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Padre Ángel
La entrevista ·
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Padre Ángel
La entrevista ·
Al frente de la iglesia de San Antón, que lleva diez años abierta las 24 horas, el cura asturiano dice que si por él fuera ya habría mujeres sacerdotesNos cita el padre Ángel (Mieres, 88 años) en la iglesia de San Antón, ese 'after' del cristianismo en pleno barrio de Chueca abierto las ... 24 horas para todo aquel que necesite ayuda o simplemente quiera rezar. La gestiona desde hace diez años Mensajeros de la Paz, la organización solidaria que este asturiano universal de la quinta del Papa fundó allá por 1962. Ángel García Rodríguez, su nombre en el DNI, se abre a la entrevista con una sonrisa franca marca de la casa, igual que su corbata y bufanda rojas que lleva siempre encima «para poner algo de colorido», dice.
- ¿Hace cuánto no se confiesa?
- Me confieso cada semana. Confesarse es arrepentirse, dialogar y desahogarse con alguien. No es decir pecados. Yo cuando confieso y me empiezan a decir todos los pecados, les paro. Con que te arrepientas, basta. Dios perdona siempre. Y muchos respiran.
- ¿Se puede conocer su peor pecado?
- El no haber querido a la gente. Siendo niño me encontré con un hombre tirado en la calle, creía que estaba muerto y pasé de largo. Cuando fui a contárselo a mi padre, me dijo que lo que tenía era una borrachera de anís. Aquello me alivió algo, pero, aunque tenía solo siete años, siempre me he quedado con que no ayudé a aquel señor.
- ¿Qué escucha últimamente en el confesionario?
- Que sienten que no les quieren en casa, que no son nadie o que no tienen una cama donde dormir o dinero para pagar el alquiler. Eso es un dolor inmenso. Y aunque no puedes hacer mucho por arreglar su situación, te agradecen que les hayas escuchado y a mí se me pone un nudo en la garganta porque a veces lo único que hemos hecho es eso, escuchar.
- ¿Pide muchas veces perdón?
- Sí, prefiero pedir perdón a pedir permiso. Por eso estoy lleno de perdones. Hay muchas cosas que si pidiera permiso no las podría hacer. Por ejemplo esta iglesia de San Antón, abierta las 24 horas. Acabamos de cumplir diez años, pero al principio me pusieron muchas pegas para abrirla.
- A su iglesia le dicen que es el 'after' del cristianismo.
- Sí, sí, me identifico con eso.
- ¿Y usted es el portero del 'after'?
- Totalmente.
- Tiene 88 años, es de la quinta del Papa. ¿Se jubila?
- Sí, pero cuando sea mayor.
- ¿Cómo ve a Francisco?
- Con ganas de vivir, de seguir siendo Papa y de revolucionar esta Iglesia. Él fue el primero que dijo hace diez años 'Cómo me gustaría una iglesia pobre para los pobres'. Yo estaba allí.
- Ha trascendido que hubo un momento en el Gemelli que los médicos pensaron en dejarle ir…
- Bueno, todos hemos tenido momentos en que a veces nos podíamos haber ido. La última vez que estuve con el Papa fue en noviembre. Me vio y me dijo, 'Pero Ángel, ¿estás vivo?' Y yo le dije 'Estamos vivos los dos, santidad'. Y dijo, 'Sí, sí, a pesar de algunos...', jajaja. 88 años no son nada.
- ¿Ve posible una renuncia de Francisco?
- Siempre ha renunciado. Hace muchos años que dejó una carta escrita de que renunciaba. Pero hay gente con muy mala uva que no sé por qué desea que renuncie ya. ¡Dejad al Papa que siga siendo Papa mientras él quiera y pueda!
- Usted no quiere que renuncie…
- Yo no quiero que se muera y ojalá que no renuncie.
- ¿Y por qué el Papa tiene tantos enemigos dentro de la Iglesia?
- Porque molesta. A los católicos nos molesta que nos cambien las cosas. Y este Papa ha cambiado muchas cosas. Ha cambiado desde la forma de vestir, la forma de predicar, la forma de viajar… es el Papa que dijo que ser cardenal no es un honor, es un servicio.
- Pero ser Papa es un 'embolao'...
- Sí, pero puedes hacer mucho más siendo Papa que de sacristán.
