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Víctor Manuel Martínez, en la playa Mil Palmeras. pablo sánchez / AGM
Víctor Manuel Martínez: «No me gustaría ser un talibán»

Víctor Manuel Martínez: «No me gustaría ser un talibán»

Estío a la murciana ·

«Ni Podemos se comió a los niños, ni Vox se comerá a los gais», afirma el politólogo y exportavoz del PP en la Asamblea Regional

Miércoles, 24 de julio 2019, 02:39

Víctor Manuel Martínez (Santomera, 1981), politólogo, casado, padre de dos hijos, exportavoz del PP en la Asamblea Regional. Parlamentario cuyas habilidades elogian también sus oponentes políticos, fue una sorpresa, dentro y fuera del PP, que se quedase fuera de las últimas listas electorales. Por cierto, su caldero hecho con mimo es famoso. Asegura: «Odio la adulación».

-¿Qué se dice?

-Que lo que llegue, lo afrontaré. Es verdad que he pasado de ser portavoz [del grupo parlamentario popular en la Asamblea Regional] a estar en una situación en la que no sabes si te van a llamar [para formar parte del nuevo Ejecutivo que presidirá Fernando López Miras] o no te van a llamar, si van a contar o no contigo... Pero, al final, como son decisiones que no dependen de mí, intento no darle vueltas y que venga lo que tenga que venir.

«¡Soy un apasionado de la cocina! Yo abriría un restaurante, pero mis suegros, que de eso saben mucho, me dicen que ni muerto, ni vivo»

-¿Le sorprendió no ir en las listas del PP a la Asamblea?

-De alguna manera, me lo esperaba. Mucho tiempo antes, yo vi venir las intenciones de Fernando [López Miras]: quería darle un giro a la Asamblea, otro aire con otras personas, un impulso distinto. Lo empecé a intuir y a hacerme a la idea de que, al final, esto es política y tampoco se trata de estar aquí toda la vida; eso lo he tenido siempre en mente.

-¿Peleó para que contasen con usted?

-No, como tampoco peleé para llegar a nungún cargo. En el caso de la Asamblea Regional, he sido diputado doce años y me voy con una hoja de servicios que creo que ha sido positiva para la Región y que ha contribuido a hacer leyes de las que mejoran la vida de la gente y la hacen más feliz. Si cuentan conmigo, fenomenal; y si no cuentan conmigo, agradecido porque he podido hacer algo que muy poca gente tiene la oportunidad de hacer: tomar decisiones que cambian la vida de la gente para mejor.

-¿Le preguntó a López Miras los motivos de su decisión?

-No. Estamos hablando de uno de mis mejores y más queridos amigos, de una persona con la que he vivido algunos de los mejores momentos de mi vida.

  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -El 'Treinta y tantos', en Santomera.

  • 2 -¿Una canción? -'Cuando el mar te tenga', de El Último de la Fila.

  • 3 -Libro para el verano. -'14 de julio', de Éric Vuillard.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -Haz lo correcto, haz el bien.

  • 5 -¿Cuál es su copa preferida? -De vino.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? -No.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -Batman.

  • 8 -Un epitafio. -'Lo hizo porque nadie le dijo que era imposible'.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Seguir siendo feliz.

  • 10 -¿Tiene enemigos? -Quiero creer que no.

  • 11 -¿Lo que más detesta? -La mentira y la adulación.

  • 12 -¿Un baño ideal? -En Calblanque.

-¿Le pareció injusto?

-Desde el punto de vista del deber cumplido, de los logros, puedes decir: '¡Coño, es que hemos conseguido, en un contexto difícil, funcionar como un reloj como grupo y hacer un buen trabajo!'. Aquí había un equipo excepcional, a lo mejor no se le ha tratado con justicia. Pero, claro, insisto, esto es política.

-¿Si no entra en el próximo Gobierno, qué hará usted?

-Emprenderé otra vida laboral.

-¿Con frustración?

-En absoluto.

-¿Le sorprendió que el PSOE tampoco contase con [la expresidenta de la Asamblea] Rosa Peñalver para sus nuevas listas?

-Mucho. Creo, honestamente, que ha hecho un buen papel durante estos cuatro años, y mira que yo soy de los que más se ha enfrentado con ella. La admiro por su valentía, porque siempre da la cara y porque ha hecho un buen papel. También me sorprendió que tampoco se contase con María González [Veracruz].

-¿Lamentó el batacazo de Óscar Urralburu [cabeza de lista de Unidas Podemos a la Asamblea]?

-Ahí tuve sensaciones encontradas. Yo he debatido muy fuerte con Podemos, pero con Urralburu entablé una relación personal muy positiva. Creo que es un tío muy válido y que no se merecía el resultado [electoral] que ha sacado. Ahora bien, el partido Unidas Podemos sí merecía el resultado obtenido porque sus votantes, a nivel nacional, se sintieron traicionados; hay un antes y un después de la compra del famoso chalé. Además, han sido fieles a lo que ha sido siempre la izquierda: peleas internas, enfrentamientos...

