

Secciones
Servicios
Destacamos
Marcos Ortuño, yeclano nacido en 1973. Licenciado en Derecho, exalcalde de Yecla, consejero de Presidencia, Cultura, Turismo y Deporte. Casado, padre de dos hijas. Que ... no le toquen a la Virgen mexicana de Guadalupe. A los dos minutos no llega, ya da la impresión de que lo conoces de toda la vida.
–¿Qué fue agridulce?
–Mi llegada a la Alcaldía de Yecla, a la que accedí en 2011 tras fallecer Juan Miguel Benedito, mi predecesor. Lo dije en su día: 'Mi mejor sueño se ha cumplido de la peor manera posible'. Fue todo muy rápido e inesperado; iba a ir a visitarlo al hospital, donde estaba ingresado, cuando a las cuatro de la tarde me llamó su mujer para decirme que había muerto; para mí fue un 'shock' muy grande. Mi padre murió el 8 de agosto y el 6 de septiembre falleció Benedito. El 15 de septiembre tomé posesión como alcalde.
–¿Qué aprendió ya de niño?
–Mi madre, que era profesora en mi colegio, me inculcó que tenía que ser responsable y constante. Me lo inculcó para siempre.
–¿Por qué entró en política?
–Yo creo en el destino. Cuando acabé Derecho en Valencia, en el 95, me hice objetor de conciencia; recuerdo que mi padre me dijo: 'Pero si esos no pueden ni votar'. Y yo le aclaré que esos eran los insumisos. Me fui a trabajar a un despacho de abogados en Alicante, de allí me cambié a otro de Yecla del que me llamaron, y un día me llegó una carta diciéndome que tenía que incorporarme o en la Cruz Roja o en el Ayuntamiento. Un amigo me comentó que en la Cruz Roja estaría muy bien, pero yo pensé: 'Iré al Ayuntamiento, a hablar con el alcalde, Vicente Maeso, a ver qué podría hacer allí y decidir qué me cuadra más'. Cuando me vio por allí el alcalde me dice: '¡Hombre, Marquitos, me han dicho que ya eres abogado!'. Le expliqué me había hecho objetor de conciencia, cosa que también le sorprendió, y quedamos en que iría por las tardes a hacer algunos trabajillos que él me iría mandando. Y en el 99, siendo yo un pipiolo de 26 años, me propuso ir en las listas del PP porque le hacía falta poner a gente joven. Así es que a veces pienso qué hubiera sido de mi vida si llego a decidirme por la Cruz Roja.
–¿Qué hizo bien como concejal?
–Lo fui durante cuatro años, al tiempo que ejercía la abogacía, de Comercio, Industria y Medio Ambiente; yo fui el concejal que impulsó la compra del Monte Arabí, que entonces era privado. De eso estoy orgulloso.
–¿Por qué Marquitos?
–Mi padre se llamaba Marcos y yo soy el menor de cuatro hermanos; el tercero me lleva diez años. Era Marquitos.
–¿Y también un niño mimado?
–Me decían en casa que había venido de rebote [ríe], pero sí, me mimaban.
–¿Siempre qué ha sido?
–Un tío cercano; mi padre decía que Marquitos era muy 'saludaor', porque siempre iba saludando a la gente por la calle. Me gusta relacionarme y escuchar, y empatizo rápido. Cuando estaba en la Alcaldía, en el pueblo se decía mucho eso de 'habla con el alcalde, ya verás como te va a escuchar'. Y era cierto, escuchaba y me importaba mucho ayudar a todo el mundo en todo lo que estaba en mi mano.
–¿Qué no es?
–No soy tímido, soy extrovertido y cojo confianza sin problemas.
–¿Qué más hace?
–También hablo mucho [ríe].
–Y es del Madrid.
–Lo he sido siempre y lo sigo siendo. Yo lloraba a lágrima viva, siendo un niño, viendo a ídolos como Juanito y Santillana perdiendo no sé qué partido o campeonato.
–¿Listo?
–Muy trabajador.
Un sitio para tomar una cerveza. En Yecla.
Una canción. 'Mr. Brightside', de los Killers.
Un libro para el verano. 'Autorretrato de mí', de Fernando Aramburu.
¿Qué consejo daría? Prudencia, paciencia, constancia.
¿Le gustaría ser invisible? No.
Su héroe o heroína de ficción. Spiderman.
