![Concierto de Derby Motoreta's Burrito Kachimba.](https://s1.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/2024/07/28/1484202266-kkAD-U220835562223XGD-1200x840@La%20Verdad.jpg)
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Imaginad a Cartagena despertando entre jazmín y azahar. A la Alameda vestida de feria. Al puerto tomando el apellido de Gelves. A las fachadas de la calle del Carmen teñidas de blanco. A Cala Cortina desprendiendo una arena fina que termina sobrevolando los patios abiertos. ... A los bares(icos) cerrando por dentro con pies de tablao. A La Mar de Músicas brindando con rebujito por una vigésimo novena edición que acaba al compás de la ovación, el afecto colectivo, el respeto y el agradecimiento. Imaginad una despedida en la que Cartagena rima con Sevilla y Granada. Imaginad un hasta pronto verdiblanco. Ya estáis, estamos, ubicados en una última jornada de festival donde la tierra de leyendas como Camarón de la Isla, Jesús de la Rosa Luque, Lola Flores, Gualberto García, Raimundo Amador, Rocío Jurado, Manuel de Falla o Andrés Segovia, entre muchos otros, acaparó la práctica totalidad de los focos. Desde Andalucía con amor. Y éxito.
Una clausura que comenzó en la plaza del Ayuntamiento con Adiós Amores, dúo formado por Iman Amar (Granada) y Ana Valladares (Sevilla) cuyo primer trabajo, 'El camino', al igual que su directo, se escribe con la tinta imperecedera de ese prodigioso pop/rock español que no ha cogido ni una mota de polvo desde su deslumbrante aparición y desarrollo en la década de los sesenta y setenta. Así, temas como 'Ave rapaz', 'Cumbia de la serpiente' o las maravillosas 'Soleada' y 'Canción de despedida', protagonistas de los mejores momentos de la actuación junto al precioso vals titulado 'Volveréis' y 'Sol de ayer', composición que habría firmado con los ojos cerrados Jeanette, representan un motivo de júbilo para quienes soñamos despiertos con un mundo repleto de armonías ye-ye, psicodelia inmersiva, corrientes fronterizas, oleaje de guitarras surf y un romanticismo compuesto de estribillos radiantes. Un lugar que pudimos reconocer y visitar durante sesenta minutos de melodías intachables que nos dejaron con ganas de más. Menos mal que la prometedora ruta de Adiós Amores no ha hecho más que empezar. Imposible abandonar la sonrisa que dejan las melodías intachables en el rostro mientras llegaba la esperada cita con otro de los grandes nombres de esta Mar de Músicas.
«Devolverle la música a los versos de Safo. Ese era el propósito con el que empezó este proyecto. Su poesía nació cantada, no escrita. Sabemos que Safo fue toda una estrella del pop en el mundo grecolatino y que su estela brilló mucho después de su muerte. Dio nombre a un tipo de métrica poética y a una forma de amor. Posteriormente se transformó en una figura mitológica que habita cuadros, textos y óperas, y en el siglo XX en un referente para las vanguardias que vieron en sus versos fragmentados una forma de escritura sabiamente editada por el paso del tiempo. Safo es un enigma vivo. Una invitación para imaginar». Con este texto presentaba en sociedad la gran Christina Rosenvinge a 'Los versos sáficos', último trabajo hasta la fecha de una etapa solista que hace tiempo que adquirió la categoría de esencial. Y sobre esos mismo ejes e intenciones giró un concierto donde la artista madrileña dejó un espacio prácticamente nulo para la nostalgia.
Adiós Amores Muy bueno
Christina Rosenvinge Notable
Derby Motoreta's Burrito Kachimba & La Plazuela Sobresaliente
Todos y cada uno de los temas incluidos en el citado álbum sonaron en un directo magnético y subyugante en el que se congregaron varios clímax, empezando por la apertura con las hipnóticas 'Canción del eco' e 'Himno a Afrodita'. A partir de ese momento, la cantante y compositora habló de musas y matrimonios con sonidos de matices latinos y alegres en las espléndidas 'Pajarita' y 'Canción de boda'; de muertes orgásmicas ('Poema de la pasión'); nos conmovió con la celestial 'La manzana' y las versiones desnudas a guitarra y piano de, respectivamente, 'Tú por mí' y 'Ligera como el aire'; y nos atravesó con el grunge de 'Fragmentos' y el rock de aullido distorsionado ('Ana y los pájaros').
