Borrar
José Cantabella, junto a los libros que le están acompañando este verano. Vicente Vicéns / AGM
«Pensaba que sería ya para siempre un soltero de oro»

«Pensaba que sería ya para siempre un soltero de oro»

José Cantabella, poeta

Viernes, 18 de agosto 2017, 01:00

Un viaje a Etiopía, país de origen de su hija Noa, le marcó para siempre. Una mujer, la pintora Carmen Cantabella (Murcia, 1977), de la que se enamoró «como nunca» con 51 años, le ha cambiado la vida en un momento en el que, junto a la felicidad, volvieron las sombras. José Cantabella (Murcia, 1963), es autor de obras como 'Poemas de amor'. Unos versos de este poemario dicen así: «Me he sentado esta fría tarde de otoño / en la orilla del río Limmat / a contemplar / cómo pasan / los cadáveres, los amores de mi vida; / pero solo he visto pasar el mío / por esas caudalosas aguas».

  • 1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -El Molinero, en Murcia.

  • 2 2 -¿Un concierto inolvidable? -Supertramp en Valencia.

  • 3 -Libro para el verano -'Cien años de soledad', de García Márquez.

  • 4 -¿Qué consejo daría? -No deje de esperarlo, el amor termina llegando.

  • 5 -¿Su copa preferida? -Vino.

  • 6 -¿Le gustaría ser invisible? -No.

  • 7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -Horario Oliveria ('Rayuela', de Julio Cortázar).

  • 8 -Un epitafio -'Intentó no hacer mucho daño'.

  • 9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Un poeta enamorado.

  • 10 -¿Tiene enemigos? -Que yo sepa, no.

  • 11 -¿Lo que más detesta? -La injusticia.

  • 12 -¿Un baño ideal? -Roses, Cabo de Creus.

-¿Usted qué se ha propuesto?

-Ahora que me han dado la incapacidad total, después de muchos años trabajando de celador de quirófanos en el Hospital La Vega, me voy a dedicar a cuidarme, a amar, y a escribir poesía con más tiempo y más calma.

«Me voy a dedicar a cuidarme, a amar, y a escribir poesía con más tiempo y más calma»

-¿Cómo está?

-La primera vez que me traté de un cáncer -me diagnosticaron un linfoma de Hodgkin-, tenía 28 años. Ahora, tras detectarme un melanoma bastante agresivo, me han operado para quitarme dos metástasis en el ganglio linfático centinela. Pero todo ha ido muy bien, yo estoy muy contento.

-¿Muy contento?

-¡Hombre, tampoco quiero pasarme! [Risas] Estoy contento en el sentido de que puedo seguir llevando una vida normal, aunque por supuesto que me toca un poco la moral saber que la espada de Damocles sigue ahí, rondándome. Pero eso para mí no es nuevo, en 2006 sufrí mi primer infarto, y en 2016 el segundo. ¡Soy una joya! Cuando voy a los médicos, tiemblan, pero la verdad es que he tenido mucha suerte porque me he ido librando.

-Está de muy buen humor.

-Estoy muy enamorado, y el amor me ha venido muy bien para todo, también para enfrentarme a todo este proceso último de enfermedad. Aunque suene a tópico, el amor lo mueve todo. Yo me enamoré de verdad con 51 años, conocí el amor con mayúsculas con 51 años, cuando apareció Carmen en mi vida y la transformó. Antes había tenido dos relaciones, con las madres de mis hijos, con las que ahora tengo una relación cordial, porque no montamos una tragedia con nuestras separaciones. Pero lo de Carmen fue, y está siendo, muy especial.

-¿Esperaba que le pasase algo así?

-¡En absoluto! Hace cuatro años, yo pensaba que el amor se había acabado para mí. Cuando me separé de mi segunda mujer, me vine a casa de mis padres pensando que yo sería ya para siempre un soltero de oro [risas]. Conocer a Carmen fue un milagro. Sentir esa pasión desmedida, ese brote de energía y entusiasmo que te asalta, esa sensación exultante de que se te va la cabeza. Sentí emociones que hasta ese momento desconocía. Ahora estamos viviendo una rutina amorosa pasional preciosa, y me siento muy feliz. Sigo pensando, cada día, que ha sido un regalo de los dioses. Carmen me ha revitalizado en todos los sentidos y, por ejemplo, la enfermedad la estoy pasando maravillosamente porque ella es una gran compañera, además de otras muchas cosas.

«¡Soy una joya! Cuando voy a los médicos, tiemblan; pero me he ido librando»

-¿Qué tiene muy claro?

-Que nunca perteneceré a ningún partido político. Jamás he pertenecido a ninguno, aunque hay gente que piensa que soy de Podemos; y lo que soy es, en general, una persona bastante moderada. Lo que sí reconozco es que el 15M logró entusiasmarme, como le pasó también a millones de personas, porque ya era necesario que la sociedad española despertase, aunque después muchos nos hayamos ido decepcionando. Influido por esos acontecimientos, escribí unos poemas que luego formaron parte de 'Revolución', el libro que hicimos juntos Carmen y yo y que terminó de unirnos. Ella me revolucionó también un poco políticamente.

-¿Y a qué conclusión ha llegado?

