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La playa convertida desde hace años en el destino más concurrido en verano no goza en muchas ocasiones de la tranquilidad que buscan algunos bañistas para descansar en vacaciones. Las imágenes de las costas españolas abarrotadas de turistas donde no hay un hueco libre se repiten cada año. Sombrillas, toallas y demás enseres no dejan ver apenas un espacio libre en la arena. Y esta convivencia se vuelve insoportable cuando hay un altavoz sonando con la música a todo volumen.
Y es que el relax que produce escuchar las olas del mar rompiendo en la orilla se interrumpe cuando alguien decide reproducir su lista de canciones preferidas. Una situación que genera problemas de convivencia entre los veraneantes que ponen la música alta y los que quieren seguir disfrutando del sonido del mar. Un conflicto que puede acabar si los propietarios del altavoz vecinos deciden bajar el volumen o quitar la música directamente, o si eres tú el que finalmente decides aguantarte. Sin embargo, ya hay ayuntamientos que prohiben poner música en la playa con multas que pueden alcanzar los 3.000 euros.
La ciudad de Valencia recoge en su ordenanza municipal de utilización de las playas y zonas adyacentes un apartado para la contaminación acústica. «Los aparatos de radios, casetes, discos compactos o similares, instrumentos musicales o cualquier otro artefacto productor de ruido, deberán ser usados de forma que no produzcan molestias a las personas próximas», indica el artículo 58. Así, se recomienda que para paliar esta situación conflictiva entre bañistas se usen ariculares.
En Cádiz, la Policía Local de Chipiona compartió en 2021 una publicación en Facebook advirtiendo que la música no debe molestar al resto de visitantes y que además existe una normativa en las playas del municipio gaditano que así lo recoge. Una sanción pueden recibir aquellos que en Tarifa superen los 45 dBA por el día y los 35 dBA por la noche.
La prohibición de poner música alta en Cantabria no solo afecta a quienes lleven altavoces hasta la arena. Así, en el municipio de Laredo se extiende a las zonas cercanas a la playa ya sea con dispositivos musicales «portátiles» o aquellos que están incluidos «en los vehículos y produzcan emisiones sonoras molestas para los usuarios de playas o zonas adyacentes o con exceso sobre las determinaciones de la normativa vigente en cada momento en materia de ruidos y sin perjuicio de las sanciones u órdenes de ejecución».
Una nueva ordenanza que se aprobó en febrero de este año en el Ayuntamiento de San Javier sancionará con multas de 3.000 euros a quienes reproduzcan música alta que incomode a los bañistas. Una cuantía que también tendrán que pagar los que hagán 'botellón' en las playas de Santiago de la Ribera o La Manga. Tampoco se podrá reservar sitio para coger un hueco en primer línea de playa. La normativa no permite «dejar sombrillas, parasoles, butacas o enseres sin que haya usuarios y con la finalidad de reservar el espacio físico de la playa». Los juegos que molesten al resto de bañistas, los vertidos al agua o la presencia de animales son el resto de las prohibiciones.
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