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LA VERDAD
Lunes, 13 de diciembre 2021, 01:39
Con la llegada del invierno el momento de la ducha, tan agradecido durante los meses más calurosos del año, puede llegar a convertirse en todo un engorro. No solo hay que dedicar más tiempo al secado, para no enfriarnos por salir mojados a la calle, sino que también hay que usar calefactores y medir bien la temperatura del agua para que la experiencia no sea desagradable. Es fácil caer en la tentación de ducharse con agua caliente, ya que resulta muy relajante, sin embargo esto puede resultar bastante perjudicial para el cabello.
Especialmente si tienes el pelo fino y con poco volumen, deberías lavarte la cabeza con agua fría o al menos templada. El principal motivo es que el agua caliente facilita la pérdida capilar, ya que deshidrata el cuero cabelludo y elimina aceites naturales beneficiosos. También debilita las raíces, favorece la aparición prematura de canas y, para colmo, acelera la pérdida de color de los tintes, ya que levanta la capa exterior del pelo, dejando las sustancias químicas más expuestas a la acción del agua.
El agua caliente también tiene un efecto directo sobre la producción de sebo, por lo que debe evitarse a toda costa si se tiene el pelo muy graso. El motivo es que el calor y el vapor abren los poros, permitiendo deshacernos del exceso de grasa de forma muy profunda. Esto, que puede parecer positivo, resulta en realidad contraproducente, ya que al eliminar toda la grasa se produce un efecto rebote y las glándulas responsables de la secreción sebácea se ponen a trabajar para compensar la pérdida. Se inicia así un círculo vicioso que provoca que el cabello acumule una mayor cantidad de grasa y más rápido, obligándonos a lavarlo con más frecuencia.
No solo las personas con cabello graso deben vigilar la temperatura del agua a la hora de lavarse la cabeza. La deshidratación que se produce al lavar el cuero cabelludo con agua demasiado caliente también es negativa para las personas con problemas de caspa, ya que favorece la descamación.
Tras conocer todos estos motivos quizá te estés preguntando a qué temperatura te deberías lavar el pelo. Lo más recomendable es no superar los 20 grados, ligeramente por debajo de la temperatura corporal. Además, usar agua un poco más fría a la hora de realizar el último aclarado es muy buena idea para mejorar la circulación sanguínea y cerrar las cutículas y los poros del cuero cabelludo, evitando así la deshidratación.
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