Toca a Bach con su violonchelo. Puede conquistarte invitándote a uno de los vinos que ella misma elabora. Aprendió alemán, se enamoró de La Habana, es implacable ante el más leve gesto de violencia machista, física o psicólogica, es una luchadora. Nació en Murcia en ... 1984.
–¿Qué ha conseguido?
–Vendo mis vinos a catorce países, fuera me va infinitamente mejor que aquí, en Murcia.
–¿Y eso?
–Quiza tenga que ver con que yo no vengo de una familia relacionada con este mundo de los vinos, y puede que también con mi carácter independiente y un tanto rebelde, poco dado a hacer la pelota a nadie, a callarme lo que pienso y a defender con todas mis fuerzas mis ideas sobre cómo se deben hacer las cosas. Además, en esta Región, para dedicarte a los vinos parece que tienes que pedirle permiso a los hombres que los gestionan. Por ahora vendo en Alemania y Francia, fundamentalmente
–¿Qué no tiene?
–No me pida dinero porque no lo tengo.
–¿Qué decisión acertada tomó?
–Irme a estudiar a Alemania pagándome yo los estudios, sin apoyos, cumpliendo el sueño que tenía desde pequeña de tocar el violonchelo y formarme con los mejores. Se me abrió el mundo, fue una liberación que necesitaba mucho. Me fui con 20 años, en el 2005. Estuve en un lugar muy exigente [Musike Hochschule Heildelberg-Mannheim]. Estudiaba, trabajaba y aprendía el alemán al mismo tiempo, escuchando la radio, con amigos que me hice allí...; ni vengo de una familia con pasta, ni relacionada con los vinos, ni menos todavía con la música clásica...
–¿Y su formación como vinatera artesana y sumiller?
–Estuve becada en Vega Sicilia por mi expediente académico, sin recomendación de nadie. Después pasé por Josef Biffar, O. Fournier, Casa Castillo, Hacienda del Carche...
–La niña.
–Muy espabilada y amante de los animales, era muy buena estudiante pero no buscaba caerle bien a los profesores, ni me importaba no encajar con la imagen de niña buena y obediente; de hecho, a mí siempre me ponían en el grupo de los gamberros, y me encantaba y me lo pasaba pipa. Y, al mismo tiempo, sacaba muy buenas notas pese a pertenecer a una familia desestructurada.
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Un sitio para tomar algo con amigos
La Venencia, en Madrid.
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Una canción
'Corrandes de l'exili', de Ernesto Snajer, Refree y Sílvia Pérez Cruz.
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Un libro
'Ensayo sobre la ceguera', de José Saramago.
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¿Qué consejo daría?
Haz el bien y no mires a quién.
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Un viaje pendiente
A Zanzíbar.
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¿Le gustaría ser invisible?
Sí, muchas veces.
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¿Qué es lo que más detesta?
La mediocridad.
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Un baño ideal
En el Caribe.
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Un héroe o heroína de ficción.
Maléfica.
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Un capricho.
Un masaje tailandés.
–¿Qué recuerda?
–Que intentaba evadirme con la lectura y con la música, aunque en casa mi padre no me dejaba tocar el violonchelo...
–¿Algún aprendizaje especial?
–Existen hombres violentos de los que hay que alejarse todo lo posible; y también mujeres maravillosas, inteligentes y muy bien formadas que, increíblemente, se casan con ellos y se pasan la vida aguantándolos.
–¿Qué siente por su madre?
–La adoro.
–¿Dónde fue tras pasar cinco años en Heildelberg?
–A Berlín, con una beca para el Goethe-Institut, que es como el Cervantes, para sacarme el título de alemán, y con otra beca para hacer estudios de Edafología en la Humboldt Universit. Siempre me propuse compaginar mis estudios de ingeniería agrícola, que comencé antes de irme a Alemania –estaba en segundo de carrera–, con la música.
–¿Por qué ingeniería agrícola?
–Me gustan las plantas, me chifla la naturaleza. Por tanto, grave error estudiar ingeniería agrícola, donde te hablan de las posibilidades de cultivar la tierra con una arrogancia y un poco respeto por ella alucinantes. La tierra no está ahí para que nos aprovechemos de ella a toda costa.
–Un viaje.
–Me fui a Cuba en 2008, allí estudié agroecología y desarrollo rural durante tres meses. Ese tiempo en La Habana me cambió completamente, incluida mi relación con la música y con la agricultura. Aprendí las cosas más importantes, un aprendizaje que me dio combustible para vivir: no hay que perder la conexión con la alegría, hay que disfrutar al máximo de lo que se tiene, se debe tener claro que no todo lo importante, ni mucho menos, está relacionado con lo material; no hay que perder del todo la inocencia y hay que ser generoso. Me fui de La Habana llorando desesperadamente, no quería dejar ese lugar.
–¿Volvió después?
–Es que yo creo en eso de que no hay que volver a los sitios donde se ha sido feliz; de hecho, tengo muy claro que no debería haber vuelto a Berlín.
–Otros lugares.
–Gracias a las prácticas en Vega Sicilia pude ir después a Argentina y a Uruguay; y cuando regresé estuve trabajando en varias bodegas de Jumilla.
–¿Cómo se planteó su trabajo como vinatera?
–Yo no quería hacer vino como el que hace zumo, sino como el que crea una obra de arte, que es una concepción que se tiene más presente en el submundo en el que yo me muevo del vino natural, de los vinos indies o alternativos. No me muevo en el mundo clásico de las bodegas.
–La Región de Murcia.
–A veces tengo con ella una relación de amor-odio, porque me cansa este provincianismo cruel que, muchas veces, ahoga a la gente con talento. Muchos de mis amigos talentosos se han ido fuera, lamentablemente.
