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Ana de Dios
Viernes, 20 de diciembre 2024, 19:40
Todos hemos pasado por esa frustrante situación en la que la cremallera de nuestra chaqueta, bolso o mochila se queda atascada y no hay manera de abrirla o cerrarla. Este problema puede deberse a varias razones, principalmente relacionadas con el desgaste, la acumulación de suciedad o fallos en los dientes o el deslizador.
Por ejemplo, el polvo, las pelusas, restos de comida o grasa pueden acumularse entre los dientes de la cremallera, dificultando el movimiento del cursor. Este tipo de acumulación es muy común en prendas o accesorios que usamos a diario. Por otro lado, el desgaste del deslizador, que es la pieza móvil encargada de enganchar los dientes, también tiende a aparecer con el tiempo. Si el deslizador pierde su forma o su firmeza, no puede unir correctamente los dientes, lo que provoca atascos o fallos al intentar cerrar o abrir la cremallera.
También están los problemas relacionados con los dientes de la cremallera, que pueden doblarse, romperse o desalinearse por un uso brusco o prolongado. Esto impide que se unan de manera fluida y bloquea el movimiento del cursor, empeorando el problema.
Afortunadamente, muchos de estos problemas pueden solucionarse de forma rápida y sencilla, sin necesidad de cambiar la cremallera. Aunque reemplazarla no suele ser costoso, hacerlo puede llevar tiempo, además de requerir habilidades específicas o ayuda de una modista.
Por ejemplo, si una parte de la cremallera, como el cabezal, se ha salido, puedes usar unas pinzas o un alicate para ajustarlo. Con un destornillador pequeño, abre ligeramente el lateral del cabezal, lo justo para volver a colocar la guía en su lugar. Una vez dentro, utiliza las pinzas para apretar el cabezal y asegurarte de que se ajuste correctamente y se deslice sin problemas. Si el problema está en el cursor, existe un truco sencillo y práctico: el método del tenedor. Solo tienes que colocar el cursor sobre los dientes del tenedor e ir introduciendo la cremallera hasta que encaje en su lugar.
Por otro lado, hay ocasiones en las que la cremallera se atasca simplemente por falta de lubricación. Esto ocurre con mayor frecuencia en cremalleras de materiales rígidos, como el metal. Una solución práctica y económica es usar una vela.
Este truco, compartido por Marisol, conocida en redes sociales como @lacaprichosa, consiste en pasar una vela por los dientes de la cremallera para que los restos de cera actúen como lubricante. Luego, con un secador, aplica calor para que la cera se funda y facilite el movimiento. Finalmente, abre y cierra la cremallera suavemente, sin forzarla, y verás cómo vuelve a deslizarse sin problemas.
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