Un epitafio. [...]
¿Qué le gustaría ser de mayor? Un tío elegante como mi padre.
¿Tiene enemigos? Tengo adversarios.
Su copa preferida. Vino blanco bien frío.
Un baño ideal. En Águilas.
–¿Qué le dice algún amigo y no está de acuerdo?
–Que tengo un corazón de hierro. No es verdad, aunque a veces ser cariñoso me cuesta.
–¿De usted qué cambiaría?
–Tengo unos arrebatos iniciales, ante un problema o alguna cuestión que no ha salido bien, que por fortuna se me pasan a los cinco minutos. No estar a la altura de lo que me he propuesto me cabrea, por ejemplo. He ido aprendiendo a atemperar esos cabreos.
–¿Qué más?
–Soy excesivamente metódico, y quiero tenerlo todo muy programado, planificado al detalle. Y creo que en ocasiones hay que saber dejarse llevar. Yo estoy pensando en lo de hoy y al mismo tiempo en lo de mañana y pasado. Es por un exceso de responsabilidad, pero tendría que relajarme un poco.
–¿Ha sido un conquistador?
–¡Qué va! Yo me hice novio de mi mujer, Rocío, cuando yo tenía 16 años y ella 14. Y seguimos juntos. Yo no he tenido más novia que ella. La saludaba mucho [risas], pero no me había decidido a hablar con ella. En la Feria de Yecla del 89, me la encontré en un concierto de Radio Futura y me dije: '¡Esta es la mía!'. A partir de esa noche empezamos a salir. Rocío me conoce de toda la vida, es una persona, al igual que mi madre, determinante para mí. Creo que han tenido y tienen mucho que ver en que las cosas me vayan bien. Yo necesito una persona de confianza que sea el pilar de mi vida, y nunca he tenido ninguna duda de que esa persona es Rocío.
–¿Se imagina sin ella?
–Una vez, de broma, le dije a mi suegra: 'Suegra, yo con tu hija estoy para tomar un camino, porque esto es ya inaguantable'. [Risas] Y ella me respondió inmediatamente: 'Tú sin mi hija no duras vivo ni tres días'. Y, oye, que eso es cierto. No concibo la vida sin ella. Se pueden contar con los dedos de una mano, y me sobran, las veces que nos hemos ido a la cama enfadados. Y esas pocas veces, desde que nacieron mis hijas.
–¿Cómo son?
–Rocío y Alejandra son dos fenómenos de la naturaleza, son unas crías que no paran quietas dos segundos; decir que son tremebundas es poco, y a veces, claro, logran que se te alteren un poco los nervios [ríe].
–No quiso que le pasara lo mismo que a usted y se llevan un año...
–... nos casamos en el 2003 y, cuando quisimos tener hijos, mi mujer llegó a tener hasta ocho abortos; requirió de varias intervenciones quirúrgicas y llegó un momento en el que ya pensábamos que no íbamos a ser padres. Entonces, en 2014, en una misión comercial con empresarios del mueble a México, promovida por el entonces consejero José Ballesta, en una tarde en la que nos habían cancelado un par de reuniones yo quise ir a ver a la Virgen de Guadalupe, y allí que nos plantamos, en la Basílica de Guadalupe, Ballesta y yo. Me acuerdo que cuando me vi delante de la Virgen le pedí que mi mujer se quedase embarazada, y salí de la Basílica con el convencimiento de que así sería. Yo le dije a la Virgen que si teníamos una hija, en la pila bautismal se llamaría lo que sea y Guadalupe. Al mismo salir llamé a mi mujer: '¡Vas a ser madre!'. Era febrero y el 17 de marzo supimos que estaba embarazada, y el embarazo salió adelante y nació la mayor, Rocío.
–¿Rocío Guadalupe?
–¡No! Le pusimos de nombre Rocío de la Concepción, ¡se nos olvidó lo de Guadalupe! Meses después, cuando los ginecólogos le recomendaron a mi mujer operarse y veían ya peligros en otros embarazos de riesgo, se quedó embarazada de nuestra segunda hija. Ahí ya sí que le dije: 'Vamos a ponerle Guadalupe, porque sino la Virgen va a seguir mandándonos crías sin parar. Alejandra se llama Alejandra Guadalupe de la Concepción.
–¿Católico practicante?
–No todo lo que debería, pero sí rezo todas las noches.