- Usted ha conocido a todos los pontífices desde Pablo VI…
- Hace como 50 años fui a ver a Pablo VI al Vaticano con unos niños. Y conseguimos quitarle el anillo para poder venderlo, pero los gorilas que estaban con él nos hicieron devolverlo, jajaja.
- Se siente a gusto cuando le dicen que es un Robin Hood que saca dinero a los ricos para dárselo a los pobres.
- No solo a gusto, sino feliz. Porque son felices los que me lo dan para que sean felices los que no lo tienen. Yo no les robo a los ricos, les digo que lo repartan.
- En esas bodas de ricos y famosos que oficia, luego en el banquete ¿de qué hablan?
- He hecho miles de bodas y no me he quedado en ningún banquete. Me aburren. Ponen al cura en una mesa y ¿qué haces allí, de qué hablas? Yo casé a mi hermana, pero no fui a comer. Y cuando lo cuento, no se enfada nadie.
- Permítame una pequeña broma. ¿Se ha imaginado alguna vez su funeral? A un lado de la iglesia, los ricos y al otro los 'sinhogar' de San Antón…
- Dentro de veinte años sí me imagino un funeral de esos.
- ¿La iglesia se tendría que parecer un poco más a lo que es San Antón?
- No, yo creo que la Iglesia es rica teniendo iglesias como San Antón o como Los Jerónimos (una iglesia del Madrid 'pijo'). No tiene por qué haber 300 iglesias abiertas 24 horas. Porque además necesitas voluntarios. No es dejarla abierta y ya está.
- Y en San Antón hay voluntarios conocidos…
- Sí, el juez Marchena, el ministro Marlaska, el alcalde Almeida, Iñaki y Ángel Gabilondo, Garamendi… Vienen, se ponen el chaleco, les damos la cafetera y empiezan a repartir desayunos a las siete y media de la mañana.
- La reina Letizia, que es asturiana como usted, tiene una vena solidaria muy potente. ¿No le extrañaría verla un día por aquí?
- No. Yo creo que ella se siente feliz o por lo menos realizada cuando está con los más desfavorecidos. Así que cualquier día puede venir por aquí a dar un café. Igual ya ha venido...
- ¿A cuántos ateos conoce que estén cerca de Dios?
- A muchos. Garamendi, el presidente de los empresarios, me dijo una vez de Cándido Méndez, que es ateo y es voluntario desde hace muchos años, 'Este se va a llevar un susto cuando se muera y le diga San Pedro, pasa para acá'.
- ¿Qué hay que hacer para ser voluntario?
- Venir y apuntarse. Pero antes querer, valer y poder. Hay gente que quiere, pero no puede porque está todo el día trabajando. Y otra que no vale para esto. Yo, por ejemplo, no valgo para estar en un hospital con niños terminales porque se me desarma el cuerpo.
- Padre Ángel, ¿cómo es su Dios?
- El que está en la calle, el que está sentado ahí en los bancos de San Antón, el que encuentras en la calle, el que encuentras en la oficina o aquí sentado, tú eres mi Dios.
- Si entrara Jesús por la puerta de San Antón, ¿qué le diría?
- Vete ahí a la cocina y prepara el café y unos bocadillos. Y multiplícalos. Pero por aquí han venido muchos 'Jesuses' que entran y dicen, ¿qué puedo hacer?
- ¿Cuál diría que es el pecado de nuestro tiempo?
- El no dialogar. He invitado a Feijóo y a Sánchez a venir a tomar un café aquí sin cámaras ni periodistas para que dialoguen. No han dicho que no, pero todavía no he conseguido que vengan los dos juntos.
- ¿Usted llora mucho?
- Llevo siempre dos pañuelos, uno para sonarme y otro para las lágrimas. En Gaza he tenido niños en mis brazos que se me mueren. ¿Cómo vas a poder estar entero ante ese drama?
- ¿Echa broncas a Dios por eso?
- Sí. Tenemos razones para enfadarnos con Dios. Una vez acompañé al papa Francisco a un viaje a Filipinas y una niña llorando le preguntó ¿por qué los niños se mueren? Y el Papa le contestó, no hay respuesta, la única respuesta son tus lágrimas.
- Cuando le diagnosticaron el cáncer de colon, hace ya trece años, también lloró...