-A la de que de los partidos políticos estoy cada vez más desencantado. Los políticos son una de las mayores decepciones de este tiempo, uno de su grandes males, lo han enmierdado todo. Los ciudadanos estamos absolutamente decepcionados. Si yo tuviese que votar ahora, no sabría a qué partido hacerlo. ¿A quién votar? Además de ser muy mediocres, muchos de los políticos son unos pésimos gestores.

-¿Qué le marcó para siempre?

-Un viaje a Etiopía. Cuando mi segunda mujer y yo adoptamos allí a nuestra hija Noa, en un momento en el que ya prácticamente estábamos separándonos, pero decididos a no dar marcha atrás, el viaje a Etiopía, al sur del país, cerca de la frontera con Kenia, me conmocionó. Vine de allí cambiado. No tienen absolutamente nada, nada es nada. La pobreza y la desesperación son indescriptibles. Me agité completamente por dentro, las miserias que allí contemplas, en un país tan rico y en el que hay grandes fortunas, son insoportables. Vi a muchísimos niños al borde de la muerte, vi a madres y padres tirando a sus hijos a las carreteras para que los vehículos los matasen, vi a la gente tirándose desesperada al vacío desde cualquier altura que encontraban... Sentí una impotencia y una rabia y un dolor como nunca. Noté eso que [el poeta] José Ángel Valente llamaba el 'fulgor de la desolación' cuando cogí la mano de una chica. Yo no soy creyente, pero si Dios existiera, por allí no ha pasado seguro. Ese viaje me cambió para siempre.

Capacidad de control

-¿Qué tiene a favor?

-Una gran capacidad de control sobre mí mismo, que me viene muy bien para mi tendencia a apasionarme con todo, a poner pasión en todo lo que hago. Esa capacidad también me ha servido para sobrellevar mejor mis enfermedades, porque en un momento determinado sé poner freno a mis emociones, incluso a mis temores.

-¿Qué le resulta extraño?

-Que me llamen abuelito [risas]. Mi hija mayor, María, tiene treinta años, y su hija, mi nieta, tres años. Cuando me llama abuelito me pongo a mirar para otro lado [risas]. La verdad es que mi nieta es otra de las alegrías de mi vida, porque a los nietos te puedes permitir quererlos mucho sin ser responsable de ellos como lo eres de tus hijos. En mi caso, mis hijos pequeños, José y Noa, tienen quince años el primero, que está en la edad del pavo, y nueve Noa. Está claro que a los nietos incluso los malcrías un poco; el otro día le compré una bolsa de golosinas y no vea cómo su madre se puso conmigo porque decía que se le iban a estropear los dientes [risas].

«Para mí, leer es mi gran lujo, una necesidad; no puedo vivir sin hacerlo»

-¿Qué ha hecho siempre?

-Intentar vivirlo todo en la vida con naturalidad, sin dramatismos.

-¿Qué le gusta hacer?

-Salir casi todos los días a andar con mi amigo [el escritor] Pascual García. Eso nos viene bien para el colesterol y para desprendernos de las maldades del cuerpo.

-¿Qué ha comprobado?

-Además del amor, nada da tanto calor como las palabras. Un día escribí: 'Cuando tengas frío, / llevaré / miles de libros de poemas / al pie de tu cama'.

-¿Qué palabra le gusta especialmente?

-Una de ellas: gacela. La incluí en este texto de amor: 'Me he pasado toda la tarde buscando una palabra para ti. La palabra hallada es gacela, y ahora que la he encontrado la voy a envolver en papel de regalo para enviártela rápidamente a tu casa antes de que llegue la noche'.

-¿Qué descubrió?

-Durante mucho tiempo me quisieron convencer de que el enemigo era siempre y únicamente el enemigo. Pero con el tiempo descubrí que el verdadero enemigo está y estará siempre dentro de uno mismo o en el interior del que trataba de convencerme de que el enemigo estaba solamente en el enemigo.

«En Etiopía, vi a madres y padres tirando a sus hijos a las carreteras para que los matasen»

-¿Por si acaso qué?

-Por si acaso, no se me ocurriría susurrarle al oído al lobo del cuento de Caperucita eso de 'qué boca más grande tienes'.

-¿Qué no es?

-Yo no soy una persona talentosa. Me cuesta muchísimo escribir un poemario que tenga, en mi opinión, cierto nivel. Hay veces en las que me paso más de mes y medio tratando de acabar un poema para dejarlo como yo creo que se merecen los lectores.

-¿Qué lujo diario se permite?

-Leer. Mis grandes lujos son estar con la persona que amo y leer. Para mí, leer es una necesidad, no puedo vivir sin hacerlo. Y eso que yo no tuve una infancia lectora, allá en la huerta profunda de Murcia, a quince metros del río Segura, en el seno de una familia muy humilde y en una casa en la que apenas había dos o tres libros y una enciclopedia que compró mi padre. Empecé a leer con 20 años, durante la mili, que hice en Vitoria y en el cuartel del Recajo, en La Rioja, donde había una biblioteca que me proporcionó mis primeras lecturas: 'La interpretación de los sueños', de Freud, y 'Ojos de perro azul', de García Márquez, que es uno de mis dioses literarios.

-¿Qué autor dejó de interesarle?

-Mario Vargas Llosa.

-¿Qué le gusta decir de vez en cuando?

-A Carmen, de broma: '¡Aquí, el Cantabella importante soy yo!'. [Risas]

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad «Pensaba que sería ya para siempre un soltero de oro»