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La periodista Inmaculada Jiménez durante la lectura del pregón en San Patricio, este viernes por la noche.

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La periodista Inmaculada Jiménez durante la lectura del pregón en San Patricio, este viernes por la noche. GONZALO J. MARTÍNEZ / AGM
Semana Santa de Lorca

Inmaculada Jiménez: «Cultivemos esta Semana Santa; seamos guardianes de nuestra herencia»

La periodista construye en su pregón un relato íntimo y personal a partir de sus recuerdos y sentimientos vinculados a los desfiles

Viernes, 28 de marzo 2025

Una manifestación de «amor en tres actos y una pasión desesperada». Esa fue la estructura narrativa del pregón de la Semana Santa pronunciado este viernes por la noche en la antigua colegiata de San Patricio por la periodista Inmaculada Jiménez, directora de la revista 'Harper's Bazaar España', una icónica cabecera mundial del estilo. En la solemnidad del altar mayor, escoltada por las seis banderas de las cofradías y por la enseña de Lorca, construyó un discurso biográfico, íntimo y personal, a partir de su relación vital con la Semana Santa en tres etapas cruciales de su vida, desde la infancia despreocupada y feliz en su barrio de la Virgen de las Huertas, hasta la serenidad de la madurez, sin esquivar las fases más oscuras, ni los tiempos de «dolor infinito».

Contó cómo pasó de «la emoción desmedida», del entusiasmo y los vivas al Paso Blanco en la niñez y la juventud, al descubrimiento adulto de todos los matices de la Semana de Pasión y a la revelación casi mística un Viernes Santo del «amor de madre» de la Virgen de la Amargura, que le causó un efecto balsámico y reparador en el dolor.

Admiradora de los bordados

«¿Acaso serían posibles los blancos sin los azules? ¿Los azules sin los blancos?», proclama sobre la rivalidad entre cofradías

Jiménez desnudó sus sentimientos como blanca partícipe y como atenta observadora de la Semana Santa, de cada procesión. Habló como admiradora incansable de los bordados, de la música, de la gente, del bullicio y del silencio, del ambiente de Lorca en los días que se avecinan y en los que «todo se vuelve más grande», en los que se genera una «energía increíble, una catarsis real y palpable, que no puede quedar solo en el ámbito de la contemplación. Es un fuego que arde con intensidad, capaz de derretir el hielo de la soledad y encender la chispa de la conexión».

Se refirió a las raíces, que «son el corazón de nuestra Semana Santa, de nuestra existencia, conexiones invisibles que nos unen a nuestros colores, a nuestra historia, a nuestras sagradas imágenes, a nuestras tradiciones y a las personas que nos han precedido». Pidió en su pregón que «cultivemos por favor esta Semana Santa de profundas raíces con dedicación, con cuidado, con esmero». Llamó a los lorquinos a ser «guardianes de nuestra herencia y comunicadores apasionados de nuestra verdad».

La pregonera se detuvo en la histórica rivalidad entre blancos y azules : «¿Acaso serían posibles los blancos sin los azules? ¿Los azules sin los blancos? En nuestra rivalidad hay un recordatorio intrínseco de que, aunque nuestras trayectorias puedan divergir, el respeto y la comprensión pueden unirnos en este espacio de conexión en el que encontramos la fuerza para construir un legado único, más impactante, más justo, más inclusivo, más rico, más divino...».

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