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El machismo sociológico sigue enquistado en las familias españolas. El cuidado habitual tanto de los menores como de los dependientes sigue recayendo de forma absolutamente ... mayoritaria y desproporcionada en los miembros femeninos de la familia o del hogar.
Las mujeres españolas se ocupan hasta siete veces más de la crianza de los hijos que los hombres y al menos duplican el tiempo de atención a los familiares de edad o con discapacidades que les dedican los varones del mismo círculo. Oxfam Intermón, en la semana que se celebra el Día Internacional de la Mujer, da a conocer una estudio que pone cifras a la enorme desigualdad de género en los cuidados y revela como esta sobrecarga personal lastra las vidas de las españolas. Pese a la claridad de los datos y de la realidad, el trabajo demuestra que solo uno de cada cinco hombres ve en esta desigualdad un problema grave y, lo que es peor, a los más jóvenes es a los que menos les preocupa este desfase de género.
Las españolas que siempre o casi siempre se encargan de la crianza de los hijos son un 37% frente al 5,6% de hombres que tienen la misma responsabilidad. Casi siete veces más. La proporción de criadoras únicas se dispara cuando la edad en la que se fija el estudio son los 32 o 33 años, que es la media en la que tienen a su primer hijo. En este caso, ellas son el 46% de las cuidadoras habituales frente a los hombres que hacen idéntico papel, que no llega al 10% (9,7%).
La desproporción en el cuidado de dependientes no es tan alta, pero sí es también muy pronunciada. Las mujeres de la familia son quienes asumen de forma habitual esta tarea en un 39% de las ocasiones frente a un 24% en las que lo hacen los varones. Casi el doble. Las tasas son aún mas elevadas entre españolas de 55 y 64 años, pero también asumen esta responsabilidad de forma mayoritaria en las edades intermedias. Entre los 35 y los 44 años, el 46,2% de las mujeres es quien se ocupa siempre o casi siempre del cuidado de la persona dependiente frente al 27,3% de los hombres con la misma tarea. De hecho, estas mujeres atrapadas entre el cuidado de mayores o dependientes y la crianza de sus hijos son la denominada 'generación sándwich', las que mayor lastre social soportan.
El efecto de la enorme desigualdad en el reparto de los cuidados, certifica Oxfam, «sigue frenando el desarrollo profesional y la autonomía económica de las mujeres y afecta a su salud mental», porque «es precisamente en las edades intermedias donde las mujeres se juegan muchas veces su carrera». La autora de la investigación, Julia García, indica que «es en una etapa de la vida en la que las mujeres deberían poder consolidar sus carreras profesionales, disponer de una mayor autonomía y disfrutar de la crianza en igualdad de condiciones que los hombres, y lo que sufren, por el contrario, es un profundo desgaste físico, emocional y financiero».
Los datos son claros. Solo el 51% de las mujeres se declaran satisfechas con su vida laboral, casi quince puntos menos que los hombres (65,5%), porcentaje de satisfacción que además baja en el caso de las mujeres migrantes y de clases bajas por debajo del 40%. Y lo que es aún peor, el 9,4% de las mujeres se dedica exclusivamente al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (ama de casa) frente al insignificante 0,4% de los hombres. De hecho, dos de cada diez mujeres declaran no haber podido continuar sus estudios por responsabilidades de cuidados, el doble que los hombres.
Las mujeres también pagan las consecuencias en su bienestar emocional, que con un 67% se sitúa diez puntos por debajo del de los varones. Hacen menos ejercicio, tienen más déficit de sueño y disfrutan de menos tiempo de ocio que ellos
La brecha salarial, del 17% de media, y las desigualdades económicas limitan la estabilidad financiera de las mujeres, afectando su capacidad de ahorro, lo que a su vez influye en su peso en la propiedad. Solo el 28,5% de las mujeres es propietaria con la hipoteca pagada (por 39% de los hombres). El 25% vive de alquiler y el 12% en casa de sus padres o suegros.
Oxfam reclama medidas urgentes que ayuden a redistribuir las responsabilidades de cuidados entre administraciones, empresas, familias y hogares y recuerda que España invierte en su sistema de atención a la dependencia menos de la mitad que la media de la Unión Europea. Por ello, la ONG considera que la reforma a la ley de dependencia que el Gobierno elabora en la actualidad es «una gran oportunidad para que se reduzcan de forma significativa las listas de espera y mejoren las prestaciones y los recursos profesionales», lo que descargaría de obligaciones a las mujeres de la familia. Una acción que, no obstante, entienden, debe ir acompañada de otra batería de medidas que eliminen la brecha laboral y salarial femenina y faciliten y democraticen la conciliación.
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