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Ana de Dios
Sábado, 8 de febrero 2025, 10:04
Con la llegada del invierno, es habitual que nuestra piel se vuelva más sensible y sufra los efectos de las bajas temperaturas. Sequedad, tirantez, rojeces o incluso la aparición de pequeñas venas en las piernas son algunas de las manifestaciones más comunes en esta época del año. Según los dermatólogos, el frío extremo puede ser especialmente perjudicial, afectando tanto a la hidratación como a la renovación celular de la piel.
La doctora Carolina Vila Sava, especialista en Dermatología Médico-Quirúrgica y Venereología del Hospital Quirónsalud Huelva, explica que las bajas temperaturas «ralentizan la circulación sanguínea, deshidratan la piel y ralentizan el ciclo de renovación celular». Esto deja la piel más seca, apagada y vulnerable, acumulando células muertas que favorecen la aparición de lesiones como sabañones, eczemas, tirantez y rojeces.
Además, el uso de calefacción en interiores para contrarrestar el frío exterior puede agravar condiciones como psoriasis o dermatitis atópica, generando nuevos brotes o intensificando los síntomas. Otras afecciones que tienden a empeorar en invierno son el fenómeno de Raynaud, que causa cambios de color en los dedos, y la urticaria por frío, que se manifiesta con picores y enrojecimientos.
Proteger la piel durante el invierno requiere cuidados específicos que pueden marcar la diferencia. La dermatóloga Leire Barrutia, especialista en dermatología médica, estética y quirúrgica, comparte en su cuenta de Instagram algunos consejos prácticos para minimizar los daños que el frío provoca en nuestra piel:
1. Cuidado de las manos
Las manos son una de las partes más expuestas al frío, lo que favorece la sequedad y las grietas. Barrutia recomienda aplicar vaselina o pomadas reparadoras antes de dormir y cubrir las manos con guantes de algodón o plástico durante la noche para potenciar el efecto hidratante.
2. Atención a los pies
La piel de los pies también sufre con el frío. Para mantenerlos hidratados, se recomienda usar productos que contengan urea en concentraciones del 10% o superiores, ya que, además de hidratar, ayudan a exfoliar y eliminar durezas. Como en el caso de las manos, cubre los pies con calcetines de algodón después de aplicar la crema para potenciar los resultados.
3. Incorporar retinol en tu rutina
El retinol, derivado de la vitamina A, es un aliado clave en el cuidado de la piel, especialmente en invierno. Este ingrediente estimula la regeneración celular, hidrata y combate los signos de envejecimiento como arrugas y falta de uniformidad en el tono de piel.
Se aconseja introducir el retinol gradualmente, comenzando con concentraciones bajas y combinándolo con productos hidratantes. Además, es esencial usar protector solar durante el día, ya que el retinol puede aumentar la sensibilidad al sol.
Para optimizar su acción, Barrutia sugiere usar previamente un limpiador o loción con ácido glicólico, siempre que la piel lo tolere bien. Si el retinol provoca irritación, combina su uso con cremas reparadoras en las zonas más secas.
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