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la verdad
Lunes, 25 de febrero 2019, 11:23
El crimen del caníbal de La Guindalera pasará a la historia de nuestro país como uno de los sucesos más espeluznantes jamás conocido. De hecho, dos agentes de la Policía acabaron vomitando al escuchar la declaración de Alberto Sánchez. El joven de 26 años asesinó a su madre y, tras descuartizarla, la repartió en distintas bolsas y fiambreras que distribuyó por toda la casa para ir comiéndosela junto a su perro Koke.
Ahora se le imputa un delito de homicidio con el agravante de parentesco y permanece en prisión provisional comunicada y sin fianza. Además, el autor del crimen estaba supuestamente bajo tratamiento psiquiátrico y, a pesar de vivir con ella, tenía una orden de alejamiento de su madre.
Los vecinos del barrio de La Guilandera (Salamanca) todavía alzan la vista aterrorizados hacia la ventana de la vivienda donde ocurrió todo. «No vamos a decir nada más», precisaba la mujer que vivía en la vivienda contigua al de la víctima y el verdugo. «¿Quién me lo iba a decir a mi?», decía sorprendido un amigo del caníbal.
«Yo le he visto con indigentes y medio borracho. Siempre mal», señala la camarera de un bar próximo. Otro vecino aseguraba que era habitual ver a Alberto «bebiendo o consumiendo» con otros jóvenes en la puerta del garaje de un edificio cercano. Varios lugareños precisaron que tras la ingesta de sustancias su actitud se tornaba violenta.
«Yo lo conozco de cuando era menor y era un poco raro», relataba una de sus conocidas. Otros apuntaban: «Era bipolar. Podía estar normal y de repente saltaba de una forma que no parecía él. El perro también estaba loco».
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