Estos son los objetos que más roban los huéspedes en los hoteles

Una pastilla de jabón por aquí, unos botes de champú por allá. La maleta de regreso a casa siempre vuelve más cargada que al inicio de las vacaciones, y no precisamente de souvenirs para familiares y amigos. Como si de una barra libre se tratase, algunos huéspedes optan por llenar el equipaje con todo lo que pillan en la habitación. Mientras algunos artículos están pensados como un regalo de cortesía, otros pertenecen al hospedaje y no está permitido sacarlos de la estancia.

El 87% de los clientes admite haberse llevado un recuerdo de la habitación en la que se han alojado al menos una vez en la vida y el 26% confiesa cometer pequeños hurtos en todas sus estancias, según un estudio de Passport-Photo Online sobre una muestra de un millar de personas. El motivo principal que mueve a los viajeros a 'desvalijar' el lugar en el que se han alojado es el elevado coste de la estancia (30%) y razones sentimentales (29%).

Los huéspedes no solo se conforman con sacar del hotel artículos de baño y aseo desechables como pasta de dientes, jabón o pañuelos. El listón está más alto: el 35% afirma haberse llevado alguna toalla, el 34% una mini almohada y el 30% un cojín y un reposacabezas. El mobiliario tampoco está exento de mudarse de ubicación, por lo que el 28% de los encuestados confiesa haber robado un libro de la estantería, el 27% una revista, el 25% una cesta decorativa, y en un menor porcentaje secadores de pelo.

Entre los objetos más curiosos destacan los paraguas (33%), los abrebotellas (32%), y para los más religiosos, la Biblia suele ser un buen souvenir de la estancia (31%). Sin embargo, tras el hurto viene el cargo de conciencia. Es lo que le sucede al 84% de los clientes, que fueron víctimas del remordimiento tras cometer el hurto.

Algunos de los que se aventuraron a sacar provecho de su alojamiento fueron pillados por los responsables, mientras que en la otra cara de la moneda se encuentran los que tuvieron suerte y salieron victoriosos sin ningún tipo de consecuencia (20%). Así, el 31% de los que vivieron en primera persona las consecuencias de sus actos fueron incluidos en la lista negra del hotel. Entre medias, están los que tuvieron que pagar simplemente los productos robados o una pequeña multa como penalización.

Finales distintos para situaciones que comparten la misma raíz: 'tomar prestados' artículos de un hotel y repetir la misma escena en distintas ubicaciones. Un acto que acarrea cargos inesperados a cuenta del alojamiento y que en el peor de los casos se resuelve con el veto permanente de los clientes pillados 'in fraganti'.

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