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Trono de San Pedro saliendo por la puerta del Arsenal Militar hacia la calle Real.

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Trono de San Pedro saliendo por la puerta del Arsenal Militar hacia la calle Real. Antonio Gil / AGM
Semana Santa de Cartagena

San Pedro Apóstol manda en el cielo

La Cofradía California aprovecha unas horas con pocas lluvias para trasladar a ritmo más ligero de lo habitual a sus santos militares

Miércoles, 13 de abril 2022, 02:25

Al soldado se le supone el valor en tiempos de paz, aunque tiene que demostrarlo llegado el caso. Generales del ejército celestial son los tres apóstoles californios del Martes Santo y no se arredran cuando las cosas vienen mal dadas. San Pedro Apóstol debió tirar anoche de galones en el cielo, de cuyas llaves es depositario, para despejarlo de borrascas y permitir de manera muy apurada que la talla devocional que lo encarna en el teatro cartagenero de la pasión pudiera cumplir con el antiquísimo mandato de salir en traslado solemne del Arsenal, donde tiene techo y nómina, camino de Santa María de Gracia. No fue solo. Llegó acompañado de los Zebedeos, Juan y Santiago, a los que el Señor también les dio mando en plaza en una tierra castrense como pocas. Dios dirá qué ocurrirá esta noche, en la que se ciernen también negros nubarrones que atormentan a los hermanos de la Cofradía California.

Antes que martes de traslados, el de ayer fue de paraguas y parte meteorológico. Por la mañana llovió lo suficiente para hacer charco e inquietar a casi todos los que tenían que salir en procesión por la noche. Avanzada la tarde el viejo pescador abrió claros allí donde manda y el Cabildo de Mesa californio, reunido de urgencia por el hermano mayor, Juan Carlos de la Cerra, dejó el programa de procesiones tal y como estaba anunciado.

No obstante, la amenaza persistía y hubo instrucciones precisas de recrearse lo menos posible en la calle con tercios y tronos. Las tres imágenes salieron protegidas con plásticos para impedir un estropicio de túnicas, mantos y hasta doradas peanas en caso de lluvia. Esta apareció tímidamente en varios momentos y fue a más conforme se cerraba la noche. Al final corrieron.

El trono del pescador lució flores de color azul y amarillo en una cartela en ofrenda por la paz y solidaridad con Ucrania

El Arsenal, de bote en bote

San Pedro pudo salir en procesión como está mandado, en su trono de estilo cartagenero llevado a paso singularísimo por sus portapasos y precedido de un tercio de penitentes que es de lo mejor de la Semana Santa. Lo hizo desde un Arsenal de bote en bote, a pesar de que se necesita invitación para acceder, y con un gesto por la paz y de solidaridad con Ucrania: flores con los colores de la bandera de ese país, amarillo y azul, en la cartela delantera del costado de estribor.

En el Arsenal se repitió el ceremonial de costumbre. En este caso, el vicealmirante Pedro Luis de la Puente, como jefe de esa instalación, se estrenó en las tareas de concederle franco de ría. Fueron testigos del ritual una miriada de políticos, asesores, jefes militares e invitados de diversa procedencia. El más destacado fue el pregonero de esta Semana Santa, el almirante general Teodoro López Calderón, jefe del Estado Mayor de la Defensa.

Los tres apóstoles salieron de sus establecimientos militares protegidos con plásticos para una lluvia que cayó de recogida

Tras el homenaje a los caídos, y el arriado de Bandera en las popas de los barcos 'Furor' y 'Audaz', la procesión de San Pedro se puso en marcha por el interior del Arsenal. Y de manera paralela ocurrió lo mismo con los tronos de San Juan, en el Parque de Artillería, y de Santiago Apóstol, en el Gobierno Militar. A esa hora el centro de la ciudad volvía a estar repleto de público por quinto día consecutivo.

Pero cuando San Pedro aún estaba de despedida, San Juan volvía su trono para saludar a la Virgen de la Caridad en su basílica –con homenaje incluido a su capataz Ángel Contreras Bea– y Santiago se abría camino por la Glorieta, comenzó a chispear. Como era previsible, los guiones metieron una velocidad más al ritmo de la procesión, que ya comenzaba a unificarse en la Plaza de San Sebastián y donde ya se veían algunos paraguas abiertos. El paso largo y las paradas mínimas fueron la constante hasta la llegada a Santa María, que se anticipó quince minutos respecto al horario de recogida, previsto para la medianoche.

La procesión fue más rápida, pero los tercios de capirotes siguieron impecables. El femenino de Santiago doblaba la esquina de la calle del Cañón bajo una fina lluvia, aroma a calamares fritos –el tufo a fritanga en todo el recorrido es para mirarlo– y merecidas palmas del público. Iban impecables. También el masculino, a cuyos componentes hubo que doblarles las capas para protegerles los bordados.

En previsión de lluvia, los sanjuanistas cambiaron su vestuario habitual en esta procesión. Se dejaron las capas de terciopelo blanco en casa y salieron con las de raso, mucho más fácil de limpiar en caso de mojarse. En cambio no cubrieron con plástico el valioso estandarte de terciopelo blanco bordado en oro y seda por la artesana Consuelo Escámez en 1943, limpiado este año por Juan Luis Aguirre de la Monja.

La fina lluvia caía y los tercios de capirotes ampliaban la zancada. Hasta el de San Pedro, que tiene fama de gastar paso marrajo. También los alumnos de las academias militares y los artilleros que escotaron los tres tronos corrieron. No así el piquete del Tercio de Levante de Infantería de Marina, que tras la procesión aún tuvo tiempo de desfilar de ordinario por la calle Mayor protegidos por San Pedro.

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