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Gonzalo Bosch
Valencia
Domingo, 10 de noviembre 2024, 13:47
La Policía Nacional ha detenido a un toxicómano de 46 años como presunto autor de la brutal agresión que sufrieron cuatro frailes franciscanos del monasterio del Santo Espíritu del Monte en Gilet. El asaltante entró en el recinto, haciéndose llamar Jesucristo, y apaleó a los religiosos que encontró a su paso hasta que fray Ángel, el más corpulento de los monjes, se enfrentó al individuo y logró parar las agresiones.
Tras recibir el aviso de la brutal agresión, una patrulla de la Policía Local de Gilet y otra de la Guardia Civil acudieron con urgencia al lugar. Los agentes hablaron con los frailes que salieron indemnes y facilitaron a todas las patrullas que estaban de servicio una descripción del asaltante: un hombre de 1,80 metros de altura aproximadamente, complexión fuerte, brazos tatuados y rasgos de cara muy marcados con arrugas.
El agresor huyó y logró eludir el cerco policial, pero la Guardia Civil realizó un perfil del individuo: un hombre que odia la religión cristiana o que habría tenido algún problema con el monasterio, y de entre 40 y 50 años de edad aproximadamente.
Después de ser identificado por el equipo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Puçol, el agresor fue detenido por agentes de la comisaría de la Policía Nacional de Sagunto. El individuo, que es consumidor habitual de 'tusi' y cocaína, fue apresado sobre la una de la madrugada de este domingo en un piso okupado en Puerto de Sagunto.
Un exinspector jefe de la Policía Nacional de Valencia y un vigilante de seguridad colaboraron en la localización y detención del agresor, que no ofreció resistencia, según informaron fuentes policiales.
Los agentes de la Policía Nacional entregaron al detenido a la Guardia Civil, que se hizo cargo de las investigaciones al haber ocurrido el suceso en su demarcación. Tras leerle sus derechos e informarle del motivo de su detención, trasladaron al individuo a los calabozos del cuartel de la Guardia Civil de Puçol.
La agresión se saldó con el traslado de un varón de 76 años por traumatismo craneoencefálico hasta el hospital Clínico de Valencia, mientras que a otros 3 heridos por traumatismos o contusiones se les trasladó hasta el hospital de Sagunto. Se trata de 3 varones de 57, 66 y 95 años de edad.
El sujeto se enfrentará ahora a la justicia, en principio por agredir a cuatro de los hermanos religiosos residentes del monasterio de Gilet. En un primer momento las fuentes cercanas a la investigación aseguraron que el fraile de 76 años con un traumatismo y que ingresaron en el Hospital Clínico había fallecido.
Sin embargo, voces sanitarias desmintieron el fallecimiento, y puntualizaron que se encontraba en estado crítico, pero seguía con vida. En el momento en el que se escribe esta noticia, un segundo fraile ha sido también trasladado al Hospital Clínico por haber evolucionado a un estado grave tras las lesiones que le provocó el agresor, y el fraile de 76 años continúa con vida, aunque aún en estado crítico.
Los violentos hechos ocurrieron en torno a las 9.30 de la mañana del sábado. El grupo de frailes que reside en el monasterio de Santo Espíritu, un total de siete religiosos, habían terminado de desayunar y descansaban cada uno en su habitación.
Fue en ese momento cuando un hombre de mediana edad consiguió entrar en las instalaciones con un palo. El sujeto comenzó a recorrer los pasillos autoproclamándose Jesucristo y afirmando que actuaba «en nombre de Dios», según indicaron a este periódico testigos de la escena. El sujeto accedió a cuatro habitaciones, apaleando a cada uno de los frailes de avanzada edad con los que se encontraba.
El monasterio del Santo Espíritu del Monte de Gilet es un recinto de los franciscanos en la provincia de Valencia. En cuanto el Ministerio Provincial de la orden fue conocedor de los hechos, su superior Fray Joaquín Zurera emitió un comunicado en el que condenaban «sin paliativos esta agresión y nos unimos al sufrimiento de nuestros hermanos, con las lesiones en el cuerpo y el dolor en el alma por lo vivido».
Además, el religioso afirmaba que pedían también por el agresor «para que sea consciente del daño y sea capaz de rectificar un comportamiento para nada propio de la condición humana». Del mismo modo, Zurera advertía a todas las comunidades franciscanas a ser más cautos con la seguridad de sus recintos, ante la posibilidad de que este tipo de episodios pudieran llegar a repetirse en el futuro: «Este acontecimiento también nos está pidiendo a todos los hermanos estar más atentos para evitar que puedan entrar en nuestras fraternidades personas que puedan ocasionar daños de cualquier índole».
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