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En La Zenia (Alicante) «el 50% del censo de habitantes es la mitad de extranjeros, eso de normal, y en verano se multiplicará por cuatro», ... calcula la mente estadística de Aarón Sáez (Orihuela, 1984), una de las personalidades artísticas más versátiles de la escena musical. También es escritor, además de compositor, músico e intérprete en proyectos musicales como Varry Brava, con el que a punto estuvo de ir a Eurovisión con 'Raffaella', y otras aventuras como Carey, con Antonio Turro, guitarrista clásico y productor musical, con el que ha explorado el género de la habanera en 'Tacón amargo' y 'La casa rosa', recién publicado, financiado por el Patronato Municipal de Habaneras de Torrevieja. El próximo viernes 2 de agosto estará en el festival Brilla Torrevieja para mostrar en escena este viaje a Cuba en el que ha participado la coral torrevejense Francisco Vallejos. Vive al borde de una cala desde la pandemia. Y es columnista de LA VERDAD, donde da rienda suelta a sus deseos de jugar con las palabras.
–Hace 14 años apareció por primera vez en esta misma sección de entrevistas y contó a Gontzal Díez que «hacer cosas distintas es muy sano. ¡Ojalá que dentro de quince años estuviese en quince bandas en las que hacer cosas distintas! Quiero ser muchos...». ¿Sigue siendo muchos?
–La verdad es que sí. Aunque en aquella entrevista tenía 25 años y decía cosas como que el sueño de mi vida era ser mileurista...
–¿Por qué eligió este lugar?
–Jamás pensé que tendría una casa aquí. Yo era antiplaya porque cuando era pequeño mi padre cuando iba a currar nos dejaba aquí porque a mi madre le flipaba la playa. Desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche que pasaba a recogernos estábamos todos en la arena. Recuerdo que nos daba la comida de olla caliente en los tupper... Y ahora vivo en Mar Azul, cerquita de La Zenia, y como siempre estoy de un lado para otro yo aquí vengo como al descanso del guerrero. Tengo una pequeña casa con terracita. Mi ventanita da al mar.
–Aquí habrá compuesto muchas de sus últimas canciones.
–Me vine aquí en agosto de 2020. Me compré el piso en abril de ese año, baratísimo, porque estábamos en plena pandemia, pensábamos que íbamos a morir todos.
–Estuvo en Cuba en Navidad...
–Sí, estuve hablando con el Patronato de Habaneras en primavera, y después del verano me dijeron que apoyaban el proyecto. La música cubana siempre me ha gustado, la descubrí con Santiago Auserón, cuando en 1995 hace el disco 'Raíces al viento'. Recuerdo escucharlo en la cama cuando aún salía en Los 40. Mi abuela cantaba habaneras, vivía en Los Montesinos, pasaba veranos en la playa de los Náufragos de Torrevieja, y venían en carros.
–¿En esos años pensó incluso en presentarse al Festival de Habaneras de Torrevieja [el más antiguo de este género en España, que ya va por sus 70 ediciones]?
–Cuando era pequeño pensé presentarme yo solo al Festival de Habaneras sin saber que eran corales... Me hace mucha ilusión que nos hayan programado, con cariño, pero con calzador, en el festival Brilla Torrevieja, el 2 de agosto, pues estamos de teloneros de Jason Derulo, ni más ni menos.
–Si nos dejan....
–Si nos dejan seguir colaborando con el Festival de Habaneras estaría muy guay, porque hay muchos pueblos con esta tradición y con certámenes de habaneras también. Me gustaría llevarme a toda la banda y hacer el show por ahí. Las habaneras han estado anquilosadas porque una vez que nos fuimos de Cuba dejamos de interesarnos y se acabó el intercambio cultural. Las habaneras se quedaron ancladas en el tiempo, y como se hacían en cada zona. Pero eran cantes de ida y vuelta, como el flamenco.
–Usted ha tocado también pasodobles.
–Sí, es verdad. 'Marujita', por ejemplo. Con el Dúo Orquesta Regalizes [grupo de reivindicación de la Canción Española formado por Aarón y Fran Ropero] también hacíamos copla.
–Ser músico estaba ahí en sus planes.
–Sí, desde que tengo uso de razón, no he querido ser nunca otra cosa. Escuchaba mucha música en casa, y tengo un cofre con canciones escritas desde que estaba en EGB. Mi abuela tiene un cofrecito-hucha con las canciones que yo escribía. No lo he abierto, quizás haya una joya...
–«He visto cosas que no creeríais»... decía el replicante Roy Batty (Rutger Hauer) en 'Blade Runner' (1982), de Ridley Scott. En su caso, qué cosas ha visto...