–¿Qué pide?
–Yo doy gracias, no pido para mí. Con todas las necesidades que hay en el mundo, yo no me puedo quejar de nada.
–¿De qué está convencido?
–De que la derecha gestiona mejor que la izquierda. Mire lo que está pasando a nivel nacional, ¿dónde nos está llevando Pedro Sánchez? Pues a la ruina económica de muchas familias y a una inflación completamente disparada. Eso no pasaría con un Gobierno de centro derecha.
–¿Seguro?
–No pasaría. Cuando a la gente le tocan el bolsillo, el PP gana. Cuando a la gente le tocas el bolsillo, la gente llama a la puerta del PP. En este país pasa también que tenemos una doble vara de medir: yo creo que la izquierda, para aprobar del cero al diez, con un dos aprueba, mientras que la derecha necesita un ocho. ¿Qué hubiera pasado si [Mariano] Rajoy hubiese dicho 'no voy a pactar con Bildu' y hubiera pactado al día siguiente? Estoy harto de la superioridad moral de la izquierda. Tenemos que llegar al Gobierno cuento antes.
–Alberto Núñez Feijóo.
–Creo que con Feijóo, sinceramente, tenemos el líder que España necesita. Ha demostrado capacidad de diálogo y de gestión, es una persona sensata que ha conseguido mayorías absolutas y tiene muy claro lo que es de interés general para el país.
–Pablo Casado.
–Creo que también era una persona idónea para haber sido presidente del Gobierno.
–Pues se lo han cargado ustedes mismos.
–En política, para bien y para mal, hoy estás y mañana no.
–Hay formas y formas.
–En la política no hay tantas formas en muchas ocasiones, ni tanta sensibilidad, y a veces ni piedad; es un mundo muy complicado. A mí no me gustan ni los insultos, ni las descalificaciones. En estas últimas semanas, por ejemplo, muchos ministros han llamado a Feijóo de todo menos guapo. Yo no insulto ni en los momentos de efervescencia. Los adversarios son adversarios, no enemigos; tengo buenas relaciones con gente de todos los partidos. En Yecla decían: 'A Marquitos le votan hasta los de Podemos'.
–¿Qué procura?
–Ser optimista y pensar que todo va ir bien, veo las cosas en positivo. Pensar que todo va a acabar saliendo bien te hace estar la mayor parte del día de buen humor. También tengo momentos de agobio, pero son los menos. Nunca me he venido abajo, me rehago pronto.
–¿Para qué es un desastre?
–Para cocinar lo soy por completo, y eso que soy muy comilón.
–Cayetana Álvarez de Toledo.
–A mí particularmente no me gusta, creo que hay que hablar de manera que te entienda todo el mundo.
–Isabel Díaz Ayuso.
–Un valor en alza y un activo muy importante en el partido.
–¿Quién del Gobierno de Pedro Sánchez le cae mejor?
–La ministra de Defensa, Margarita Robles. Me parece la más normal. La veo con sentido de Estado y se enfrenta a los ministros de Podemos, que dicen cosas que directamente ponen los pelos de punta.
–Yolanda Díaz.
–Un bluff total. No me dice nada.
–Fernando López Miras.
–Fernando es buen presidente, tiene la Región en la cabeza y se desvive por ella todos los días. Esa tranquilidad que él tiene en momentos complejos es una de las claves de su éxito, además de su capacidad de trabajo y de que tiende a ver oportunidades en todo. Yo estoy muy cómodo trabajando con él y creo que ganará las próximas elecciones con más votos de lo que dicen las encuestas a día de hoy.
–Sanna Marin.
–La gente quiere ver en la política a gente normal. Me parece un disparate la que se ha montado con la primera ministra de Finlandia. ¿Cómo que no tiene derecho a tomarse una copa, a cantar y a bailar? ¡O dos copas con quien le dé la gana! ¿Pero qué pasa, que vamos a tener que pedir perdón por dedicarnos a la política?, ¿vamos a tener que fustigarnos en la plaza pública: ¡soy político!? Los políticos somos personas normales, y ni más ni menos que el reflejo de la sociedad.
–¿De qué se llegó a disfrazarse?
–Siendo alcalde, de Spiderman. ¡Fue todo un éxito [risas]!
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Especiales
Así se desbocó el urbanismo en La Manga
Fernando López Hernández
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.