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El pregonero Manuel Molina Boix, junto al alcalde de Murcia, José Antonio Serrano; Juana María Botía, presidenta de la Cofradía del Resucitado; y José Ignacio Sánchez Ballesta, presidente del Cabildo Superior de Cofradías, este domingo.

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El pregonero Manuel Molina Boix, junto al alcalde de Murcia, José Antonio Serrano; Juana María Botía, presidenta de la Cofradía del Resucitado; y José Ignacio Sánchez Ballesta, presidente del Cabildo Superior de Cofradías, este domingo. Ros Caval / AGM

Molina Boix cierra la Pasión en Murcia vislumbrando «ese claro amanecer» con el que volverán los desfiles

El presidente de la Asociación Contra el Cáncer hace un ejercicio de imaginación en el pregón de cierre de una atípica Semana Santa

Domingo, 4 de abril 2021, 15:48

Murcia concluyó este domingo una de sus semanas santas más atípicas -si dejamos aparte la Pasión confinada del año pasado- con la lectura del pregón de cierre en la iglesia de Santa Eulalia, sede de la Archicofradía del Resucitado. Este honor, no exento del peso de la responsabilidad que conlleva una Pascua tan especial como la murciana, recayó en esta ocasión en Manuel Molina Boix, exjefe del Servicio de Medicina Interna de La Arrixaca y presidente de la Asociación Española de la Lucha Contra el Cáncer en la Región.

Molina Boix, que se reconoció como «nazareno de silla, de los que reservan asiento con mucha antelación», hizo un ejercicio de imaginación para repasar lo que debería haber sido esta Semana Santa en una situación de normalidad. «Cuando la salud se ha visto comprometida en un año tan aciago, hay un paralelismo entre el tránsito emocional de las procesiones y el sentir de cuando se sufre una enfermedad», aseveró, tirando de su experiencia como médico. Un proceso que, tras arrancar con dolores, y marcado por el miedo a una evolución desfavorable, concluye el Domingo de Resurrección, con «un nuevo ciclo vital».

Exaltó, asimismo, la naturaleza de unos desfiles, acordes «al carácter del estilo de vida peculiar, impulsivo, alegre y desprendido» de los murcianos, que se ven liberados de «rígidos corsés disciplinarios» y destacan por sus ofrendas singulares, «en forma de monas o caramelos». Concluyó recordando que el cofrade lo es todo el año, siendo ejemplo de «caridad y entrega», y vislumbrando «ese claro amanecer superada la pandemia viral» que devolverá a Murcia sus procesiones.

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