- Sí, porque me quedaban muchas cosas por hacer. Porque tenía que decírselo a los amigos. Y me escondía llorando. Además ya no vivía mi madre y llorar con tu madre o con tu padre consuela más. Por eso es muy importante que alguien te escuche. Yo estaba en el aeropuerto de Tenerife cuando le llamaron a Saramago para comunicarle que le daban el premio Nobel de Literatura. Estaba allí con Pilar, su mujer, y con una gabardina en la mano. Y le dije ¿a quién vas a llamar para contárselo? Y me respondió 'No tengo a quién contárselo, Ángel. A la única que le podría interesar y se alegraría es a mi mujer, que está aquí conmigo'.
- Por cierto, ¿cómo se encuentra tras el cáncer?
- Me siento bien, pero tengo aún cosas que hacer, por ejemplo, concienciar más a la gente de que la soledad se puede remediar.
- Cuando las cosas van mal usted se sube a Covadonga a rezar a La Santina…
- ¡Siempre! Para las cosas buenas y las cosas malas. Cuando el Papa se puso muy malo fui allí; cuando me diagnosticaron el cáncer fui allí. Cuando me dieron esta iglesia fui allí a dar gracias. Tengo mucha devoción por la Santina, la llevo siempre conmigo en las manos. Y nunca cojo el teléfono si no la tengo conmigo.
- ¿Y eso?
- Porque temo a llamadas con noticias que no sean buenas. Y llevo agarrada la Santina y la aprieto (enseña un llavero con la imagen de la Virgen de Covadonga) cuando suena el móvil.
- Aquí en San Antón los pobres no molestan, pero fuera...
- Solo molestan si huelen mal. Alguna vez alguien que entra en esta iglesia dice que huele mal. Y yo pienso ojalá no tengas un día que venir tú a pedir un café o a pedir una manta para el frío.
- ¿Tiene muchos niños acogidos?
- Muchos, muchos. Estamos en 77 países y hemos atendido a 60.000 niños. Lo que pasa es que de vez en cuando alguno quiere presumir de que tiene padre y dice 'A mí me acogió el padre Ángel'.
- ¿Pero muchos de esos niños le llaman papi?
- Alguno sí.
- ¿Y no se le enciende el corazón?
- No, porque lo soy, de verdad. Aunque no lo haya engendrado, lo soy. Y si vivo en la casa de él, por la noche le voy a dar un beso y le digo te quiero. Y él me dice, pues yo también te quiero.
- ¿Cuánto dinero tiene?
- Casi ni sé lo que cobro al mes. Tengo la pensión, pero no sé si son 1.100 o 1.200 euros. Pero no necesito el dinero.
- Dice que Jesús fue demasiado bueno.
- Sí, sí. Si yo hubiera sido Jesús no me habría dejado matar. Con el poder que tenía el tío, me escapo de todos esos... La prueba es que he estado en Bagdad, en Líbano, en Yemen, en Haití… en un montón de sitios en guerra, y no me he dejado matar.
- ¿Qué opina del reparto de menores inmigrantes?
- Es escandaloso que ningún presidente de ninguna comunidad autónoma se pegue por acoger más a estos niños. Todos se pegan por ver quién es el que menos acoge. Es un mercadeo tremendo.
- ¿Qué hacemos con la pederastia en la iglesia?
- Desde que apareció este Papa y se metió contra eso, la pederastia no se tapa; se castiga, se pide perdón y se repara. Este Papa ha puesto el dedo en la llaga y si antes había 20.000 o 200.000, ahora parece que hay muchos menos, ¿no?
- ¿Para cuándo el sacerdocio femenino en la iglesia católica?
- Si por mí fuera para esta tarde.
- ¡Dígaselo a Francisco!
- Quizás quisiera o lo vaya a hacer, pero no hay ninguna razón teológica o humana para que una mujer pueda ser abadesa y no sacerdote o diaconisa. El problema no es que los curas nos casemos o que las mujeres puedan ser sacerdotes, el problema es que sea una Iglesia de los pobres y para los pobres, que es lo que quiere el Papa.
- ¿Qué haría el último día de su vida?
- Dar gracias a Dios, a mis padres, a la sociedad y a las personas que me han rodeado, y pedir a la gente que se quiera, el mismo mensaje de hace dos mil años.
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