–¡Hostia, tío! Es muy sorprendente ver que la gente vive de la música, a mí me sigue sorprendiendo. Y yo he vivido de ella muchos años, pero me parece tan complicado, estamos dejados de la mano de Dios. En los 80 y 90, los músicos ganaban mucho dinero cuando vendían discos, y las discográficas mucho más. Ahora no, nos han quitado eso, ahora todo es 'streaming' y nosotros no vemos nada y nos han dejado fuera de la ecuación. Los derechos de autor ahora son menos, y solo nos quedan los conciertos, que son estacionales. No sabes cómo te va a ir cada año, no sé cuántos conciertos voy a dar los próximos diez años de mi vida, ni a cómo se van a vender las entradas, ni a cuánto me van a contratar. Entonces... la precariedad que tenemos es esa, antes al menos se vendían discos. Hoy seguimos estando en la mierda, aunque te vaya bien.
–Pero, ¿su sueño de ser mileurista ya se cumplió?
–Sí, ¡aunque puedo volver a soñarlo! A mí me encanta estar en siete cosas al mismo tiempo y lo gasto todo en esos proyectos, tengo esa mala costumbre, y me gusta pagar a los músicos con los que toco. Podría vivir más tranquilo, pero no soy así. Yo vivo haciendo canciones e intentando viajar y hacer cosas. Invierto en mí.
–Las redes sociales le han ayudado a llegar a otros mundos.
–Cuando empecé a hacer música y daba mis primeros conciertos, yo iba por los bares de los pueblos, no tenía coche ni edad para tener carnet, así que iba en tren, buscaba garitos donde pensaba que podía tocar, abría la puerta y decía: 'Hola, ¿hacéis conciertos aquí?'. Como no me conocía nadie en ese pueblo, hacía un cartel, lo fotocopiaba y lo ponía por allí, y todo el acceso a que alguien me conociera o me escuchara era que alguien de ese pueblo viera ese cartel en ese bar y que sin conocerme de nada fuera a verme. Cuando me acuerdo de eso y pienso en las redes sociales, solo puedo ver una oportunidad tan increíble de llegar a tanta gente en todo el mundo a cada momento, que no me sale ser negativo con las redes. Es la mayor oportunidad que ha surgido en el universo.
–¿Hay alguno de esos garitos a los que aún llama a la puerta?
–Con cada proyecto nuevo he podido ir siempre a La Gramola, en Orihuela, que es un bar de rock de toda la vida que lleva El Pana, un superviviente de la vieja escuela, que tiene un garito desde el 91 haciendo conciertos en Orihuela, es decir, un nivel de supervivencia extremo. Siempre me abre las puertas con Varry, Carey...
–Cada proyecto tiene su momento y su personalidad...
–Sí, y es bonito con el paso de los años ver cómo van cambiando. Los cuatro chavales que nos juntamos en 2008 a hacer pop con chaquetas de colores no somos obviamente los mismos que quince o dieciséis años después. Algunos de ellos son padres, tienen otras prioridades, yo también tengo las mías, pero seguimos con ganas de vernos y de juntarnos, que es lo más importante.
–Le llamarán «Tito Aarón»...
–Yo soy el tito ausente de todos los hijos de mis amigos...
–¿Cuántos hermanos tiene?
–Tengo una hermana, Aixa, que es diez años más pequeña que yo, y también es músico, y tengo otro nuevo con el que me llevo 38 años. Mi padre me ha regalado a un hermanito, Zoe, y que ha cumplido dos años. Mi madre vive en Correntías, una pedanía de Orihuela; mi padre vive en Murcia.
–¿Vio la película 'El agua' (2022), de Elena López Riera? Es una de las que mejor han sabido mostrar lo unida que está Murcia a la Vega Baja, un universo común.
–Sí, es una pasada. Elena es una tía, aparte de espectacular, que tiene un ojo para buscar esas cosas de la zona. Le da una trascendencia a lo más anecdótico. Somos la misma cosa. Yo noto más diferencia con el resto de Alicante, pero Murcia, Orihuela, la Vega Baja... somos en el fondo lo mismo.
Un sitio para tapear Las Cañas, en Torrevieja.
Una canción 'El canto del gallo', de Radio Futura.
Un libro para el verano Me lo estoy pasando muy bien leyendo 'Solenoide', de Cartarescu.
Un aroma que recuerdes Las natillas que se pegaban en el cazo de mi abuela.
¿Con quién no cenaría jamás? Guau, con Abraham Boba, de León Benavente.
¿Quién dejó de caerle mal? No me suele caer mal la gente.
¿Le gustaría ser invisible? No, qué va.
¿Qué le gustaría ser de mayor? Músico viejo que va por ahí tocando con cien años, como Eliades Ochoa.
¿Tiene enemigos? No, voy muy a mi bola.
¿Qué es lo que más detesta? La falta de ilusión.
Un baño ideal Debajo de mi casa, en la cala de la Herradura. Antes de comer voy y me doy un baño. No era mi sueño, pero apareció en mi vida
Una mascota Mi gata 'Tutú', está guay ser distinto, y ella intenta salirse de casa, está guay dejarse ir
–Qué piensa con penar...
