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La grabación que destapó la infidelidad y acabó provocando el crimen del concejal

La grabación que destapó la infidelidad y acabó provocando el crimen del concejal

Pedro Nieva descubrió la verdad hace un año

la verdad

Lunes, 25 de febrero 2019, 12:47

«Menos mal que nadie sospecha de nosotros, a ver si seguimos así», se escuchaba, aunque no textualmente, en la grabación. Esto ocurrió hace algo más de un año, en diciembre de 2017. Ese día, Pedro Nieva y su esposa comieron en un restaurante junto al concejal. En mitad de la reunión, Pedro fue al baño y dejó su teléfono móvil grabando encima de la mesa. Así buscaba el hombre engañado una prueba que confirmara sus sospechas. «No había ningún contenido sexual, pero para él fue suficiente por las sospechas que lo cercaban», explican fuentes cercanas al caso. A pesar de ello, la mujer de Nieva lo negó todo.

Pedro Nieva envió esa grabación a la hija de Ardines y fue ella quien, tras el crimen, la aportó a la investigación ya que la Guardia Civil pidió a la familia que pensara quién podría tener algo en contra del concejal muerto. Para este entonces, la mujer de Ardines ya conocía el audio y estaba enfrentada a su prima, con la que le fue infiel su marido.

El curso de las investigaciones ha revelado que el concejal y la mujer de Pedro Nieva llevaban treinta años manteniendo esta relación extramatrimonial. Así se lo comunicó el juez a Nieva, presunto inductor del crimen, que se desmoronó al conocer la noticia.

Según la Guardia Civil, el plan para acabar con la vida de Ardines se fraguó a partir de diciembre de 2017. Uno de los sicarios ha declarado que la intención era darle una paliza pero que a su compañero se le fue de las manos y lo mató. La autopsia, sin embargo, aporta una versión distinta. Según los análisis forenses, la víctima fue rociada con gas pimienta y golpeada. Su huída se prolongó a lo largo de 60 metros y fue entonces cuando el golpe de un bate de béisbol le destrozó el cráneo. Además, le rodearon el cuello con el antebrazo para asfixiarle.

Según uno de los asesinos a sueldo, estos iban a percibir 5.000 euros por asustar a Ardines. Sin embargo, dado que el desenlace final fue la muerte, Pedro Nieva les recompensó con otros 20.000 euros. La fiscal no cree la versión del sicario ya que para ella no es comprensible que se pacte un precio y que finalmente se incremente esa suma. Tampoco es creíble para los investigadores, que piensan que el objetivo fue desde el principio acabar con la vida del edil y que además Jesús, el intermediario entre el inductor y los sicarios, cobró 10.000 euros.

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