próximo concierto, previsto para el próximo 31 de julio en Alhaurín de la Torre, Ángeles, Víctor, Gloria y Javier dejan un legado tan pequeño en cantidad como gigantesco en calidad. Nos queda, al menos, el privilegio de poder decir que formamos parte de su soberbia despedida.
En lo que respecta al apartado internacional de la jornada, sabor agridulce con Johan Papaconstantino y Gaye Su Akyols, representantes de, respectivamente, Córcega e Islas Príncipe. Si esta parte del texto fuese una moneda, la cruz caería de parte del primero y la cara de la segunda. En el caso de Papaconstantino, bueno, digamos que su concierto nunca transmitió la sensación de despegar, quedándose sin gas a la primera de cambio y generando más hastío que interés. Por rescatar algo, los temas instrumentales destacaban para bien en comparación con el resto de un catálogo frío, distante y reiterativo. Más atractiva, mucho, fue la actuación de la carismática Gaye Su Akyols, quien necesitó cerca de cuarenta y cinco minutos para cumplir de manera más que satisfactoria en el Castillo Árabe con un recital dinámico y decidido donde la cumbia y el rock danzaron junto a ritmos tradicionales, ecos de western, fiestas pop y resacas grunge.
Por último, toca hablar de la compositora, cantante y productora cartagenera Marta Casanova, conocida con el nombre artístico de Mavica. Autora total de 'Sometimes a person never comes back (but that's okay)', uno de esos estrenos discográficos que despiertan curiosidad y afecto a partes iguales, la artista local desplegó al compás del mar que mece el puerto de su ciudad natal un repertorio donde la melancolía y el pop electrónico e introspectivo navegan de la mano. Guiado por su personal y embriagadora voz, Casanova reafirmó que la suya es una propuesta de las que cautivan sin artimañas. No hay trampa ni cartón, simplemente un conjunto de estupendas canciones con las que dejarse llevar, perderse y reencontrarse. Como hizo la propia Mavica con los lugares en los que creció o nosotros mismos, una vez más, con La Mar.
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