Apoyada en una banda generosa y cómplice, Christina Rosenvinge encandiló al abarrotado patio del antiguo CIM con una notable actuación donde el magnetismo y la intensidad corrieron de su cuenta, mientras que la poesía, claro, fue cosa de Safo.
Y así llegamos a un Auditorio Paco Martín del Parque Torres que, por enésima vez, ha consolidado su condición de lugar incomparable a la hora de generar una energía especial cuando se trata de celebrar la música en directo. Quizá por quererlo tanto, temimos por la salud de sus paredes, escaleras y asientos al comprobar el modo en el que se tambaleaban por la brutal descarga de energía que llevaron a cabo en el recinto Derby Motoreta's Burrito Kachimba y La Plazuela.
Desenfundó primero la banda liderada por ese 'frontman' total llamado Miguel García, cuando se le trata de usted, y 'Dandy Piranha', cuando se trata de reventar las tablas, con una actuación realmente abrumadora. Asentados sobre un desafiante sonido que va del rock andaluz más reconocible al blues de los pantanos, pasando por el flamenco de camisa abierta, el hard rock de melenas al aire o el heavy que desafía con garras de cristal, los Derby completaron un concierto tan trepidante como épico. Otorgándole un peso importante a su obra más reciente, 'Bolsa amarilla y piedra potente', admirable el modo en el que cohabitan nuevos temas como las impresionantes 'La fuente', 'Ef Laló' y 'El Chinche', hay riffs que no se escuchan, se galopan, con clásicos de su catálogo como 'The New Gizz', 'Las leyes de la frontera' o las salvajes 'Aliento del dragón' y 'El salto del gitano', el conjunto sevillano dejó el listón bien alto en un lugar y fecha que no merecían menos. Un ambiente idóneo para que, después de una gozosa sesión marca de la infalible casa M. Lacroix, remataran la faena sus vecinos granadinos de La Plazuela. Dicho y hecho.
Con solo un disco publicado, el ensalzado, y con razón, 'Roneo Funk Club', el dúo compuesto por Manuel Hidalgo y Luis Abril ha logrado convertirse en una de esas propuestas que funcionan como valor seguro en cualquier tipo de cita musical. Y eso incluye, por si quedaba alguna duda, La Mar de Músicas. Arrancando a lo grande con 'La ida' y 'La primerica helá' y despidiéndose con unos bises que apostaron por el desbarre techno, La Plazuela mantuvo bailando y coreando sin descanso a un público que terminó de confeccionar con su entusiasmo la atmósfera de los grandes días en el auditorio. Si has estado allí, bueno, ya sabes de lo que hablo.
Después llegaron los tradicionales fuegos artificiales que anunciaban la larga espera hasta el regreso de una nueva edición del festival, pero, para entonces, ya habíamos gozado de una buena traca de funk, pop, disco, electrónica y flamenco con trallazos instantáneos como 'Péiname Juana', 'Principios del XX', 'Realejo Beach' o 'Soulseek'.
En La Plazuela tienen la actitud. Tienen la personalidad. Tienen la confianza. Tienen el directo. Tienen la estética. Tienen el fervor popular. Tiene las canciones. Tienen (mucho) talento. Y tienen todo el presente y futuro del mundo por delante.
Y fin. Tras un epílogo de esencia andaluza, no hay tres sin cuatro, servido en bandeja de madrugada por The Gardener, alter ego de Manuel Chaparro (Califato ¾) en forma de DJ charlatán, concluimos la jornada en el Castillo Árabe, lugar desde el que se observa cada año ese horizonte inconfundible que emerge de la orilla de La Mar de Músicas. Un festival cuya vigésimo novena edición ya ha adquirido la apariencia de esos recuerdos estivales que se cuelan por la rejilla de la luna. Que caminan al amparo de los navíos que esperan su penúltima travesía. Que desembocan en el imperecedero prólogo de los márgenes untados en sal. Sin estridencias. Sin excesos. Con el encanto particular de lo que no necesita más que ser para permanecer. Hasta el año que viene, amada Mar.
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