«Hay hombres violentos de los que hay que alejarse todo lo posible»
–¿Por qué no toca el violonchelo en plan profesional?
–Han sido años de disfrutarlo mucho, pero también de una tremenda dureza. He sido muy feliz. Una vez nos dirigió nada menos que Gustavo Dudamel cuando estaba en Mannheim... Pero llegó un momento en el que decidí que no me hacía feliz...; no podía jugar a la pelota porque se me podía joder la mano, no podía ni siquiera estar dos días sin tocar porque enseguida lo notabas. Te conviertes en una esclava del instrumento, y yo lo último que quiero en esta vida es vivir esclavizada, ni por nada ni por nadie. Lo que pasa es que, también es cierto, esto de ser emprendedora es de todo menos fácil. Yo me ha autofinanciado de cero y ha sido jodido. Pedí un crédito muy pequeñito, me avaló mi madre y he ido tirando.
–¿Se quiere mucho?
–No mucho, me doy bastante caña. Soy muy inconformista, aunque menos mal que tengo sentido del humor y me río de todo, por supuesto también de mí misma. Inconformista y bastante impulsiva, algo que estoy trabajándome [sonríe].
–¿A qué dice no?
–A todo lo que implique maltrato a seres que no se pueden defender: animales, plantas, niños...; por ahí no paso, me enciendo.
–¿Tiene animales?
–Ahora en casa no puedo, vivo con mi pareja de alquiler [en La Alberca] y no nos dejan tenerlos. Pero son mías dos gatas que rescaté hace ochos años y que ahora cuida mi madre. Soy muy fan de los gatos porque me gustan todos sus rasgos y porque son bellísimos. Con ellos aprendes mucho, por ejemplo a estar en el presente, a vivir el momento. Ellos aprovechan el instante: se acicalan, disfrutan, se saben relajar y, al mismo tiempo, se activan muy rápidamente en cuanto es necesario. Es verdad que son independientes, pero también tienen una forma de quererte que me hace muy feliz; son sofisticados hasta para quererte [risas].
–¿Cómo elabora sus vinos?
–No tengo viñas en propiedad, no me las puedo comprar; he podido permitirme arrendar algunas parcelas que me gustasen, algo que tampoco es fácil. Me encantaría cultivar mis propias vides, pero de momento tendré que esperar... Lo que me hace sentirme bien es la idea de contribuir a preservar viñedos viejos.
Fluidos, florales, ligeros
–El presente.
–A la Cooperativa de Bullas le hago dos vinos por encargo: un 'Ninja de las Uvas' (blanco) y un 'Ninja de las Uvas' (tinto). Y hay otros dos vinos que elaboro en mi bodega modular: 'La del Terreno' y 'La cañada del jinete' [juliacasadovinos.com].
–¿Qué vinos le gusta beber?
–Me encantan los del sur de Francia: tintos, rosados, blancos. Se parecen a los que yo elaboro: vinos menos musculados y más fluidos, florales, ligeros, frescos.
–La música que escucha.
–Me gustan muchísimo Leonard Cohen y Tom Waits, y cuando toco el violonchelo me encanta interpretar a Bach. ¡Me encantan Bach y Beethoven!, ¿y a quién no, verdad? [Ríe]
–¿Arrastra heridas?
–De amor no, tengo casi 40 años y en el terreno amoroso de pareja estoy bien ahora mismo, estoy en paz. Yo he amado mucho, pero es ahora cuando yo me siento mejor amada. La pareja es un trabajo, es una decisión consciente, la pareja es un ser vivo que necesita cuidados constantes. Todo lo vivo que no se cuida a conciencia acaba pereciendo. En cuanto a la pasión, no creo que sea lo más importante en la pareja, pero tiene un peso considerable que tampoco hay que descuidar en absoluto.
–Los celos.
–Un poco sí que soy celosa.
–¿Y posesiva?
–No lo sé...; tengo muy pocos amigos íntimos, a los que estoy muy entregada, y es cierto que a cambio también les demando cierta entrega, cierta reciprocidad.
«A veces tengo con esta Región una relación de amor-odio; me cansa este provincianismo cruel que, muchas veces, ahoga a la gente con talento»
–¿Qué es una suerte?
–Escuchar en vivo a Silvia Pérez Cruz.
–Su director de orquesta más admirado.
–Sergiu Celibidache.
–Su violonchelista preferido.
–Jacqueline du Pré. Fue terrible lo que le pasó con tan sólo 28 años [tuvo que retirarse debido a la esclerosis múltiple que produjo su deceso en 1987]. Pero no puedo evitar pensar, así en general, que las grandes bellezas florecen en la adversidad; que hay un destino donde se entremezclan siempre la belleza y el dolor.
–La maternidad.
–He reflexionado mucho sobre este tema, sobre hasta qué punto es un mandato, es un deseo...; de momento, sigo reflexionando [sonríe].
–Un proyecto.
–Quiero traspasar la bodega [ahora la tiene en La Junquera] a una casa antigua que compré en Cehegín. Pero ahora mismo no tengo pasta para desarrollar el proyecto que me ha hecho [la arquitecta] Patricia Reus. La verdad es que me estoy cansando de la precariedad, de estar sola tirando para adelante... Recuerdo las veces que me han dicho que podría haberme hecho funcionaria, pero antes me voy a vivir a una cabaña perdida.
–¿Con gallinas o sin gallinas?
–¡Con gallinas, con gallinas!
–¿Se planteó ser vegetariana?
–Soy carroñera, como cadáveres de pollos pero jamás los mataría yo, ni de coña. Lo que no como es cerdo, ternera y cordero, comer esas tres carnes no me da placer. El pescado me encanta y el marisco igualmente.
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