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Una nación rendida al té
Ecos del mundo ·
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La hoja de este arbusto, que llegó del Extremo Oriente con la colonización, se produce ahora en Kenia, Canadá y en la provincia de PontevedraLa red eléctrica del Reino Unido ya está preparada para sostener el suministro en las semanas del campeonato de Europa de fútbol. Y no es algo baladí, porque en el descanso de los partidos los telespectadores británicos suelen acercarse a la cocina para enchufar un ... hervidor de agua, 'kettle', y prepararse un té. El récord histórico es la súbita demanda de 2,8 gigavatios experimentada en una tanda de penaltis, en la semifinal que Alemania e Inglaterra disputaron en la Copa del Mundo de 1990.
Según la prestigiosa revista 'Reader's Digest', los británicos beben cien millones de tazas de té cada día. Una encuesta realizada por la Asociación de Té e Infusiones (UKTIA) afirma que, a menudo, el 70% de los ingleses prefieren una infusión al alcohol. Y aunque su consumo desciende en beneficio del de café, el 43% toma una 'cup of tea' nada más despertarse. Los menores de 30 años no tienen tanta costumbre.
Dejando de lado el consumo de electricidad que se dispara con el fútbol y las estadísticas, acudimos al barrio londinense de Tooting, donde vive Jane Pettigrew. Nada más llegar nos agasaja con un té, un Gimnopédie Nº1, que tras la visita descubrimos que cuesta 52 euros, uno por gramo. Es de la región de Lugu, en Taiwán, y su sabor se describe como una combinación de leña, whisky ahumado, azúcar quemado, ciruela, uva, miel y caramelo.
Es la evolución sofisticada en la cultura del té. Nuestra anfitriona explica los niveles de oxidación de las hojas de tipo oolong, intermedia entre el verde y el negro, que dan el sabor al que estamos bebiendo, y describe las cualidades antioxidantes de la teanina, que sólo se encuentra en el hongo boleto bayo, en el árbol amazónico Guayusa y en la planta del té.
Tras 35 años de dedicación, su conocimiento es extraordinario. El origen del consumo del té es la colonización desde el siglo XVII al XIX. La presencia británica en Asia permitió la importación de la hoja que se producía en la región india de Assam, ideal para la elaboración del té negro. En China se plantaba la Camellia sinensis, perfecta para el verde.
La Compañía Británica de las Indias Orientales tuvo inicialmente el monopolio para un comercio que satisfacía a las clases altas del Imperio. Empresas como Hornimans, que tiene un museo en Londres y es popular en España, extendieron más tarde el mercado. El cultivo del té llegó al continente africano. Kenia, Tanzania, Malaui... se convirtieron en focos de producción.
«Hay quien cree que pudimos hacer la Revolución Industrial porque nuestros trabajadores bebían té en vez de alcohol», dice Pettigrew. «Añadían azúcar para la energía, leche para la nutrición y agua hervida para la salud», explica. Hoy el valor del comercio internacional del té supera los 200.000 millones de euros. Se produce en Alemania, en Francia, en Canadá, en Suecia, en Escocia, en Ucrania, y en el Pazo Quinteiro da Cruz, en la provincia de Pontevedra.
Jane Pettigrew era profesora de inglés para adultos extranjeros en la década de los setenta hasta que un día decidió comprar con dos amigos una casa abandonada para poner en marcha un salón de té. Les llamaron locos, porque nadie salía de casa para tomar una taza desde los años treinta. Pero el día de la apertura se formó una larga cola. Tenían una clientela formada por artistas y actores. Expatriados estadounidenses que acudían a su salón le pidieron que les diese una charla sobre el té en su club. Se puso a estudiar y resultó todo un éxito.
Pettigrew emprendió entonces otra fase de su vida, que hoy describe como asombrosa. Ha publicado 17 libros, desde una historia social -«es abominable que la pobre gente que trabaja en campos de té en el este de África gane lo mismo que hace 70 años»-- a 'World of Tea', la mejor enciclopedia en la materia. Ha sido condecorada, ha recorrido el mundo y ha dado clases magistrales a audiencias de profesionales y aficionados.
En 2015 fundó una UK Tea Academy, donde ha formado a estudiantes para obtener certificados de su nivel de conocimiento profesional, desde el título de sommelier al diploma del máximo nivel. La española Pilar Serrano, economista, es uno de ellos. Hace una década, cultivando su pasión por el té, emprendió un cambio de carrera, y hoy dirige la Tea Academy Spain, con sede en Madrid.
Recuerda Pettigrew que impartiendo una charla en Taiwán unos jóvenes monjes con túnicas de color azafrán le invitaron a su pequeña plantación. La llevaron a una especie de capilla donde oficiaban una ceremonia del té parecida a la Gong Fu china. Tostaron unos cacahuetes como alimento. Caía el sol. En el horizonte dibujado por la silueta de montañas y la neblina se formó la figura de un Buda durmiente. «He conocido a gente extraordinaria. La gente del té es buena gente», afirma.
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