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Andrés Calamaro y su banda durante su actuación en La Mar de Músicas.

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Andrés Calamaro y su banda durante su actuación en La Mar de Músicas. José Villalgordo/ AGM

La Mar de Músicas 2023

La moneda cayó por el lado de la decepción

Un malhumorado Andrés Calamaro ofreció el concierto más pobre de una jornada de La Mar de Músicas en la que November Ultra enamoró con su talento y espontaneidad

Martes, 18 de julio 2023, 07:38

Una de las principales características que presenta el salmón es su capacidad para nadar corriente arriba a una velocidad media de casi siete kilómetros diarios, pudiendo incluso saltar hasta cuatro metros de altura, cifras y condiciones que posibilitan que supere prácticamente todos y cada uno ... de los obstáculos que se encuentra por el camino. Pues bien, que el apodo más conocido de Andrés Calamaro sea, precisamente, 'El salmón' es, además de una estupenda forma de reivindicar aquel disco quíntuple con el que el argentino inauguró el siglo XXI, una manera ideal de definir la trayectoria vital y artística de uno de los compositores y cantantes más importantes que ha dado el rock en español. Y es que, si algo ha hecho Calamaro desde que iniciara su ruta profesional en los ochenta, década en la que sobresale su participación en los esenciales Los Abuelos de la Nada, ha sido sobrevivir a torrentes de polémicas, expectativas, desapariciones voluntarias, leyendas vampíricas, tópicos de tono añejo, titulares rimbombantes y declaraciones incendiarias, así como, en lo que respecta al ámbito musical, a la alargada e implacable sombra de sus dos cumbres, 'Alta suciedad' (1997) y 'Honestidad brutal' (1999), listones anclados en lo legendario con los cuales se ha ido midiendo, de manera tan perezosa como injusta, el resto de su extensa discografía posterior. Unas comparaciones que, por cierto, han señalado como supuestas obras menores a trabajos tan magníficos como 'La lengua popular', 'Bohemio' o 'Cargar la suerte'. Dicho queda. Quizás por eso, la desagradable sorpresa que nos llevamos en su paso por La Mar de Músicas fue descubrir que, a estas alturas de la película y después de tantos mapas recorridos, existe una pieza capaz de derrumbar su figura como si de un frágil castillo de naipes se tratase. Una 'kryptonita' en forma de pantalla de móvil que provocó que su concierto en Cartagena terminará resultando algo muy cercano al desastre total. La corriente digital llegó y, a partir de ese momento, el naufragio resultó tan inevitable como doloroso.

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