–Que apenas salen bandas de Alicante, hay mucha cultura de bandas de orquesta, pero grupos que trasciendan apenas hay, por eso tampoco hay chovinismo alicantino en lo musical. Todo lo contrario que en la Región de Murcia. La frase esa 'pero qué pasa en Murcia' yo la llevo oyendo desde que tenía 15 años. Quizás la clave sea el apoyo institucional, solo hay que sacar cuentas de la cantidad de certámenes y concursos, como el Rendibú de LA VERDAD. Mira cuántos hay en Murcia y cuántos hay en Alicante. La gente de Sistema Nervioso, que ganó el Rendibú, nos decía, «pues íbamos a grabar cuatro canciones y si ganamos el Rendibú grabaremos el disco completo». Nosotros con Varry Brava grabamos la primera maqueta con el concurso de Orihuela, y si no hubiéramos ganado no hubiéramos grabado, pues no podíamos. Hoy es más fácil grabarse en casa con los tutoriales de YouTube.
–¿A qué no renuncia en verano?
–A ir a La Mar de Músicas de Cartagena, voy todos los años. He tocado también, el año pasado con Carey, y con Dúo Orquesta Regalizes también en la plaza de San Francisco, y con Varry creo que también. Y he recuperado la costumbre de ver a mis propios compañeros en los festivales, porque durante una época muy larga nosotros tocábamos muy tarde en los festivales y cuando terminábamos ya no quedaba nadie. Ahora voy un poco antes para ver conciertos, incluso he llegado a ir solo.
–El fenómeno 'Raffaella'.
–A mí me hubiera gustado abrir más mercado en Italia, pero somos una banda, y poner todo el esfuerzo y todo el tiempo que se requiere a veces es complicado, porque no siempre estamos en el mismo momento. Igual que lo de participar en San Remo, que es algo que queremos hacer, pero requiere voluntad y esfuerzo y tiempo, y estar allí, no puedes hacerlo desde aquí. Lo que sucedió con 'Raffaella' fue una locura, porque nos llamó un tipo, Cristiano Malgioglio, «paroliere e personaggio televisivo», además de gran compositor, que quería que la canción fuera sintonía de su programa de televisión. Intento ser consciente de todo, y disfrutarlo, y quizás podríamos haberle sacado más pringue en el sentido de vivir muchas aventuras.
–Tiene previsto ir a Brasil.
–Sí, queremos hacer un amigo y yo una especie de 'podcast' o disco viajero, vamos a Salvador de Bahía y a Río de Janeiro, y haremos fin de año en Montevideo.
–¿Es consciente del impacto que puede tener un lugar en nuestras vidas? ¿Lo ha pensado?
–Sí, mucho, estoy dispuesto siempre a que me transformen los lugares. Yo de pequeño quería ser aventurero, como Indiana Jones, ir a sitios y descubrir cosas, pero con una guitarra al hombro. Este año me he tirado un montón de tiempo viajando, y sigo presentando proyectos que tienen que ver con eso. Lo que hice en Cuba, por ejemplo, me gustó mucho, y hay muchas cosas que se pueden seguir haciendo en América Latina, hay mucho legado y cultura musical que se dejó sin tocar y que es revisable y revivible. Lo podemos seguir pasando guay estudiando la música de cada sitio.
–Cultiva la hiperactividad.
–Sí, no tengo pareja ni hijos ni familia que dependa de mí, solo una gata que vive libre conmigo, y ya llevamos 12 años juntos. Aunque parezca una tontería, esto me genera mucho tiempo libre. Pero lo de hiperactividad tiene que ver con la curiosidad y con las ganas de hacer cosas. Cuando llegas a cierta edad o cierto estatus, la gente se aburre, y se echa un poco atrás en su ímpetu, y la pasión es algo que tienes que cultivar, que currar, si no estás todo el día currando no te llega del cielo. Si no se cultiva, la curiosidad se seca. Yo estoy estudiando, por ejemplo, Historia del Arte, y me gustaría irme de Erasmus a Italia.
–El tatuaje de las flores parece una cosa polinésica...
–Bueno, son flores de almendro. Mi hermana va forrada de tatuajes, empezó con 15 o 16 años, y hasta hace nada yo no tenía ninguno. Mis abuelos tenían almendros en Los Montesinos, y todos los veranos íbamos a recogerlas, y me apetecía tener siempre las flores en las manos. Y las chicharras igual, son de los almendros. Tengo un tatuaje de mi gata, otro de Japón, de Cuba, de Nápoles...
–Japón, ¿en qué siglo están?
–El mismo año fui a Cuba y a Japón y fue como pasar del siglo XIV al siglo XXVI. Japón es muy adictivo, me iría mañana mismo.
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