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Los lorquinos abrieron el paraguas este Domingo de Ramos y la lluvia amenaza una de las procesiones más multitudinarias de la Semana Santa de la ciudad. Pese a todo, el ambiente festivo se mantiene en las calles, repletas de gente, con muchas personas vestidas de hebreo, que se han entregado al aperitivo en las terrazas esgrimiendo en una mano las cervezas y en otra los paraguas.
Los restaurantes de la ciudad están al completo en una jornada en la que es tradicional degustar platos de trigo o de arroz con pavo y los cofrades siguen a ritmo frenético preparando el desfile bíblico pasional de la tarde sin tener la certeza de si todo su esfuerzo servirá para algo.
Las banderas de las cofradías ondean en los balcones y también en el interior de las casas los lorquinos se dedican a la celebración abriendo a sus puertas a amigos y familiares llegados de toda España y de otros países para asistir al espectáculo único de las procesiones de Lorca.
El Ayuntamiento tampoco descansa y los operarios de una empresa especializada han tenido que reparar con 180 toneladas de arena la maltrecha carrera de los desfiles, repleta de charcos y baches, aunque si sigue lloviendo repetirán la operación minutos antes de la procesión, que comienza a las 20 horas.
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