Voto de castigo

-¿Y Vox?

-Ni Podemos se ha comido a los niños, ni Vox se va a comer a los gais. Son formaciones que han nacido en un contexto social muy crispado, y que son fruto del voto de castigo, del voto rabioso. En realidad, yo creo que la gente no ha leído el programa de Vox.

-¿Son un peligro?

-Creo que no. Además, la sociedad española está perfectamente preparada para afrontar una posible amenaza, en un futuro, de partidos extremistas tanto de izquierdas como de derechas.

-¿Qué lleva mal?

-Soy de las personas que lo pasan mal cuando ves que no puedes resolver siempre, ni todos, los problemas de la gente cuando intentas ayudar. No se me olvida cuando, siendo concejal de Empleo en mi pueblo, venían a verme padres de amigos míos que estaban sin trabajo...; me contaban situaciones desesperadas, los veía llorar, me pedían ayuda...

-¿Qué desea?

-Lo único que quiero es ser feliz.

-¿Qué no suele hacer?

-No soy de pedir favores.

-¿De niño cómo era?

-Enormemente tímido, aunque tenía espíritu de líder. En el grupo de amigos me ha gustado llevar la voz cantante. Siempre he tenido mucho sentimiento de equipo: me gusta arropar, ser buen compañero.

-¿Qué momento se le quedó grabado?

-Viví un momento muy dramático, que me hizo ver la vida de otra manera, con 13 años. Un amigo y yo habíamos estado viendo una película [en los ya cerrados cines Atalayas], y después nos fuimos a cenar a una hamburguesería. Llegamos, pedimos, y entramos al aseo. Y, nada más salir, se escuchó dentro del aseo una explosión brutal. Nos habíamos cruzado con la persona que se acababa de echar una botella de gasolina por encima y se había quemado a lo bonzo. Habían pasado solo unos segundos, se te pasa por la cabeza lo peor.

-¿Y a partir de ese momento?

-Tiendo a vivir cada segundo.

-¿Qué no sabe hacer?

-La verdad: ni tengo maldad, ni creo que pudiese aprender a ser mala persona.

-¿De qué da fe?

-De que una experiencia impactante puede hacer que te comprometas de por vida a luchar por defender una causa.

-¿A qué se refiere?

-A la violencia de género. Viví un episodio en 2005 que me marcó en este sentido. Estaba en casa, mi madre empezó a oír gritos fuera, se asomó a la calle y me dijo: '¡Víctor, que le están pegando a una mujer en la puerta!'. No me lo pensé, salí a la calle y me fui directo al agresor, que tenía cogida a la mujer por la cabeza y la estaba golpeando contra la pared. ¡Me lancé hacia él encendido! Él salió huyendo y yo me di la vuelta para auxiliarla a ella. Tenía la cara prácticamente desfigurada, y nos estaba mirando una niña de dos años, su hija, sentada en el bordillo de enfrente y que acababa de presenciar cómo su padre había maltratado a su madre, que sangraba. Casi la mata. Cuando después fui al juzgado, recuerdo que una amiga de la agredida, boliviana, empezó a contarme una milonga para que no denunciara, diciéndome que es que ella se estaba acostando con otro... Al final, él se declaró culpable y terminaron extraditándolo a Bolivia. Me quedé muy jodido, pensando también en el drama que se le quedaba a esa mujer con su niña. Desde entonces lo tengo clarísimo: tenemos que mejorar las leyes y trabajar duro para que haya una mayor concienciación social sobre este drama de la violencia de género: no permitir jamás ningún tipo de agresión, ni física ni verbal. Hay que dar la cara.

-¿Qué defiende a capa y espada?

-La vida humana. Tuvimos un aborto un año antes de que naciera Ariadna, nuestra hija mayor. Fue durísimo para nosotros, nos quedamos destrozados. No dejo de pensar, muchas veces, lo triste que tiene que ser para una mujer que quiere tener a su hijo, verse abocada a abortar por circunstancias económicas o de otro tipo. Hay que poner al servicio de esa mujer todos los medios posibles para evitar ese aborto, porque estamos hablando de una vida.

-¿Qué le gustaría?

-No ser jamás talibán en nada.

-¿Qué le apasiona?

-¡Soy un apasionado de la cocina! Yo abriría un restaurante, pero mis suegros, que de eso saben mucho, me dicen que ni muerto, ni vivo. Me encanta cocinar, me relaja y se me da muy bien. Tengo mucha mano para la cocina, y en este último periodo lo estoy haciendo mucho porque, además, como mi mujer [Belén, pilar fundamental en su vida] se está preparando unas oposiciones, estoy ayudando más en casa -hago mis camas, limpio, pongo mi lavadora, preparo la comida-, y ocupándome más de los niños; ellos me necesitaban a mí, y yo los necesitaba a ellos.

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